Yo debía haber salido el segundo, pero en mi lote faltaba la escayola, así que me retrasaron y pasaron a todos los demás por delante. Instrucciones, consejos,... la preparación de cada uno requería un cierto tiempo, con lo que cuando pude partir ya se ponía en Sol. Y encima, mi destino era Ipás, nada menos. No Badaguás, que estaba más cerca,ni Yosa, Cenarbe o Bescós; ni Villanovillos, que estaba realmente cerca (aunque claro, no tan cerca como el cementerio de Acín, sitio al que, por otra parte, nadie quería ir). No, yo tenía que ir a Ipás. Como me dijo el jefe, "tu camino en Pioneros debe ser el más exigente". Y allí que me fui.
Se suponía que debía haber llegado de día, pero no que saldría justo antes del ocaso, con lo que la noche me llegó en plena ascensión (Ipás estaba en el valle de atrás). ¿Qué iba a hacer? Busqué un sitio apropiado, me hice un vivaq, pergeñé algo de cena y a dormir. Me levantaría temprano, y listos. Yo tenía catorce años, y veinticuatro horas de soledad por delante antes de regresar al campamento. Un listado de actividades (¡y reflexiones!) que hacer, un básico de comida de supervivencia (el mito del huevo, la lata de sardinas, el tomate y la cerilla era una exageración, pero no iba muy allá),... y poco más. El resto es cosa mía. 24 horas en la montaña no es el rito de Orzowei, pero para un chico de ciudad de catorce años ya está bien.
Ahora sería ilegal. Y no sólo que yo me fuera, sino, me temo, todo lo que hice. Me había ido de campamento sin la autorización expresa de mis padres consintiendo la actividad del raid. Mi jefe tenía 18 ó 19 años recién cumplidos, y de hecho lo era en calidad de sustituto, que con 19 había abandonado el campamento para incorporarse a la mili. No era (ninguno de los dos, en realidad) un monitor titulado, y a los chicos se nos dejaba sueltos (¿he de puntualizar que no existían los móviles?) con increíble facilidad: de hecho, las 24 horas anteriores al raid personal había estado otras 24 horas de raid de patrulla, casi igual pero la patrulla (seis chicos de los cuales yo sería el mayor) juntos.
Y lo más llamativo: ningún padre se quejó. Un raid personal de 24 horas es duro, pero todos entendían que era parte de nuestra formación. Creo que en aquella época, y perdónenme la expresión, "no nos la cogíamos con papel de fumar".
Hoy, a los padres les habrían quitado la tutela del chaval y al jefe lo habrían enchironado. Y la multa al chico por hacer acampada libre la habrían pagado sus padres, ya ex-tutores. Y nos parece fenomenal, nos parece que es así como deben ser las cosas. Cuando se es menor de 18 años, a lo único que se tiene derecho es a abortar sin que lo sepan tus padres; para todo lo demás, tienes el mismo tratamiento que los niños de guardería.
Desconozco qué mente preclara prohibió que un chaval de 14 ó 15 años no estuviera vigilado las 24 horas; seguro que fue alguien que nunca pudo vivir su raid personal: prohibió lo que no conoció. Hoy mis hijos no podrán tener la experiencia, la oportunidad de crecer que yo tuve, y si han leído alguna entrada anterior de mi blog sobre la educación, sabrán lo que pienso. Pero cuando, cualquier día, se lamenten de que los jóvenes de ahora blablablá, y que nosotros a su edad blablablá,... piensen que la educación no es sólo saber tocar la flauta o tener más o menos horas de inglés.
Y, aun con todo, ustedes consideran que lo de ahora es lo progresista, lo correcto, y lo que yo tuve es fascista. Y jamás se les ocurrirá permitir que un chaval de 14 años haga algo por sí solo. Absolutamente solo.
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