jueves, 30 de noviembre de 2017

No me gusta el jazz



Take Five es, lo reconozco, una obra maestra del jazz. 



¿A quién puede no gustarle esta pieza? 

No me gusta el jazz. Vale, sí, algunas piezas de jazz sí me gustan ragtime sobre todo, pero en general no.

Take Five es un ejemplo típico de lo que tiene el jazz y no me gusta.

La canción se basa en una melodía sencilla. Los músicos, todos unos virtuosos, eso no lo pongo en duda, atacan la melodía y, por turnos, desbarran en solitario. Se dedican a lucirse, a hacer sus solos, mientras los demás mantienen el ritmo básico. Luego, el instrumento que ha hecho el solo vuelve a la melodía principal, y es otro compañero el que toma el relevo en el desbarre.  La pieza dura lo que dure, cada vez será distinto y es posible que cada vez cada instrumento improvise un poco o introduzca alguna variación sobre su desbarre. Si la pieza se graba en un disco, el tiempo lo limitan; si es en una actuación en, pongamos, el Kingston Mine de Chicago, quince minutos no son nada.

En música, en general no me gustan las actuaciones en solitario mientras el resto sólo hace de fondo. Me gustan las actuaciones corales. Quizá por eso tampoco me gustan muchas piezas de piano.

Lo cierto es que la música es algo muy personal, a cada uno le gusta una música distinta y ese gusto es variable. A mí es que no me gusta el jazz. Sólo eso.
 




Dave Brubeck Quartet - Take five

martes, 28 de noviembre de 2017

La casa de 1578




Me llaman para que opine sobre el estado de una casa que, por lo que figura en el arco de piedra de la puerta, se construyó en 1578. Hace casi 450 años, no está mal. Yo no tengo ojo para distinguir si la casa es de 1578 o de 1678, les diré, pero es cierto que está en el centro de un pueblo antiguo, con aún algunos edificios medievales en pie. Así que puede ser.

Ah, hay otro dato: también figura en la fachada que fue restaurada en 1926. Hace cien años, cuando la casa tenía 350. Ya le tocaba.

La casa tiene dos plantas. Pero yo creo que sólo la primera es la original. De hecho, yo diría que de 1578 sólo quedan las paredes de planta baja y la de la fachada principal. El piso interior tiene una estructura de madera, y me extrañaría que en sus 450 años de vida no hubiera tenido nunca un incendio. Las paredes interiores en la planta baja son de piedra y muy gruesas. Las separaciones entre paredes son reducidas: sí, una casa construida en un pueblo apartado en el siglo XVI. Pero el suelo de las diversas estancias tiene formas diferentes, y seguro que edades diferentes. En una sala concreta, es de vigas de acero. Eso, en ese pueblo, ni en 1926.

La planta primera es más intrigante. Las paredes son de carga, de piedra, pero no tan gruesas como en baja. Me parecen de una época en la que o no tenían tantas piedras, o trabajaban mejor la madera y se arriesgaron a luces mayores. También hay algunos tabiques de ladrillo macizo de 4 cm: sin duda, esos tabiques vienen de la reforma de 1926. El piso está casi echado a perder, por eso me llamaron. Todos los muebles están calzados, y hay habitaciones donde da reparo entrar, la sensación óptica es que están a punto de hundirse. Es como la superficie de la arena en un reloj de ídem.

El suelo es de la clásica baldosa hidráulica de 1926: eso lo tengo claro. Es de esa reforma. También algunos muebles parecen serlo, pero ya es algo que a mí no me preocupa. 

La clave para entender la casa es el falso techo: es de cañizo, algo habitual en 1926. ¿Por qué una casa tiene falso techo? Para tapar los cables eléctricos. Por lo tanto, supongo que la casa se electrificó en 1926. Antes no habría falso techo, y la cara inferior del forjado sería vista. Las vigas de madera son de dos tipos: unas, tablones de color madera aserrada. Otras, negras. Están a distancias iguales, pero alternas. Las de madera aserrada son más altas y más más estrechas que las negras, y el cañizo está directamente atornillado a ellas.  Las negras, más bajas, sujetan el cañizo mediante un listón, también de madera serrada, que salva la diferencia de alturas entre vigas. 

Un examen más cercano a las vigas negras revela que tienen un dibujo, unas líneas talladas que le dan cierto aspecto ornamental. Está claro que son las vigas originales, y que el negro es la acumulación de años de humo de velas. No sé de qué siglo son, podría decir que del XIX, pero tampoco me extrañaría que fueran del XVIII. Me sorprendería que fueran del XVII o del XVI, pero por el hecho de que hubieran sobrevivido tantos siglos sin incidentes, más que nada.

