Hay tres principios que suelo repetir a menudo como claves para el ejercicio del ingeniero. Los tres son muy conocidos, pero no por eso se suelen tener presentes.
1.- "Nada es tan fácil como parece"
Efectivamente, lo cierto es que nada es tan fácil como parece. ¿Ha visto cómo el mecánico le cambia la bombilla del faro del coche? Pruebe a hacerlo usted. La costurera que cose un dobladillo o el electricista que pela un cable usando dos tenedores y mientras mira la tele.
Pues en la ingeniería lo mismo. Así que:
1.1.- No desprecie a los demás
No desprecie a un delineante por ser sólo eso. Es un oficio humilde, sí, pero el hombre es capaz de trazar una línea recta sin regla (¿y usted con regla?) y un croquis con rotulador sin cometer borrones ni tachaduras. No desprecie a los trabajadores de la obra ni al aparejador que "sólo" mide los planos. Las cosas, aunque viéndoles a ellos les parezca fáciles, no lo son. En absoluto. Y la otra persona se ha esforzado para desarrollar una habilidad que usted no posee.
1.2.- No desprecie lo que usted tiene que hacer
No crea que lo hará "en cuatro patadas". Ni un presidente de gobierno aprende economía en dos tardes, ni lo que usted creyó que le llevaría nada de tiempo lo va a hacer en el tiempo que usted a pensado.
Y es que, como también digo a menudo,
2.- "Todo cuesta más de lo que se cree"
Es la consecuencia obvia del principio anterior. Despreciamos lo que costarán las cosas, porque las creemos fáciles, y nos encontramos con que no lo son tanto. El resultado es que todo cuesta más de lo que se cree.
Por lo tanto, antes de hacer una estimación repítase estos dos principios. Haga la estimación, y luego piense que se ha quedado corto. Ni "corregir cuatro rayas" en un dibujo se hace en un minuto, ni un cálculo de comprobación se hace en cinco. Pero es que lo mismo pasa con las cosas de fuera del despacho. Un apeo de una pared maestra no se hace en dos horas, cortar una barra, repasar un armado o vertir una cuba de hormigón, todo lleva más tiempo de lo que se imagina.
Sobre todo, sobre todo, piense siempre que
Está en la naturaleza humana el pensar que aquello que no sabemos hacer es fácil.
Yo no sé coser una herida. Pero debe ser fácil, he visto hacerlo y no tiene misterio. Yo no sé conducir, pero aparcar no tiene misterio y encontrar una dirección en Madrid con el tomtomgo ése lo hace hasta un niño de pecho. Ese futbolista es un paquete, no sé como pudo fallar ese tiro, el seleccionador no tiene ni idea, ¿cómo pudo no ver que tenía a un compañero solo? Un niño de cinco años pinta mejor que ése, aparece diez minutos y se lleva una pasta, ¿conduce un coche que va casi solo y lo llaman deporte? Con esas bicis subo yo el Tourmalet marcha atrás.
¿Entienden? Pues es porque siempre pensamos que lo que no sabemos hacer es fácil. Y no lo es. Piénselo la próxima vez que le pida a su amigo informático que le reinstale el antivirus o a su cuñado del banco que le haga la declaración de la renta.
Pero por favor, sea consciente. Si algo usted no sabría hacerlo, entonces es que no es fácil. Y si no es fácil, es que es difícil. Y costará más de lo que cree. No diga aquello de "esto tú te lo ventilas en diez minutos".
Y sobre todo, no se sorprenda si en diez minutos no está terminado. Ni en cincuenta.
3.- "Y si algo puede salir mal, saldrá mal"
La archifamosa ley de Murphy. Pues la ley es cierta. De hecho, hay quien piensa que Murphy... era un optimista.
Recuerde: Nada es tan fácil como parece, todo cuesta más de lo que se cree y si algo puede salir mal, saldrá mal. Cuando tenga que estimar lo que cuesta hacer algo, piense en lo que le he dicho. Cuando crea que algo debió hacerse antes o mejor, piense en lo que le he dicho.
Y sobre todo, cuando proyecte para que sea otro el que construya, piense en lo que le he dicho.