sábado, 25 de marzo de 2017

El problema lapón



Mi anterior entrada versaba sobre el interesante libro de Paco Cerdà "Los últimos", en el que el autor nos muestra la realidad de los que viven en el entorno del Sistema Ibérico, la Laponia del sur. Problema que podemos resumir en "Ya no vive allí casi nadie, y es un círculo vicioso". Y es un problema nuestro, porque nuestra Laponia es una fracción enorme de España. Ayudamos a nuestros enfermos y heridos y a nuestros ancianos, ¿y no ayudamos a aquellos a los que hemos dejado solos y sin nada? 

Pues no, no les ayudamos. Porque a nuestros enfermos y heridos y a nuestros ancianos los vemos; a los que hemos dejado solos no.

El problema lapón es el círculo vicioso que supone. No hay vida allí, porque no hay apenas servicios. No hay servicios porque no hay población. No la hay porque no nacen niños. No nacen niños porque no hay mujeres en edad de tenerlos. No hay mujeres en edad de tenerlos porque no hay vida allí.

De hecho, en un intento de ilustrar cual puede ser el origen del problema, acompañé el artículo con la canción de José Antonio Labordeta "Coplas del tión". El tión es, en los pueblos del norte aragonés, el solterón. En los pueblos del norte hay muchos tiones, porque (lo explica la canción) no hay mujeres para todos; recuerdo que, en mis años de jefe de boy scouts, en cierta ocasión me preguntó un sesentón (o setentón) en un pueblo pirenaico si alguna de las chicas que me acompañaba estaría dispuesto a casarse con él. Y lo de Plan y Caravana de mujeres, les aseguro, era real al 100%. Aquel año recorrí ese valle, y les digo que... en fin. Espeluznante. Pus bien, las mujeres no están en los pueblos no por que no nazcan, sino porque se van. A Barcelona a servir, por ejemplo. Recuerdo también, años antes, un encuentro con jóvenes de pueblos del Campo de Daroca (territorio lapón). Las mozas estaban contentas, porque había una fábrica de huevos cerca y allí tenían trabajo. Y los mozos estaban más contentos aún.

Años después, el Heraldo se hacía eco de que muchos jóvenes de Teruel capital, hartos de que allí sólo hubiera tres pubs y se vieran siempre los mismos, solían alternar las salidas locales con salidas a Valencia (a 120 km de carretera, no autovías) y a Zaragoza (180 km, ídem). Sólo por ver caras nuevas.

Normal que quien podía se fuera. Y si quien se iba era una moza... los mozos irían detrás. Y donde vaya la moza, allí habrá futuro, mientras que si se van no lo habrá. Así de sencillo. Y cuando llegamos al siglo XXI y vamos a esos pueblos y miramos, no vemos mujeres madres, sólo abuelas. ¿Dónde están las que no vemos? Se habrán ido siendo niñas, porque sus padres emigraron, o mozas porque se fueron solas, pero el hecho es que no están. A partir de ahí, todo lo demás. Cuando los niños no llegan al mínimo, cierra el instituto, cierra la escuela. Cuando cierra la escuela, es cuestión de tiempo que todo lo demás cierre. Y en cincuenta años a lo sumo, se acabó.

¿Qué se puede hacer, ahora?

Hace casi 20 años surgió el movimiento Teruel existe. Lo de Teruel era espantoso, clamaba al cielo. Hoy Teruel no es la envidia de nadie, pero está irreconocible. Así que sí se puede. Y el primer paso es saber que la Laponia también existe.

En segundo lugar, por algún sitio hay que partir el melón. El círculo vicicoso hay que cortarlo en algún eslabón, aunque sea duro. En ese corte tendremos que poner dinero, está claro.

La agravante estriba en que es muy tarde. Es una región de abuelos y bisabuelos, hay muy pocos menores de 50 años y muchos menos menores de 40. Y como la realidad es tozuda pero es real, hay que conseguir que acuda población menor de 40 años a esas tierras, porque la que hay ahora ya no es bastante. En cierto modo, hay que comprarla. (Edito: mi hermano mayor, mucho más culto que yo, me ha hecho notar que al decir "agravante" se omite el sustantivo, que es "circunstancia". Por lo tanto, el artículo es femenino).