El intereje entre vigas negras es 1,10 m, mayor del habitual. Es obvio que en 1926 demolieron el piso, mantuvieron las vigas negras, colocaron entre ellas las de madera aserrada, pusieron el pavimento de piso típico de 1926 y el falaso techo de cañizo (plus la instalación eléctrica, supongo). Como ya se ponía falso techo, las vigas de forjado quedaban ocultas y no necesitaban ningún trabajo.

Lo curioso es que las vigas "modernas", las de madera aserrada de 1926, están todas hechas polvo. Algo las ha afectado, y habrá que tirarlas. En cambio, las de ni se sabe cuándo están ennegrecidas, sí, pero se encuentran en perfecto estado. Ésas, se van a quedar. Quizá otros 400 años, quién sabe.




Status Quo - Whatever you want

domingo, 26 de noviembre de 2017

Boicot a Cataluña




Un tema sobre el que reflexionar es el boicot en el resto de España a los productos catalanes. Guste o no guste, es una realidad que es consecuencia directa del prusés. ¿Y qué esperaban, si desde el primer día se les avisó que si tomaban ese camino, esto iba a ocurrir?

Por ejemplo, Arroz Nomen. Excelente arroz, sólo que su mandamás se despachó con unos mensajes en Twitter en los que se manifestó profundamente independentista y antiespañol. Parece ser que ha habido una protesta clara, y ¿qué ha hecho el hombre? Ha cerrado su cuenta de Twitter. Como si eso bastara. 

¿Hacemos boicot a Nomen? Uno podría pensar que no, que pobres campesinos, Nomen es una cooperativa de arroceros del delta del Ebro. Pero... Hecho 1: la cooperativa no le ha despedido, le mantiene. Y hecho 2: el delta del Ebro es una zona tremendamente separatista, miren los votos. Quizá sea porque es una comarca muy apartada de Cataluña (aunque en un mapa no lo parezca), es una comarca de las que tiene poco contacto con el mundo - sin llegar a ser Solsona, claro.

Así que sí, en un caso como éste yo veo claro que se boicotee a Nomen.

¿Y a las demás empresas catalanas? Pues la verdad es que también, si no es de las que se han posicionado claramente con España. Colacao, Nocilla, Ordesa,... empresas que han mostrado que no quieren que a ellas se las junte en el mismo saco que Nomen. 
Pero ¡ey! esto no es una incitación al boicot de los productos catalanes, sino la comprensión por mi parte de los que lo hagan. Puede decirse que muchas empresas de por aquí no son antiprusés pero el casi nazismo imperante en esta tierra desde hace años impedía que ninguna publicitara su opinión discordante. Pues bien, esto es discutible. Casi la mitad de la población de aquí cree que catalanes y españoles venimos de monos distintos. Sería lógico suponer que casi la mitad de las empresas de aquí son independentistas. SI uno se pasea por las tierras de Barcelona, lo que percibirá será que lo habitual es que los empresarios sean independentistas en más proporción que los trabajadores. Por lo que es más probable que los dueños de la empresa sean sepàratistas.

¿Tiro piedras contra mi propio tejado? Puede. Pero es que esto tiene que acabar. "Esto", por cierto, está sustentado por la burguesía catalana, por los "dueños" de casi todo en esta tierra. Y como no tiene sentido la imposición de sanciones económicas, me parece bien que sean los propios españoles ¡en ejercicio de su libertad de elección, además! quienes elijan no comprar productos que benefician a esa burguesía. Yo mismo jamás entro en un Bon Preu o un Esclat, ni reposto en un Petromiralles, por ejemplo. Y tampoco viajo a Manresa, a Solsona, a Bañolas o a Olot. Simplemente, no me apetece ir a esos sitios: no me siento bienvenido. ¿Qué culpa tiene el del bar de la plaza de Bañolas? Bueno, los resultados electorales me muestran que la mayoría de los bañolinos no me quieren. Si el del bar quiere que vaya, que consiga que sus conciudadanos me quieran. Si no lo consigue, que elija: ellos o yo. Él elige ellos, lo entiendo, y yo elijo no ir. No es nada personal.

O sí. Precisamente es eso: algo personal. Es una decisión que toma cada persona que no tiene que rendir cuentas por ello a nadie. De hecho, no deberíamos llamarlo boicot, porque no responde a una campaña organizada. Es sólo que no conseguirán las ventas que querrían. Perder el mercado español no es un boicot, es la consecuencia de una mala gestión de márketin. Esto no lo dirá nadie, porque una peculiaridad del carácter catalán (del auténtico, del de los separatistas) es que ellos nunca tienen la culpa de nada. Siempre es de otros. Y cuando sus cifras de venta decaigan, echarán la culpa "al boicot". Seguro. Jamás reconocerán que han sido ellos, con su actitud, los que se han buscado ese descenso.

