—Han dicho que no (Máximo, general romano en la película Gladiator).
—Hay que saber cuándo se es conquistado —replica su segundo al mando.
—¿Tú lo sabrías?
Cualquier lector del blog habrá catalogado, sin duda, a éste como una colección de jeremiadas. Siempre, claro, que el lector conozca la palabra y sepa que Jeremías fue el autor de las Lamentaciones.
Aunque me suelo quejar de muchas cosas, al final suelo tener dos o tres causas últimas de todos los males. Los piscólogos, pedagogos y psicopedagogos, que tanto mal han hecho; las computadoras, que nos están cambiando la capacidad de pensar; y, en el ámbito español, nuestra inveterada tendencia a la mala envidia (no la buena, que nos pulsa a la ambición y el deseo de mejorar, sino la que nos lleva al odio al que es mejor que nosotros o tiene más y que queramos lo peor para él).
El caso es que llevo mucho tiempo acusando, tal vez sin pruebas, que los ingenieros calculistas cada vez saben menos. Culpo a la educación, que ya no los prepara para que ellos sean capaces de autoformarse; a las computadoras, que arrebatan al ingeniero su conocimiento y lo convierten más en un operador de ordenadores; a las normas, paridas parece que por psicopedagogos, que al convertirse en ininteligibles y necesitar ordenadores para cumplirse son cómplices fundamentalísimos en toda esta debacle. También a nuestro modelo actual de vida, que promueve la juventud eterna. En fin, da igual.
Pero ¿y si tengo razón? Lo cierto es que una de las razones que suelo aducir para defender la idoneidad de las normas antiguas ya derogadas es la bajísima siniestralidad de los edificios con ellas construidos. Millones de edificios e intervenciones. Y muy pocos siniestros, prueba de que tiene que haber mucha confluencia de factores, normas inadecuadas, errores en los cálculos, ingenieros inexpertos, errores de proyecto, errores de ejecución, materiales defectuosos, ocupaciones o usos no previstos, para que un edificio caiga. Y, sin embargo, en las últimas fechas han caído varios edificios por Barcelona. Unos, en reformas, otros en construcción. Me entero de todo ello por noticias locales, no las recogen los medios que abarcan ámbitos mayores. Pero también pasan cuando por la razón que sea consulto prensas locales: aquí y allá, con mucha más frecuencia de la que parece. Algo que antes era realmente inusual.
¿Coincidencia? No lo creo. En mi opinión, algo tiene que ver el deterioro que creo que se produce entre los ingenieros. Cada vez somos peores, es lógico que cada vez tomemos peores decisiones.
De momento, es un goteo muy fino de casos. No es una epidemia, un problema general aún. Pero yo creo que sí se está produciendo ese goteo. Y que es una señal de aquello que vengo alertando.
Cuesta darte cuenta de que te han conquistado.