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El otro día, en el Congreso, una diputada declaró en la tribuna que la ministra de Igualdad, Irene Montero, había llegado a donde había llegado "por haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias". ¡La que se montó! Ni el 7-0 de España en el Mundial, ni guerra de Ucrania, ni la chapuza de la ley "sólo sí es sí", ni la sedición, ni la Guardia Civil, ni nada. Ése pasó a ser el tema, nada importaba más.
Por poner en antecendentes: La ley estrella de Montero, la del "sólo sí es sí", ha devenido en tal chapuza legal que muchos condenados por violación o agresión sexual están viendo rebajadas sus condenas, y en algunos casos siendo excarcelados. Montero, incapaz de reconocer un error, acusó a los jueces de ser fachas machistas (para ella es lo mismo) y proclamó que necesitan formarse (en feminismo) para aplicar correctamente la nueva ley. La otra diputada, entonces, se dirigió a la ministra diciéndole «Hay que tenerla de cemento armado para insultar a profesionales que se han pasado años estudiando Derecho y una oposición, cuando el único mérito que tiene usted es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias». La ministra Montero, lo sabemos todos, es licenciada en Psicología (suena muy rimbombante, pero es apenas nada) y su experiencia laboral no política se reduce a unos meses de cajera en un súper de barrio de Madrid. Es fama que su ascenso en su partido, Podemos, fue progresivo a medida que fue pareja de los aún dirigentes Rafa Mayoral, Juanma del Olmo y, finalmente, Pablo Iglesias, el macho alfa del partido, y que la primera medida que tomó cuando lo consiguió fue desplazar a la anterior pareja de Iglesias de su asiento contiguo en el Congreso de los Diputados a uno al fondo... justo detrás de una columna, donde ni se la podía ver. Cuando Sánchez negoció con Iglesias el gobierno, ya saben que para Sánchez todo está en venta, Iglesias consiguió una vicepresidencia para él y un ministerio nuevo para su pareja, Montero.
¿Consiguió el cargo Montero gracias a su relación con Iglesias? Bueno, en primer lugar no cabe otra explicación. Pero ¿y si no se hubiese ligado a Iglesias? Si todavía fuera pareja de Juanma del Olmo, ahora sería asesora en el ministerio de Igualdad (subordinada, pues, a quien fuese entonces la pareja de Iglesias); si lo fuera de Mayoral, también, pero además habría hecho de niñera de los hijos de Iglesias.
Así que la ministra se ha ofendido no por estar donde no lo merece (recalco, hablamos de toda una ministra), sino porque alguien se lo diga públicamente. Es como ser cornudo, que una cosa es serlo y llevarlo con discreción, y otra que sea público y todos lo sepan, y peor aún que alguien te lo proclame. En España, que una injuria sea cierta no elimina el delito de injurias: el delito es hacer la injuria pública, ésa es la ofensa. Es discutible si lo dicho por la diputada es una injuria o una desapasionada descripción de la realidad, pero dado que todos hemos entendido el mensaje entre líneas, Montero tiene su razón al sentirse humillada.
Por otro lado, ya en su momento Pablo Iglesias se quedó a gusto (y estoy seguro de que no fue el único) poniendo como hoja de perejil a Ana Botella cuando era alcaldesa de Madrid por ser esposa de Aznar. Por no recordar la constante e impune sarta de insultos que profieren Montero y su bando a los del bando de la diputada, que parece que están ahí sólo para ser insultados.
La clave de todo, ya se habrán dado cuenta, es que Montero e Iglesias son de izquierdas y Ana Botella del PP. Y, sobre todo, la diputada en cuestión... de Vox. Y, claro: en este país hay dos libros de reglas: las que rigen para nosotros, y las que rigen para los de Vox (y los del PP, que no se me alteren mucho que les aplicamos también las reglas Vox). "Tiene un coño como esta mesa", le dijeron a la ministra en una entrevista en la SER. "Es un piropo muy bonito", respondió agradeciéndolo. Si lo hubieran dicho en una emisora de derechas...
¿Sirve este suceso para hacer reflexionar a los del bando de la insultada (Montero, no los de la diputada) sobre que no todo vale y que no se puede hacer del insulto al rival la constante práctica política? Pues estaría bien, pero no va a ocurrir. Lo de los dos juegos de reglas está demasiado interiorizado, en ellos y en todo el país. Más bien al contrario: ya tienen su excusa, unos, para ir a tumba abierta contra los de Vox, y los podemitas, en concreto, para ir contra todos los de derechas. "Ellos también nos insultan", dirán. "La violencia política, llevada a su máximo extremo", titulan en El País. La culpa es de Vox, por defenderse y devolver insultos.
Aunque convendrán conmigo en que, al menos, los insultos de Vox son más inteligentes que los zafios facha, machistas, racistas o xenófobos que les espetan a ellos. Si ni siquiera en eso están de acuerdo es que están ustedes más carcomidos por el partidismo de lo que yo creía. Pero si lo está, intente observar con imparcialidad el paisanaje y, sobre todo, la respuesta de los medios de comunicación y de los espontáneos que opinan en el debate, y comprenderá muchas cosas de este país.
Littlekings & Kalkovich - This is the life
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