Por otro lado, habrá también otro boicot, y éste durará más años: se boicoteará a los propios catalanes. Usted tiene una empresa en, pongamos, Zaragoza, y ha de contratar un ingeniero como jefe de producción. Se le presentan tres, un aragonés, un soriano y un catalán, y me temo que el catalán no tiene ninguna oportunidad. Esto va a pasar, y cuando el catalán se lamente, habrá que explicarle que se lo han ganado a pulso. El no tener trabajo en Cataluña, y el no encontrarlo fuera.

Esto todavía puede pararse. Si en las elecciones del 21D hay un vuelco electoral y los partidos separatistas se pegan un batacazo, el resto de los españoles nos verá como españoles. Si ganan los separatistas, nos tacharán a todos de serlo. A mí no, pero a cualquiera que tenga un nombre o apellidos catalanes seguro que sí,y pagaremos justos por pecadores aunque no sea justo para los justos. No me pregunten qué pasará: por un lado, no me cabe en la cabeza que les sigan votando; por el otro, no conozco a ninguno que cambie su voto, y menos que haga una autocrítica sincera.

Lo que sé es que, ganando los separatistas el 21D, ése será quizás el menor de nuestros problemas.




Peter Gabriel - Red rain

Acerca de la AEM, y los boicots



La Agencia Europea del Medicamento (AEM) no va a venir a Barcelona. Se traslada a Amsterdam.

La AEM es una de las varias agencias y entidades europeas con base en Londres y que, debido al Brexit, han de abandonar el país. Lo que pasa es que la AEM no es una agencia normal, es un panzer de la biotecnología y conseguir su sede es como conseguir una fábrica nueva de ensamblaje de coches. Todos los medicamentos que se vendan en la UE, además de fabricarse en la UE, han de estar aprobados por la AEM. Así que, en primer lugar, la AEM es una empresa enorme (casi mil trabajadores). Aprobar un medicamento no es un trabajo sencillo, por lo que los trabajadores de la AEM son trabajadores muy cualificados. Aun así, la AEM no da abasto, así que suele delegar en las agencias equivalentes nacionales parte de su trabajo. Esta delegación la hace en varios países, pero el grueso, por razones lógicas, va al país en el que tiene la sede. Además, muchas empresas del sector, para mejor tratar con la AEM, tienen sedes o delegaciones donde esté la AEM. Y estas empresas no nos fábricas textiles: son farmaceúticas en primer lugar, y por extensión químicas y biotecnológicas. Plus lo que deparará el futuro, que esto de la genética y la nanotecnología es increíble. En resumen, la AEM es una bicoca que todos los países de la UE querrían tener.

España, por supuesto, pujó. Y pujó porque se estableciera en Barcelona. Podía haber optado por otras ciudades, pero eligió Barcelona. Nada que objetar, al contrario: salvo un pequeño detalle, Barcelona era la ciudad óptima. Era la gran candidata para toda Europa. Porque nadie quería reconocer que había un pequeño detalle. Porque toda esta historia surgió tras el referéndum del Brexit, verano de 2016. Y para esas fechas (y cada vez más, desde entonces) los mandamases de Cataluña no paraban de pregonar a quien quisiera oírles que se iban, que separarían a Cataluña de España. Y toda Europa sabía que si se separaban de España saldrían de la UE, y la AEM tendría que volver a cambiar de sede.

¿Por qué España apostó por Barcelona? Hombre, yo lo entiendo. Cataluña no se iba a separar, dijeran los Puigdemones lo que dijeran. Si no fuera por sus políticos, Barcelona era la mejor opción. Y, por último, que el Gobierno apostara por algo bueno para Barcelona era también un gesto que los catalanes separatistas debían reconocer como argumento en contra de sus estúpidas tesis.

Pero para que la jugada saliera bien, los Puigdemones debían abandonar sus locuras. Y no lo hicieron; al contrario, declararon derogada la Constitución y el Estatuto en Cataluña, cerraron el Parlamento, celebraron un "referéndum" muy peculiar, totalmente alejado de los estándares europeos, y declararon que Cataluña era una república que ya no pertenecía al Reino de España. La AEM les interesaba tan poco que cuando se hizo la presentación en Bruselas la víspera un concejal del PSC tuvo que mover hilos para que el gobierno catalán enviara al consejero de Salud esa tarde, para que asistiera. Y la alcaldesa, Colau, había declarado que su partido no quería la AEM y le pidió a ese concejal del PSC que no meneara mucho ese tema. Y luego rompió la breve coalición de gobierno del ayuntamiento que tenía con el PSC. Ni siquiera fue, Colau, a ninguno de los actos en Bruselas, en los que había que estar.
 ¿Alguien esperaba realmente que la AEM recalara en Barcelona? ¿De verdad?

