martes, 21 de abril de 2015

Una lección de la Revolución Francesa.




A finales del siglo XVIII, durante la Revolución Francesa, se dieron cuenta de que había muchas unidades de medida o, lo que es lo mismo, muchas maneras diferentes de medir lo mismo. En cada sitio lo mismo se medía de una manera diferente: para unos eran leguas, para otros codos, brazas, yuntadas, millas, varas,… En otros casos tenemos arrobas, fanegas, onzas, libras, celemines, ánforas, sextarios,… Y todo, además, agravado por el hecho de que en cada sitio la misma palabra representaba, en realidad, medidas diferentes: el codo de un lugar no coincide con el codo de otra región, la fanega de aquí no es la fanega de allí…

Aquello era un girigay, no era serio. Así no se iba a ningún sitio.

Los diputados franceses se consideraban los verdaderos representantes del Pueblo, y puesto que opinaban que el Poder residía en el Pueblo, se arrogaban el poder absoluto de hacer lo que les diera la gana. No la real gana, porque sería contrarrevolucionario y por lo tanto reo de guillotina; sólo la gana.

Así que decidieron que eso de la multiplicidad de medidas se había acabado. Se establecieron unas unidades de medida patrón, y se estableció que todo el mundo las usaría de ahora en adelante, prohibiéndose el uso de otras. Estas unidades de medida, ya las conoce, son el metro, el kilogramo, el litro, etc.

No me cabe duda de que todo el mundo protestó. Sus medidas tradicionales, por favor. Es el fin de nuestra cultura. Y todo eso. Tampoco me cabe duda de que a los pocos años todo el mundo alababa el tener unas medidas únicas y universales y nadie echaba en falta las unidades tradicionales.

Tiempo después, los demás países se dieron cuenta que ése era el camino correcto, y se adhirieron al sistema, adoptando las mismas unidades y desechando las suyas locales.

Como era de esperar, nuevos descubrimientos han requerido el establecimiento de unidades nuevas: el parsec, el angstrom, etc. Pero estas incorporaciones se han llevado a cabo con el espíritu nuevo de medidas patrón y universales.

Como ingeniero, no puedo menos que estar de acuerdo con lo que hicieron los franceses.

¿Y usted?

¿Está de acuerdo?

También ocurrió entonces algo parecido, fueron los mismos y los criterios fueron los mismos. Permítame, entonces, que repita lo dicho, pero con la sustitución de unidades de medida a lo otro.

A finales del siglo XVIII, durante la Revolución Francesa, se dieron cuenta de que había muchas lenguas o, lo que es lo mismo, muchas maneras diferentes de mentar lo mismo. En cada sitio lo mismo se nombraba de una manera diferente: para unos era luna, para otros moon, lune, Mond, maan, kuun,… En otros casos tenemos ventana, window, Fenster, ikkuna, fenêtre, finestra, raam,… Y todo, además, agravado por el hecho de que en cada sitio la misma palabra representaba, en realidad, conceptos diferentes: el sea  (mar, en inglés) de un lugar no coincide con el sea de otra región, el hay (heno, en inglés) de aquí no es el hay de allí…

Aquello era un girigay, no era serio. Así no se iba a ningún sitio.

Los diputados franceses se consideraban los verdaderos representantes del Pueblo, y puesto que opinaban que el Poder residía en el Pueblo, se arrogaban el poder absoluto de hacer lo que les diera la gana. No la real gana, porque sería contrarrevolucionario y por lo tanto reo de guillotina; sólo la gana.

Así que decidieron que eso de la multiplicidad de lenguas se había acabado. Se estableció una lengua patrón, y se estableció que todo el mundo la usaría de ahora en adelante, prohibiéndose el uso de otras. Esta lengua, ya la conoce, es el francés.

No me cabe duda de que todo el mundo protestó. Sus idiomas tradicionales, por favor. Es el fin de nuestra cultura. Y todo eso. Tampoco me cabe duda de que a los pocos años todo el mundo alababa tener una lengua única y universal y nadie echaba en falta las lenguas tradicionales.

Como ingeniero, no puedo menos que estar de acuerdo con lo que hicieron los franceses.

¿Y usted?

¿También está de acuerdo?

Entonces, si es bueno que haya una lengua universal que convierta en innecesarias a las demás, ¿por qué insistimos tanto en defender las lenguas locales?


Comentario adicional: ¿verdad que encuentra lógico y preferible que todo el mundo represente el concepto '1' con el guarismo 1, el concepto '2' con un 2 y el '37' con un 37, y el concepto '1+2=3' como 1+2=3? Pues eso.




Bob Dylan - El hombre puso nombre a los animales, una versión muy sabinesca