Para conseguir que la población se mueva, podemos usar los métodos de Stalin, el referente de los podemitas, o incentivarla. Con trabajo, y con dinero.

El trabajo no puede ser de titularidad pública, porque es una ruina; ha de ser de iniciativa privada. Por lo tanto, hay que incentivar brutalmente cualquier relocalización. Desde un taller de reparación o un lavadero de coches (dueño y dos empleados) a fábricas de cualquier tipo. Sí, prefiero que una fábrica de 400 empleados no pague impuestos, si a cambio se reubica en Laponia. Quizá el ahorro en impuestos le compense los sobrecostes de los transportes y los viajes.

Y también incentivaría a los empleados. Todos los que trabajan por cuenta ajena pagan un tanto de su nómina en concepto de formación y cosas así, y ese dinero se dice (ejem) que se destina a cursos de formación a parados y todo eso. Es una cantidad enorme; pues bien, podría cambiarse la formación por las ayudas a la relocalización, y si a usted le ofrecieran el puesto de trabajo que ya tiene y sufragar a coste perdido la compra de una vivienda allí... la oferta sería atractiva, al menos para muchos.

Aparte, si se consiguiera que se moviera población en un periodo corto, habría que hacer nuevas viviendas. Las que compraría el Estado para regalar a los desplazados. Una actividad económica más. Con los fontaneros, electricistas y carpinteros necesarios para su mantenimiento, por supuesto.

Además de conseguir que las familias se muevan, hay que retenerlas. Y se las retiene con servicios: si no hay médicos, si no hay farmacias y una red de ambulancias, si no hay panaderías o quioscos, carteros y mercados ambulantes, la vida allí es demasiado dura y sólo los robinsones y los misántropos querrán quedarse; los demás preferirán una vida más cómoda y volverán a las ciudades. Así que tendríamos que asumir que allí se presten servicios deficitarios. Escuelas, transporte públicos. Quitanieves. Curas. Y si en alguna zona no tienen algún tipo de comercio que habría que haber, pongamos por ejemplo un negocio de ordenadores con asistencia técnica,... pues que se saque una plaza a concurso, aportando el Estado el local e importantes incentivos fiscales.

Por supuesto, esto jamás ocurrirá. Por muchas razones, pero en concreto estoy pensando en los políticos de, por ejemplo, Barcelona: nunca aceptarán un plan que les quite a sus empresas, sus impuestos y sus habitantes/votantes para dárselos a unas comarcas de las que no han oído hablar ni les van a votar nunca. También me imagino a los ecologistas de las ciudades: harán lo imposible para que no se fabrique nada en su idílico campo, no se construya nada, no se crezca nada.

Pero mover las fábricas no es imposible. Es cuestión de dinero, mover las grandes, y el resto va casi solo. Desplace un fabricante farmaceútico, uno de componentes de automoción, de la industria alimentaria o de elementos para la construcción, y la comarca de destino tendrá futuro. En los años sesenta se hizo al crear y financiar los Polos de Desarrollo, ahora también se puede.

Pero claro, el más difícil circulo vicioso de romper es que estamos hablando de la Laponia del sur. Una tierra en la que ya no vive casi nadie, no vota casi nadie y no le importa a casi nadie. Una tierra que ya no puede hacerse oir y que, de todas maneras, en 30 años habrá desaparecido por completo.

¿Por qué hemos de resolver el problema de una gente que, de facto, no existe?

Pues porque no les conocemos. Si les conociéramos, cambiaríamos de opinión.