Ahora que ya es oficial que no vendrá, los separatistas que nada hicieron para que viniera (y que consiguieron que no lo hiciera) acusan a Madrid de no haber querido que la AEM viniera. Otros de ellos se burlan de que España no tiene fuerza para traer la AEM a Barcelona. Por supuesto, no quiero ni imaginar lo que habrían dicho si hubiera sonado la flauta y la AEM eligiera Barcelona. 

Pero lo más escandaloso es que acusen (ellos, los separatistas) al Gobierno de que no ha venido "por los sucesos del 1-O y la sin par represión que sufre Cataluña desde entonces. Claro, dicen, cómo va a venir a un "país" que tiene a medio gobierno en el exilio y al otro medio en la cárcel. Cosas, por supuesto, culpa de Rajoy. Rajoy es el gran culpable. Han argumentado, incluso, que cómo iban a querer los de la AEM al país de Rajoy.

Pero, ¡por Amor de Dios! Cada día se van una veintena de empresas. Las más gordas fueron las primeras. Los trabajadores extranjeros de alto nivel están pensando en largarse. La CUP manda en las calles y para muestra, la impuidad con la que asaltaron un autobús turístico en Barcelona, este mismo verano. La mitad de la población es tan estúpida que una y otra vez vota a unos locos (dejémoslo en locos), cada vez más exaltados. Yo también habría votado no venir a Barcelona. 

En fin, la cosa no tiene remedio. Es una muy mala noticia para Barcelona, y también para España. De hecho, es tan mala - por oposición: ¡habría sido tan, tan buena noticia obtener la AEM!- que me cuesta alegrarme. Y no me alegro porque, como nada teníamos y nada tenemos, para el común de los catalanes no hemos perdido nada (salvo la oportunidad). Así que nada reprocharán a los Puigdemones y cuadrilla. Para ellos, toda la locura de estos años no ha supuesto ningún perjucio si hablamos de la AEM.







Umberto Tozzi - Gloria

martes, 21 de noviembre de 2017

Charla con calculistas



Resulta que no saben cambiar de unidades. De kilos a newtons, de metros cúbicos a centímetros cúbicos, esas cosas. Me confiesan (varios) que lo que hacen es buscar una página en internet que haga la conversión de unidades por ellos, pero que no siempre la encuentran y lo tienen que hacer a mano.

Y en esas stuaciones, se equivocan. Se equivocan mucho.

Uno de ellos, a la cara, me dijo que 1 newton son 10 kilos. Le pregunté si estaba seguro de que 1 newton eran 10 kilos, y me dijo que sí, que lo eran.

Le demostré matemáticamente que 1 kilo son 10 (9,8) newtones, no al revés; su resfuesta fue: "¿en serio?".




No saben cambiar de unidades. Nuestros calculistas. Y se quedan tan frescos. Ven normal que un calculista no sepa cambiar de unidades.

En 1950, 1960, 1970, 1980, incluso en 1990, un calculista que no supiera cambiar de unidades no encontraría nunca trabajo de calculista.

Ahora, como digo siempre, no es problema. El calculista no necesita saber calcular, sólo manejar un programa de ordenador. Y no se trata de una deficiencia de nuestro sistema educativo: en el colegio se les enseña, y si tuvieran que cambiar de unidades en un examen durante la carrera, seguro que todos lo harían. No, es que es un conocimiento que ellos mismos deciden que no es importante, que no vale la pena retener y que olvidan, como las reglas de ortografía. Y esto es lo que más me encorajina.




Es, pues, un ejemplo claro de un conocimiento que el técnico decide que no vale la pena que él tenga, bastando con que los ordenadores lo sepan. No hablo de la capacidad de hacer farragosos cálculos matemáticos o resolver ecuaciones con múltiples incógnitas, sino de un conocimiento muy sencillo y además fundamental.

Soy un ingeniero del pleistoceno, de acuerdo, pero quien crea que esto no tendrá consecuencias es tonto.

Los calculistas de ahora consideran que yo soy una especie a extinguir, que exagero y que no pasa nada porque no sepan cambiar de unidades.





Sophie Green - Lollipop