martes, 19 de febrero de 2013

Reductio ad Hitlerum


La expresión reductio ad Hitlerum (Reducción a Hitler, falacia del tipo Ad hominem), argumentum ad Hitlerum o argumentum ad nazium fue creada originalmente por Leo Strauss, profesor de la Universidad de Chicago. Se plantea que frente a una discusión cuando se alarga demasiado, siempre aparece quien acuse de fascismo hitleriano a su contraparte. Fue planteada en 1951 en un artículo de "Measure: a critical journal". Es una combinación de varias falacias: la típica Falacia de asociación y Argumento ad nauseam al suponer que no es necesario mayor debate tras la acusación.
Reductio ad Hitlerum es una falacia en la forma: "Adolf Hitler o el Partido Nazi apoyaban X; por lo tanto X debe ser malo".


Hay que aclarar que una falacia ad hominem es cuando no se critica el argumento del otro, sino al otro mismo. Por ejemplo, si usted dice que "el arquitecto de ese polideportivo no hizo bien su trabajo" y yo le contesto que "usted no es arquitecto, así que usted no puede opinar sobre el tema".  Si usted quiere seguir la discusión, ésta ha cambiado a si usted puede opinar o no, ya no es sobre su opinión primera. Y además usted ha de emplear sus energías en defenderse: usted es ahora el malo, no yo ni el arquitecto de ese polideportivo.

Cuando en una discusión alguien emplea a los nazis como argumentación, salvo que la discusión sea precisamente sobre ellos, lo que nos indica es que esa persona ya no tiene más argumentos.  De hecho, en internet existe la "regla de Godwin" sobre las discusiones, que dice que si una discusión se alarga lo suficiente alguien sacará la comparación con Hitler, y que a partir de ese momento debe darse la discusión por acabada y a esa persona por perdida.

Se nos ha educado de tal manera que la reductio ad Hitlerum funciona. No importa si lo que hicieron era bueno. Si lo hicieron, era malo. Somos incapaces de razonar fríamente si era bueno o no, como si se hubieran puesto límites a nuestra capacidad de razonamiento. Y lo peor: se nos ha educado de tal manera que no somos conscientes de esta prisión mental (algo que ya nos reveló en su momento Daniel Quinn con su Ishmael).

En este grande y hermoso país tenemos, no podía ser de otra manera, nuestra variante propia de la reductio ad Hitlerum: la reducción a Franco. Todo lo que no se persiguiera en la época de Franco es malo y lo que se perseguía es bueno. Y punto. Sin discusión. Elija usted cualquier cosa. Como era con Franco, es malo. Y como no era con Franco, es bueno. Sencillo. La lista de los reyes godos es mala. Tutear al maestro es bueno. Pegar al maestro es bueno. Los deberes y los exámenes de septiembre son malos. Despreciar al maestro es bueno. Que los niños formen parte del Consejo Escolar es bueno. La mili es mala. Ser insumiso es bueno. Ofender al Ejército es bueno. Casarse hasta que la muerte les separe es malo. Una orgía en un parque público es bueno. Dedicarse a "sus labores" es malo. Los pantanos son malos. El rey es malo. Ser republicano es bueno. Una ley preconstitucional es mala. Que a tus padres les fuera bien en la época de Franco es malo. Que a tus padres les fuera mal en la época de Franco es bueno. Ser comunista es bueno. Ser prosoviético es bueno. Ser católico es malo. Ser ateo es bueno. Tener un amigo cura, guardia civil o farmacéutico es malo. Reirse del Papa (y cuanto más viejo, mejor) es bueno…

En Cataluña se da además la peculiaridad de que cuanto menor sea el nivel intelectual del otro, más probable es que el otro se confunda y en vez de franquista te llame fascista. De hecho, según parece por aquí, hasta Franco era fascista…

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