José Antonio Labordeta - Todos repiten lo mismo

jueves, 23 de marzo de 2017

Los últimos, de Paco Cercás



... A sus 22 años y recién terminada la carrera de Magisterio se estrenaba como maestro. Con chándal nuevo y una especialización de Educación Física en el currículum, el lunes 3 de septiembre de 2001 llegó al Colegio Rural Agrupado (CRA) de Castellote.
Este pueblo del maestrazgo turolense tenía 750 habitantes incluyendo los diez núcleos de población que de él dependen: Abenfigo, los Alagones, La Algeciera, El Crespol, Cuevas de Cañart, Dos Torres de Mercader, Ladruñán, Luco de Bordón, Las Planas y Torremocha. Entre todos, 750 habitantes.
Era la primera vez que Héctor [Martín] iba a dar clase. Llegó al CRA de Castellote, se presentó, hola, encantado, mucho gusto, te toca Cuevas de Cañart.
- ¿Cuevas de qué? -preguntó.
- Sí, sí: Cuevas de Cañart -respondió el director del colegio rural-. Es una localidad incluida en este CRA a media hora en coche. La carretera la están arreglando, así que tendrás que ir por un camino de tierra que discurre al lado del pantano de Santolea. Ten cuidado porque puede que te encuentres con alguna cabra montesa. Y toma las llaves de la escuela, porque es unitaria y vas a estar tú solo durante el curso.
...
La escuela no era más que una habitación del ayuntamiento acondicionada para menester educativo. Había siete alumnos. Tenía que dar clase como maestro-tutor: es decir, impartir todas las materias generales más aparte Educación Física. A su cargo estaban dos alumnos de Infantil a los que debía enseñar a leer y escribir. Pero Héctor, maestro del siglo XXI e hijo de la hiperespecialización universitaria, no sabía cómo se enseñaba a leer y escribir. Maestros que no saben enseñar a leer y escribir.

Se acerca el 23 de abril y mucha gente no se plantea comprarse un libro; y de los que sí lo piensan, la mayoría no sabe cual; es probable que acabe comprando el último libro de recetas de no sé qué famoso de la tele o de una monja de no sé dónde.

Así que de aquí al día de autos les voy a recomendar tres libros; los tres deberían estar ya en su biblioteca, pero dudo que tenga uno solo. Y el primero que les recomiendo es "Los últimos (voces de la Laponia española)", de Paco Cerdà, editado por Pepitas ed., "una editorial con menos proyección que un cinexin". El texto que inicia este artículo pertenece al capítulo "Zaragoza".

El libro es conmovedor. No cuenta una historia, sino una realidad: la realidad de la Laponia del sur, el territorio del Sistema Ibérico, una cordillera que encontramos en las provincias de Castellón, Valencia, Teruel, Cuenca, Zaragoza, Guadalajara, Soria, Segovia, La Rioja y Burgos.Y además está muy bien escrito.

Deberían leerlo.

Y deberían reflexionar sobre lo que está pasando.




José Antonio Labordeta - Coplas del tión

miércoles, 22 de marzo de 2017

El juego catalán




En Cataluña hay personas que son conscientes de que todo esto es un juego y miran desde la barrera, en parte sorprendidos, en parte divertidos, en parte intrigados por cómo terminará todo. También hay personas, la mayoría, que desde el principio se dio cuenta de que todo es un juego y, como no le interesan los juegos, no presta la menor atención a lo que pasa. Y luego hay personas que no sé si son conscientes de que es un juego o no, pero que se implican. A favor o en contra, pero se implican. Se lo toman a pecho, hasta el punto de que a veces pienso que creen que es real. Y, por último, están ellos, los que juegan.

Imagine usted que un hijo le dice a su padre que se quiere casar (¿este septiembre?) y el padre se lo prohíbe. No entremos en las razones de cada uno, el caso es que el hijo no acata la prohibición y sigue adelante con la boda. El padre le insiste en que no puede hacerlo, pero como si nada. El chico busca iglesia y cura, cursa las invitaciones, apalabra hoteles y reserva restaurante. Va a una agencia de viajes y apalabra la luna de miel. El día de la boda se acerca y ambas partes perseveran en su actitud. Todos están expectantes, sabiendo que no puede haber boda y opinando que el padre debería, al fin, pararle los pies a su vástago. Pero el padre no hace nada. ¿En qué momento alguno de los amigos del novio se compadecerá del ridículo que está haciendo y le dirá la verdad? Chico, termina ya con esta pantomima: ¡si tienes 12 años y ni siquiera tienes novia!

