https://www.youtube.com/watch?v=XDIYOiQUi2s
A menudo, después de un desastre nos asombramos de lo ocurrido y nos preguntamos cómo hemos llegado hasta allí. Con todo, la sabiduría es hacerse esas preguntas antes de empezar, no cuando ha concluido.
El año pasado, ante la carencia evidente de enfermeros, la Consejería de Salud realizó una amplia oferta de puestos de trabajo temporales a enfermeros de otras regiones; principalmente, andaluces. Estos enfermeros, huelga decirlo, no hablaban catalán.
Si bien al principio los profesionales de la protesta lingüística habitual se quejaron, todo el mundo entendía la situación y hacía de la necesidad virtud. Y todo fue bien.
Hasta el punto de que, cercano ya el fin de los contratos, la Consejería les propuso que se presentaran a puestos fijos (o interinos, no sé pero da igual). Pero el diablo está en los detalles: tendrían que sacarse el nivel C-1 de catalán. Es un dominio del catalán bastante avanzado, no un simple intuir lo que el otro dice.
Hace unos días, Begoña, una de las enfermeras gaditanas, grabó en un receso en su trabajo un vídeo que publicó en su red social. En el vídeo aparece con dos compañeras, las tres con el uniforme de enfermeras del hospital Valle de Hebrón, y nuestra Begoña se queja de la oferta que les han hecho. No de la oferta en sí, sino que les exijan el C-1. Por usar sus propias palabras, "el puto nivel C1 de catalán", y dice que ese "puto C-1 se lo va a sacar su madre". En fin, no son las palabras que yo usaría, pero los jóvenes de ahora hablan así y hasta el DRAE reconoce "puto" como adjetivo intensificador. El caso es que alguien vio el vídeo, seguramente lo compartió con otras personas, éstas con otras personas,... y al final lo vio un sindicalista de UGT que se creyó obligado a denunciarlo. Es decir, a propagarlo en las redes de los profesionales antes mencionados. De algún modo, los señores se habían enterado de que el servicio se quejaba cuando estaba en la cocina. Y la respuesta de los señores no tardó en llegar.
De repente, TV3 convirtió el vídeo en su noticia del día. Uno de sus programas señeros, Tot es mou, presentado por una de sus periodistas estrella, se dedicó a destripar el asunto a fondo, obviamente criticando y poniendo como hoja de perejil a la incauta enfermera. "Una enfermera ridiculiza el catalán en las redes", tituló. A partir de entonces la cosa se desmadra y todos los tertulianos tevetreseros, que han de justificar sus puestos y sueldos, fueron a cuchillo. Desde Waterloo, Puigdemont acusó a la enfermera de "lingüicidio", y por supuesto exigió sanciones.
Más aún. El consejero de Salud declaró que el vídeo era inaceptable, y que abrían un expediente contra la pobrecita. Y que era inaceptable que una enfermera, en tanto en cuanto servidora pública, no hablara el catalán. La gerencia del hospital, por su parte, anunció que además era inaceptable que la enfermera luciera en el vídeo el uniforme del hospital. Hasta UGT, el sindicato que defiende a quienes le suministren la coca o los mariscos, salió en tromba contra Begoña , que hay que ver, que no se puede admitir.
Y la enfermera empezó a recibir amenazas. Anónimas y vía redes sociales, claro. Como es habitual en estos pagos, tan feraces en hiperventilados.
Begoña está ahora tramitando su baja por estrés. Termina contrato el 31 de marzo, y no creo que quiera renovarlo. Tampoco creo que cuente, en su tierra, lo bien que la hemos tratado en Cataluña. Y los hiperventilados estarán, a su vez, satisfechísimos: otra españolaza que han conseguido expulsar, estamos mucho mejor sin ella. Cataluña necesita, por lo visto, unas 10.000 enfermeras que no tiene, pero con espectáculos como este no sé si atraerá a muchas. Dudo que a las mejores.
Sin embargo, nosotros no somos así. Los catalanes de a pie, los que me encuentro en mi vida diaria, no son así. No les importa si la enfermera no habla catalán: ellos sí hablan español, y cambian. Lo importante es comunicarse. Si la enfermera no aprende catalán, pues bueno. Y si en un juvenil tropiezo publica un vídeo en una juvenil red de internet en el que dice puto nivel C-1 de catalán, pues... todos hemos oído cosas peores y no hemos movido un músculo. Pero ¿entonces?
Son nuestros gobernantes y nuestros periodistas y tertulianos de la televisión pública catalana, los hiperventilados de verdad. Sí, tenemos nuestra ración doble de chalados con severos problemas mentales fanatizados hasta la vergüenza, pero son los gobernantes y los de TV3 los que echan la leña al fuego. Los que consiguen que un vídeo que se sería sustituido por otro en dos días se convierta en un insulto inaceptable, que requiere represalias draconianas y que justificará todo lo que después se diga o haga. Son ellos los que señalan y azuzan a los fanáticos. Son los gobernantes y los que viven de esto, los de TV3, los desagradables, los intolerantes. Nosotros no somos así. Nosotros sólo les votamos.
Por último, un consejo para todos los enfermeros, médicos y demás profesionales que vengan a las provincias catalanas a ganarse los garbanzos: que sepan que aquí, libertad de expresión sólo tienen los nacionalistas.
Orchestral manoeuvres in the Dark - Souvenir