miércoles, 22 de marzo de 2017

El juego catalán




En Cataluña hay personas que son conscientes de que todo esto es un juego y miran desde la barrera, en parte sorprendidos, en parte divertidos, en parte intrigados por cómo terminará todo. También hay personas, la mayoría, que desde el principio se dio cuenta de que todo es un juego y, como no le interesan los juegos, no presta la menor atención a lo que pasa. Y luego hay personas que no sé si son conscientes de que es un juego o no, pero que se implican. A favor o en contra, pero se implican. Se lo toman a pecho, hasta el punto de que a veces pienso que creen que es real. Y, por último, están ellos, los que juegan.

Imagine usted que un hijo le dice a su padre que se quiere casar (¿este septiembre?) y el padre se lo prohíbe. No entremos en las razones de cada uno, el caso es que el hijo no acata la prohibición y sigue adelante con la boda. El padre le insiste en que no puede hacerlo, pero como si nada. El chico busca iglesia y cura, cursa las invitaciones, apalabra hoteles y reserva restaurante. Va a una agencia de viajes y apalabra la luna de miel. El día de la boda se acerca y ambas partes perseveran en su actitud. Todos están expectantes, sabiendo que no puede haber boda y opinando que el padre debería, al fin, pararle los pies a su vástago. Pero el padre no hace nada. ¿En qué momento alguno de los amigos del novio se compadecerá del ridículo que está haciendo y le dirá la verdad? Chico, termina ya con esta pantomima: ¡si tienes 12 años y ni siquiera tienes novia!

En estos momentos yo me siento, en Cataluña, como si asistiera a los preparativos de la boda. Quiero decir, es imposible que haya referéndum. Pero no porque el padre se oponga, sino porque no hay novia. Insisten los separatistas en que habrá referéndum, y que será en septiembre o antes. Un referéndum que aún no está convocado. Que no se sabe cuándo se convocará. ¿Y se quiere hacer en septiembre? ¿Qué pretenden los separatistas? ¿Que sea un SMS del tipo el domingo referéndum, pásalo? ¿Es la independencia un tema que no merece siquiera seis meses de reflexión, no digo un año, año y medio o dos años? El referéndum de Escocia de septiembre de 2014 se pactó en octubre de 2012, y durante dos años hubo intensos debates sobre el asunto. ¿Somos nosotros menos o más listos que los escoceses?

¿Se han explicado las consecuencias de la independencia? ¿Se sabe qué pasará con la nacionalidad, las pensiones, el paro, la moneda, las fronteras, el ejército, las infraestructuras, el sistema de transplantes, la Unión Europea, la oficina de patentes o el Barça? Por citar cosas importantes y cosas que me importan un bledo. ¿De verdad quieren hacer un referéndum en septiembre sin plantear las consecuencias de la independencia?

Con los plazos que se están dando, lo único que puede hacerse es un referéndum de broma, como el del 2014. Ya saben, ése que durante quince días podía votar hasta el perro las veces que hiciera falta. Ése que ellos mismos, al acabar, reconocieron que era una patochada, no algo serio. Ése que aquí llamamos el butifarréndum. Pero como aún van a tardar más en convocarlo que aquel, aún va a ser menos serio.

Y sin embargo los independentistas siguen actuando como si un referéndum serio en septiembre fuera posible. Se comportan como los niños jugando; lo que no sé es si se creen el juego, como algunos niños, o saben que es sólo un juego pero siguen con la farsa. Que no es que me parezca mal, pero es que no se les eligió para ninguna de estas dos cosas. 

La cosa es tan ridícula que al final convocarían un referéndum para el día siguiente; vamos, que dan ganas de consentirlo... si no fuera porque es lo que ellos querrían, ya que consentido uno, consentido todos.

Lo lógico sería que esto lo parara el pueblo catalán (o sus políticos), con el argumento de que con los plazos que manejan no pueden estar hablando de algo serio, y no dejar al gobierno que cargue con el feo de hacer valer su autoridad y prohibirlo, pues eso alimentaría el victimismo del que viven. Si fuéramos nosotros los que les afeáramos su conducta de creer que esto es un juego, sería diferente, pero no lo haremos, claro está. Nos han ido metiendo tantos goles tan de a poquitito que tenemos partido el espinazo y tragamos con todo.

Y aquí sigo, viendo cómo se desarrolla el juego. Sabiendo que es un juego, pero sabiendo también que, mientras tanto, el el verdadero cáncer sigue carcomiendo Cataluña. Es la educación, y también el no decir las verdades por miedo a ser políticamente incorrecto. Con lo que esta historia es como un combate contra una hidra de siete cabezas. Con la Constitución que tenemos, es cuestión de tiempo. 
 


Neil Young - Hey hey, my my

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