En estos momentos yo me siento, en Cataluña, como si asistiera a los preparativos de la boda. Quiero decir, es imposible que haya referéndum. Pero no porque el padre se oponga, sino porque no hay novia. Insisten los separatistas en que habrá referéndum, y que será en septiembre o antes. Un referéndum que aún no está convocado. Que no se sabe cuándo se convocará. ¿Y se quiere hacer en septiembre? ¿Qué pretenden los separatistas? ¿Que sea un SMS del tipo el domingo referéndum, pásalo? ¿Es la independencia un tema que no merece siquiera seis meses de reflexión, no digo un año, año y medio o dos años? El referéndum de Escocia de septiembre de 2014 se pactó en octubre de 2012, y durante dos años hubo intensos debates sobre el asunto. ¿Somos nosotros menos o más listos que los escoceses?

¿Se han explicado las consecuencias de la independencia? ¿Se sabe qué pasará con la nacionalidad, las pensiones, el paro, la moneda, las fronteras, el ejército, las infraestructuras, el sistema de transplantes, la Unión Europea, la oficina de patentes o el Barça? Por citar cosas importantes y cosas que me importan un bledo. ¿De verdad quieren hacer un referéndum en septiembre sin plantear las consecuencias de la independencia?

Con los plazos que se están dando, lo único que puede hacerse es un referéndum de broma, como el del 2014. Ya saben, ése que durante quince días podía votar hasta el perro las veces que hiciera falta. Ése que ellos mismos, al acabar, reconocieron que era una patochada, no algo serio. Ése que aquí llamamos el butifarréndum. Pero como aún van a tardar más en convocarlo que aquel, aún va a ser menos serio.

Y sin embargo los independentistas siguen actuando como si un referéndum serio en septiembre fuera posible. Se comportan como los niños jugando; lo que no sé es si se creen el juego, como algunos niños, o saben que es sólo un juego pero siguen con la farsa. Que no es que me parezca mal, pero es que no se les eligió para ninguna de estas dos cosas. 

La cosa es tan ridícula que al final convocarían un referéndum para el día siguiente; vamos, que dan ganas de consentirlo... si no fuera porque es lo que ellos querrían, ya que consentido uno, consentido todos.

Lo lógico sería que esto lo parara el pueblo catalán (o sus políticos), con el argumento de que con los plazos que manejan no pueden estar hablando de algo serio, y no dejar al gobierno que cargue con el feo de hacer valer su autoridad y prohibirlo, pues eso alimentaría el victimismo del que viven. Si fuéramos nosotros los que les afeáramos su conducta de creer que esto es un juego, sería diferente, pero no lo haremos, claro está. Nos han ido metiendo tantos goles tan de a poquitito que tenemos partido el espinazo y tragamos con todo.

Y aquí sigo, viendo cómo se desarrolla el juego. Sabiendo que es un juego, pero sabiendo también que, mientras tanto, el el verdadero cáncer sigue carcomiendo Cataluña. Es la educación, y también el no decir las verdades por miedo a ser políticamente incorrecto. Con lo que esta historia es como un combate contra una hidra de siete cabezas. Con la Constitución que tenemos, es cuestión de tiempo. 
 


Neil Young - Hey hey, my my

domingo, 19 de marzo de 2017

La libertad religiosa



Uno de los orígenes de los males de España es nuestra escasa formación en Humanidades. Las Ciencias son necesarias para conocer (comprender) la Naturaleza (la Realidad), y está muy bien tener una sólida formación científica, pero creo que nuestra sociedad, deslumbrada por los avances técnicos y obsesionada por los puestos de trabajo, pone un interés excesivo en enseñar ciencias; mientras, las humanidades languidecen entre el desprestigio y el desinterés. ¿Qué beneficio aporta el conocimiento del latín, la historia del arte o la Literatura, en estos tiempos?

