lunes, 30 de octubre de 2023

Curiosidades de las montañas

https://www.youtube.com/watch?v=bUjPPBxbQrQ 

 

 

Cuando se habla de montañas, solemos pensar en su altitud. Claro que sí, es lo más importante. Las montañas se clasifican por su altitud. Pero las montañas tienen más conceptos geográficos divertidos.

El más famoso de ellos es la prominencia: cuánto hay que bajar para subir a una montaña aún más alta. Para explicar bien la prominencia, lo habitual es emplear el símil del agua: imagine usted que la Tierra está cubierta de agua y ésta se va retirando, poco a poco, hasta que aparece su pico. Si se sigue retirando, por fuerza habrá un momento en que se podría ir en seco a otro pico más alto: la prominencia es cuánto han tenido que bajar las aguas para ese camino. Como es lógico, el Everest no tiene prominencia, porque no hay montaña más alta, y la montañas más altas de una isla tienen como prominencia su altitud, ya que no hay camino seco para ir hasta el Everest.

De hecho, se llama montaña a un máximo topográfico (puntos en los que en cualquier dirección necesariamente se ha de descender) con una prominencia de al menos 300 m. En una montaña puede haber varios máximos topográficos, y sólo se considerarán cimas a los que tengan una prominencia de al menos 30 m (esta clasificación es de la UIAA, no es un concepto universal).

Así que la prominencia está bien, pero no termina de ilustrar la importancia de una montaña. 

Otro concepto que puede ayudar es el aislamiento topográfico; que además se entiende muy fácil: es la distancia mínima a un punto más alto. En el círculo con ese radio, la montaña es el elemento más alto. Que quede claro que no es una medida del aislamiento como se entiende habitualmente: una montaña puede estar rodeadas de montañas más bajas, nadie diría que el Everest es una montaña aislada; así que es posible que el término no esté bien escogido.

Con todo, para mí es lo que da un carácter especial es algo que no sé qué nombre tiene: a qué distancia se ve una montaña y no se ve otra más alta. 

Por ejemplo, en Cataluña el macizo de Montserrat, desde el sur, se ve a muchos kilómetros:


Mi favorita, desde siempre, es el Moncayo. 


No es una montaña muy alta, pero cualquiera que en el valle del Ebro levante la cabeza y mire hacia el oeste lo verá. Además, el viento del Norte  que barre Francia se encuentra el obstáculo de los Pirineos, así que se apelotona por sus bordes, cabos de Higuer y de Creus (por eso hace siempre tanto viento en el Ampurdán) para rodearlo. Por el oeste, baja hacia el sur y al acabar la Navarra se encuentra con la pared inmensa del Moncayo. El efecto del monte es desviar ese viento norte, encajonándolo en el valle del Ebro hacia el este-sureste: es el famoso cierzo, cortante y cruel, que cualquiera que haya vivido en Zaragoza conoce y que nos convierte a todos en cheposos. Más aún: las nieves duran más y aparecen antes en la cima del Moncayo, por lo que el viento primaveral u otoñal, al rebotar con la cima nevada, se enfría y aumenta su efecto congelador.

Es la montaña de donde viene el viento y el frío, la que domina el valle del Ebro y es visible con claridad a más de 200 km. Donde, sin duda, para los primitivos habitantes del valle vivían los dioses.



Morgan Wallen - Last night