sábado, 8 de octubre de 2016

Geoscan





Cualquier lector habitual de este blog pensará que los calculistas tenemos dos enemigos naturales, los arquitectos y los geólogos. Formalmente, por supuesto, no es así: caray, formamos equipo, colaboramos para sacar adelante los mismos proyectos. Nos ayudamos unos a otros, ¿no? Quiero decir, es nuestro trabajo. El calculista ayuda al arquitecto, el geólogo al calculista, el arquitecto al calculista, el calculista al geólogo,... ¿Entonces?

Pues la verdad, tenemos una relación cordial, colaboramos y todo eso... pero que mi trabajo sea más o menos fácil depende mucho de lo bien que los otros hagan el suyo. Y no siempre remamos en la misma dirección: las opciones que les facilitan a ellos el trabajo pueden ser las que complican el mío. Sí, es comprensible que eche pestes de los geólogos. Que piense que viven en otra realidad (porque no es la mía, claro). Que no me entiendan.

Pero luego uno trabaja con Geoscan, y ve las cosas diferentes. Ve que no es que el cocinero no me hiciera la carne a mi gusto, es que la carne era mala. Es que los geólogos con los que había trabajado eran malos, leches. Pero claro, hasta que no conoces a un buen geólogo no notas la diferencia.

En lo que a mí respecta, el trabajo de un geólogo más o menos funciona así: tengo necesidad de un conocimiento técnico del terreno, llamo al geólogo, este va allí, extrae muestras para analizar en un laboratorio, toma medidas, y prepara un informe, el EG: Estudio Geotécnico. A su vez, los EG tienen todos el mismo esquema: primero, nos cuentan lo que pasó en el Mesozoico en esa comarca, después lo que han hecho, nos dicen los resultados de sus experimentos y dan sus recomendaciones. Los médicos no siempre aciertan, ¿verdad? Pues los geólogos no suelen clavarla en sus recomendaciones. Y lo normal es que se pasen siete pueblos: como si yo les recomendara un John Deere, porque "toma muy bien las curvas".
El coche que me recomienda mi geólogo

Con Geoscan es diferente. Lo primero que uno nota es que ellos no tienen las máquinas de extraer muestras niel laboratorio. Ni son topógrafos. Todo eso lo subcontratan (bajo su estricta dirección, cuidado). Su interés no es vender metros y metros de sondeos o un porrón de ensayos. Ellos, lo que aportan, es el estudio. Aportan la ciencia geotécnica.

Puede que un médico rutinario le recete las pruebas acostumbradas y le despache con el diagnóstico habitual. Ellos no. Parece que se lo toman como una cuestión personal. Primero plantean la campaña de mediciones para saber todo lo que se necesita saber, y buscan los medios necesarios. Ahí uno ya se da cuenta que juegan en otra liga. Luego, estrujan los ensayos para sacarles toda la información posible. Y después la analizan, gran diferencia con los geólogos normales, que suelen ir a tiro hecho - ¡ah, cómo odio cuando el dato vital que les pido lo obtienen de las enciclopedias!-, y realizan complejas simulaciones por ordenador del terreno; con respecto a los demás, Geoscan parece de ciencia ficción.

En mi caso concreto, discutimos las opiniones que teníamos y las simularon en sus ordenadores para descubrir sus efectos y la configuración óptima. Y entonces, y sólo entonces, redactaron su EG. Que, a diferencia de las habituales 30 páginas, tenía 480. Y no eran de relleno, era el mejor estudio que he visto nunca. ¡Y sólo era un muro de contención de tierras!

¿Son caros? No los encontrarán en un bazar chino, y si sólo necesita un EG para cumplir un expediente no les llame. Pero si se arrepiente de haber gastado el dinero en el que le recomendó el John Deere, descubrirá que la combinación geólogo+cimentación siempre es más barata si el geólogo es Geoscan. Y, como mínimo, sentirá que el geólogo no se ha aprovechado de usted.

Que no son sus enemigos, sino sus amigos.




Etta James - Something's got a hold on me