Y así nos va. Somos carne de populismos, porque son las Humanidades las que nos enseñan a pensar (a razonar). Son las humanidades las que nos enseñan la moral y la ética, la lógica y el pensamiento estructurado; a juzgar, y a criticar. ¿Qué es lo que han estudiado los más grandes pensadores? Pues eso. Al dejarlas de lado, nos convertimos en brutos. Con grandes conocimientos técnicos, puede que sí, pero hombres menos desarrollados, ésa es la verdad. Por eso defiendo que en la escuela deben centrarse más en las asignaturas humanas y menos en las científicas, dejando éstas para cuando el alumno está más desarrollado y puede asimilarlas. En fin...

Uno de los asuntos en los que tenemos un déficit clamoroso es en el concepto de "libertad religiosa". Nuestra constitución, al respecto, dice lo siguiente:

Artículo 16. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.(artº 16.1, Constitución española)
Con un enunciado tan simple y en un artículo tan al principio, puedo comprender que tengamos conceptuada la libertad de religión como un principio sacrosanto (es decir, que reúne las cualidades de sagrado y santo; vamos, que está por encima de todo). Quiero decir, que hay muchos entre nosotros que consideran que cualquiera puede profesar la religión que guste, siempre que no altere el orden público protegido por la ley. ¿Qué significa esta limitación? 

Bueno, en primera instancia imagine que es usted moloquita. Usted, claro, tiene una formación con numerosas lagunas porque en su infancia no leyó Alix, y tampoco subsanó su carencia en su mocedad, por lo que me temo que no sabe qué es un moloquita. Un moloquita, se lo diré, es un adorador de Moloch Baal. 

By Charles Foster [Public domain], via Wikimedia Commons

La adoración a Moloch Baal fue bastante popular en su tiempo, pero tenía un problema: para calmar las ansias de su dios, Baal, lo más habitual eran los sacrificios. Humanos. De niños, en general, y de bebés con preferencia. Los romanos, gente práctica que admitía la libertad religiosa en su seno, hicieron una excepción con esta religión y no fue tolerada, sino perseguida hasta su extinción; favor que nos hicieron.

Pero bueno, imaginemos que usted pretende ser un moloquita hoy. No tendría muchos problemas, salvo por los sacrificios humanos, y creo que entiende porqué. 

Así que la libertad religiosa no es, en realidad, un principio sacrosanto. Tiene límites y, diga el redactado de la constitución lo que diga, el límite es que las prácticas han de ser tolerables por nosotros, los demás.

La constitución española se fraguó en un tiempo idílico en comparación con lo que tenemos ahora: las derechas y las izquierdas, incluyendo a los comunistas, colaborando juntas en pro de un resultado que sea aceptable por todos. Nadie se movió por intereses electorales, nadie quiso lavar afrentas de un pasado en aquel momento no tan remoto (de hecho, un pasado vivido por casi todos los protagonistas), nadie descartaba al otro "por principios y desde el principio", y cada uno creía que representaba al conjunto de los españoles (en el caso de los nacionalistas, buscando una convivencia, al menos). Sí, al final resulta que los educados en el franquismo y los que lo vivieron de principio a fin fueron más demócratas y entendían mejor lo que es la democracia que los que tenemos ahora, que no han conocido otra cosa.

Pero, por paradisíaco que parezca, la Transición estuvo a años luz del nivel que alcanzó la forja de la constitución estadounidense; ya conté en otro artículo que sus "padres fundadores" invirtieron muchos esfuerzos en explicar todos los artículos (era muy corta), hasta el punto de que doscientos años después sigue quedando claro el espíritu de su constituciòn y sigue siendo tan válida que nadie se plantea cambiarla. Nuestros sabios, triste es reconocerlo, no hicieron la pedagogía necesaria y mucha gente votó sin comprender realmente el texto; la gran mayoría, sin más, se fiaba de lo que decían Suárez, Fraga, Gonzalez y cía. ¡Qué le vamos a hacer!

