domingo, 28 de julio de 2013

No frene en las curvas, pise el acelerador


Tiempo de agosto, tiempo de carretera. Seguramente, en los próximos días cargará el coche y empezará a devorar kilómetros. El calor, el cansancio de sus compañeros de viaje encerrados en tan pequeño habitáculo, el suyo propio... ¡qué sé yo, hay tantas razones...! Es probable que entre en alguna curva con exceso de velocidad; lo sabrá en seguida, porque notará que la curva es más cerrada de lo que le parecía antes de empezarla. Es en esos momentos en los que su cerebro empezará a rebuscar en su fondo de reacciones qué hacer para salir con bien de ésa. Si es así, quizá le convenga lo que voy a contarle. No frene, al contrario, pise el acelerador.

Me explico.

Le parecerá una perogrullada, pero el concepto básico, lo que debe tener presente, es que las ruedas son para rodar. Así que su principal objetivo debe ser siempre que las ruedas rueden. Mientras rueden, si usted tiene las manos en el volante controlará el coche. Lo malo vendrá cuando no rueden. Por que cuando ruedan, lo hacen en una dirección, la suya propia, no pueden rodar de otra manera. Pero si no ruedan, entonces PATINAN. Y patinar sí lo pueden hacer en cualquier dirección.

Además, si patinan usted no puede frenar. Porque para frenar el coche, sus frenos lo que intentan es que las ruedas no rueden. Pero si patinan, ya no están rodando y sus frenos no hacen nada. Está usted en un coche que patina, que se mueve en una dirección que usted no puede controlar y no puede frenar, no controla tampoco la velocidad. Se hace una idea, ¿verdad? Nunca permita que las ruedan dejen de rodar.

También encontrará ridículo que insista en que en las curvas aparece la fuerza centrífuga. No insistiré, entonces, porque usted sabe perfectamente que cuando un cuerpo describe una trayectoria curva aparece una fuerza de inercia que tiende a mantenerlo en su dirección rectilínea previa, o lo que es lo mismo, para poder cambiar su trayectoria rectilínea a curva debe ejercerse una fuerza que lo consiga. Dado que usted está subido en el coche, salvo que saque un brazo por la ventanilla y se agarre a alguna farola que estuviera allí, si quiere girar deberá transmitir esa fuerza al suelo... a través de las ruedas.

Así que, cuando se está en una curva, hay dos fuerzas perpendiculares: la lineal, la que tiende a hacer avanzar el coche, vencer la resistencia a la rodadura y del aire, y una fuerza perpendicular al coche que lo hace girar. Vaya, dos fuerzas. ¿Es eso un problema? Sí, lo es. Verá, su coche hace lo que usted quiere gracias al rozamiento entre el neumático y el suelo. Ese rozamiento no es el mismo en las dos direcciones, debido al dibujo de los neumáticos (si cree que no tienen importancia y que son sólo para evacuar el agua cuando llueve, piense en las ruedas de los tractores, pedazo de dibujo tienen las muy bestias). Que, por cierto, si los tiene relativamente desgastados y pierden las ranuras circulares, amigo, está usted renunciando al control en las curvas.

¿Qué pasa en las curvas? Que aparece en la superficie de contacto de la rueda con el suelo una fuerza perpendicular, ya he dicho que es necesaria para girar. Si la hay, gira. Si no la hay, sigue recto. Por lo tanto, su objetivo es que aparezca esa fuerza. Ahora bien, esa fuerza se transmite por rozamiento. Si el rozamiento que usted puede generar es mayor, no tendrá problemas, pero si no lo es, usted simplemente no podrá hacer el giro a la velocidad que usted lleva en el radio deseado. Es decir, su objetivo es que el rozamiento, el agarre para entendernos, sea máximo.

Acorto. Para que el agarre sea máximo, lo mejor que puede usted hacer es conseguir que el neumático no se dedique a otra cosa. Que no se dedique al esfuerzo lineal, vaya, porque para ello también ha de emplear parte de su capacidad de agarre. En otras palabras, que el coche siga a velocidad constante (porque para frenar también necesita agarre, piense si no en las situaciones con hielo). Y dado que el coche está siempre sometido a una resistencia al avance, si usted no hace nada esa resistencia predominará y el efecto será como si usted intentara frenar el coche.

Así pues, cuando esté en la curva, pise el acelerador suavemente, que el coche no acelere, pero tampoco que se frene.

¡Y sobre todo, no frene! Porque al frenar acapara usted muchísima fuerza de agarre (compárela con lo diferente que es cuando acelera, y piense que todo es cuestión de agarre), y si el giro sobrepasa la cantidad de agarre que queda disponible el coche patina.

Con todo, una cosa. Antes de una curva siempre, siempre, hay un tramo recto. Más largo o más corto, pero siempre hay un momento que el coche avanza en línea recta. Si cree que va demasiado rápido, ahí es el momento de frenar, y a tope si cree que lo necesita. Frene, frene y frene. Y en que empiece a girar el volante, suelte el freno y pise LIGERAMENTE el acelerador. 

Y una cosa más: si ha tomado una curva y cree que la ha tomado demasiado rápido, nada más salir de la curva... frene. De verdad, es un consejo.