Volviendo a la libertad religiosa, hemos de entender cómo era España en 1978. Era católica por definición. El país era oficialmente católico, todo lo dependiente de la administración era católico y las demás religiones eran toleradas siempre que no se entrometieran en el catolicismo imperante. La constitución cambió esto al establecer que el estado no era de ninguna religión, que no se podía obligar a nadie a declarar su religión (de rebote, a ser católico, que era lo que se pretendía), y que las demás religiones podían optar a reconocimiento e incluso apoyo (sin llegar, claro está, al nivel del catolicismo). En aquella época los políticos eran capaces de calibrar la realidad sociológica del país y no eran tan fanáticos como para querer imponer su opinión a la de todos. En cualquier caso, insisto, lo que se pretendía era legalizar el ateísmo. Sacar lo católico  de la vida pública y que no se tuviera que ser católico por obligación. Les parecía imposible que España se volviera musulmana, la verdad.

Y ahora, en esas estamos. Poco a poco ha aumentado el número de musulmanes entre nosotros. Al principio, su número era tan insignificante que rayaba en lo exótico y servía como excusa para dar una pátina de "multiculturalidad" que nos hacía sentir más cosmopolitas y menos paletos. Como era insignificante, muchos políticos quisieron dárselas de tolerantes y los usaron como argumento de ataque contra los políticos a los que no les gustaban los musulmanes, sin que lo que propugnaba tuviera un impacto real. Pero el número creció, y de aquellos polvos tenemos estos lodos. Así que conviene retomar el concepto de libertad religiosa y pensar cómo se adapta al islamismo.

Lo primero que hemos de tener claro es que no todo vale en el tema de las religiones. Hay límites que no se pueden cruzar; por ejemplo, no se puede ser moloquita. Tampoco se aceptan las sectas destructivas, tipo davidianos, ¿verdad? Pues el islamismo tiene muchas, demasiadas, prácticas y preceptos que no podemos aceptar. Sabemos, por otro lado, cómo evolucionan los musulmanes desde una posición de insignificancia a una posición de fuerza y qué ocurre cuando la alcanzan; por lo tanto, no cabe llamarse a engaño con ellos y decir que eso no ocurrirá, que siempre respetarán los valores occidentales y nuestra concepción de la sociedad.

Entonces ¿es o no es el islamismo una religión que pueda ser acogida por el paraguas de nuestra libertad religiosa? Ya vemos que no todas las religiones son admisibles, así que cabe hacerse esta pregunta.

Mi respuesta, está claro, es que no. Y a partir de ahí, que se actúe en consecuencia.





Neil Young - My my, hey hey

El puente de Eshima Ohashi






Sí, es un puente.


Y sí, hay algo de efecto óptico.



¡Es el mismo puente!


Está en Japón; sería más preciso, pero decirles que conecta Matsue con Sakaiminato les dejará fríos, así que no daré más detalles.

Dejémoslo en que me gustan los puentes.



Joni Mitchell - River (versión de Emily Hackett et al.)

martes, 7 de marzo de 2017

A propósito del All Star de 2017




Ayer me levanté recordando, por alguna extraña concatenación de ideas, el All Star de la NBA de 1985. Mi primer partido de la NBA. En 1984 España había llegado a la final de baloncesto de la olimpiada de Los Ángeles, derrotando en el camino a Yugoslavia. Semejante hazaña provocó un gran aumento del interés por el baloncesto y las primeras miradas a la NBA. Esa temporada se retransmitió el All Star y como también coincidió con el boom de los grabadores de vídeo, en mi casa lo grabamos y ví el partido incontables veces, hasta el punto de que me sabía la mayoría de las frases del locutor (Pedro Barthe) de memoria. Aún me sé unas cuantas.

Los recuerdos matutinos, ya digo, venían por que el partido de este año ha supuesto el fin del prestigio de este tipo de partidos. Yo no lo he visto, salvo alguna jugada en algún resumen, y no he conseguido leer crónicas al respecto en los informativos americanos y apenas artículos comentándolo; todo lo más, comentarios de los aficionados diciendo en general que a) no lo veían desde hace años, o b) no lo iban a ver nunca más. Y es que el partido acabó 192-182 y con unos porcentajes de acierto escandalosos. ¿Cómo lo consiguieron, si no se jugaron prórrogas? Porque nunca se defendió. Se lleva años diciendo que en estos torneos no se defiende, y ya el año pasado hubo muchas quejas por el poco interés que tenía ver a jugadores lanzando a canasta triples sin oposición, pero lo de este año fue de traca: la jugada más famosa es una en que cuatro jugadores del Este corren hacia la canasta del Oeste, y sólo hay uno del Oeste en su campo (los otros cuatro ni se molestan en volver a su campo). El defensor del Oeste es Stephen Curry, el mejor jugador de la liga los últimos dos años y entre los mejores de todos los tiempos según los más panolis. Uno pensaría que el mejor jugador de la liga sería capaz de hacer una defensa increíble... pero lo que hizo fue ¡tirarse al suelo y taparse la cabeza con las manos! Para molestar lo menos posible, está claro. El chaval del Este que llevaba la bola llegó hasta la canasta, saltó, machacó el aro y se volvió a su campo. Se comprende que la población estadounidense se dividiera entre los que ni se enteraron del partido, los que lamentaron haber perdido el tiempo viéndolo (o una parte) y los que lamentaron haber perdido el dinero comprando una entrada.

Al menos los Harlem Globbetrotters llevan uniformes divertidos y hacen malabarismos divertidos.

Sin embargo, hay panolis que siguen defendiendo que en los all star no se defienda. Y de ahí mis recuerdos del de 1985. Cuatro, en concreto, me vinieron a la cabeza como flashes.

En aquel partido, los titulares del equipo del Este eran Isiah Thomas, Michael Jordan, Julius Erving, Larry Bird y Moses Malone. Los del Oeste, Magic Johnson, George "Iceman" Gervin, Adrian Dantley, Ralph Sampson y Kareem Abdul Jabbar. Entrenados por Pat Riley, mientras K.C. Jones, el de Boston, se sentaba en la banqueta del Este. Innegable, las grandes estrellas de la liga. Jugadores que cobraban cien o doscientas veces menos que los de ahora y que no podían permitirse una lesión.

Éstas son las 4 jugadas:
  1. "El contraatque se ha frustrado porque Blackman, una vez más, ha estado atento". Habla el locutor de Rolando Blackman, que en dos jugadas consecutivas conseguía interceptar un pase de contraataque en el centro del campo.
  2. Remontando, Isiah Thomas mete una canasta. "Y todavía se revuelve para defender", añade el locutor tras alabar la belleza de la jugada, porque Isiah se pone a defender el saque de fondo e impedir un ataque rápido dando tiempo a sus compañeros a regresar a su zona.
  3. En otro contrataque (señal de defensa) Dr J. corre hacia la canasta del Oeste, para machacar. Salta, y aparece por detrás su par, Larry Nance, que se ha pegado la gran carrera para llegar a taponar el mate. Nance, además del tapón, atrapa el balón e inicia el nuevo ataque. Mientras el Dr. J. vuelve, Barthe comenta "Erving, diciendo qué pasa aquí, ya no se respetan las caetgorías".
  4. Y mi favorita es que, al parecer, el partido se decidió porque en el cuarto cuarto se "lesionó" Larry Bird: se llevó un golpe tremendo en la cara y tuvo que retirarse del partido. ¿Cómo se lesionó? En un ataque del Oeste, Jabbar y Malone estaban luchando por la posición. Empujones, codazos, lo normal. El locutor explica que son tíos de 120 kg de peso (en aquella época un alero universitario americano venía aquí y lo ponían de pivot armario, cada equipo tenía 2), y en una de sus enganchadas Larry Bird, que está defendiendo al que lleva el balón, no se da cuenta y se lleva el golpe.
Es cierto, el locutor nos lo explicaba, que el partido empezaba muy alegre con jugadas imaginativas, pero también nos decía que poco a poco se iban a ir ajustando las defensas (era en diferido), y lo cierto es que la segunda mitad fue muy intensa. ¿Se defendía? ¡Ya lo creo que se defendía!

Bueno, pues el caso es que también ayer, dos semanas después, uno de los integrantes del partido de este año declaró que lo que habría que hacer es ofrecer más dinero. Un tío que cobrará cien veces lo que Kareem, y encima pide más dinero para defender en un partido en el que Kareem defendía gratis. ¡No tienen vergüenza!

Al menos, el entrenador del Oeste de este año, Steve Kerr, ha declarado al respecto:
“Maybe the best thing to do will be to watch a tape of an All-Star Game from about 1985, because it was a different game back then. It wasn’t like guys were diving on the floor for loose balls and taking charges, but it was competitive."

Quizás lo mejor que se puede hacer es ver una cinta de un All Star de hacia 1985, porque era un partido diferente entonces. No es que los tíos se lanzaran al suelo por un balón perdido o decidieran ponerse al cargo (se refiere a esas situaciones en las que un jugador, desesperado, cambia a jugar en plan "A mí, Sabino, que los arrollo"), pero era competitivo.


Me ha hecho gracia que él, el mismo día, se acordara del mismo partido de hace 32 años, y he querido contarlo aquí.

Aquellos eran buenos tiempos para el baloncesto.




Coro del Ejército Rojo - Tema de La caza del Octuber Rojo

sábado, 4 de marzo de 2017

Cómo hacer un apeo (y III): los apuntalamientos



Donde se nota si un ingeniero sabe o no sabe hacer un apeo es en el estudio de los apuntalamientos: el que no sabe no lo hace. Como ocurre a menudo cuando un ingeniero no sabe, su trabajo termina haciéndolo otro. Es la suerte que tienen los ingenieros que no saben. Y en este caso es bastante lamentable, porque el estudio de los apuntalamientos es muy fácil.

La mitad del estudio de un apuntalamiento consiste en decidir que hay que hacerlo. Fíjense si son difíciles. Pero ahí está su peligro: nadie aprecia su necesidad, pasan desapercibidos... y llega la catástrofe.

Porque, si el técnico que resuelve el apeo no resuelve también el apuntalamiento, ¿quién lo va a resolver? ¿El paleta analfabeto? ¿El encargado, antiguo electricista? Y sobre todo, ¿con qué datos, si usted no se los da?

De ahí la regla de oro: si no va a resolver el apuntalamiento, al menos indique la carga que debe resistir. Ya que otro va a hacer el trabajo por usted (¡vergüenza debería darle!).

A mí me gustan los apeos, porque son cálculos en los que los ordenadores ayudan sólo un poco; y de los apeos, lo que más me gustan son los apuntalamientos, porque ahí, si el técnico no sabe, el ordenador no puede ayudarle. Y porque es muy posible que acabe acudiendo al lápiz y al papel.

En síntesis, un estudio decente de un apuntalamiento debe incluir (proceso ejecutivo aparte):
  1. Un esquema de los puntales, con su distribución. Planta y alzado o alzado y sección. Cuanta más información, mejor.
  2. La carga que debe resistir cada puntal.
  3. Una propuesta de puntal, si no se opta por un puntal comercial.
  4. Una descripción de dónde apoyará ese puntal (compruebe que el apoyo resiste).
  5. Si es necesario, un estudio de cómo llevar la carga de ese puntal hasta el suelo. Si hace un doble apuntalamiento, el coordinaddor de seguridad debería negarse: prepárese usted, ha de convencerle de la idoneidad de su propuesta.
  6. Y, si es necesario, un estudio de si el suelo resiste el puntal o si necesita hacer un pequeño cimiento (o no tan pequeño, si el terreno es malo: he calculado puntales que soportaban 50 toneladas).
Veamos un caso práctico: queremos abrir un hueco en una pared de carga de ladrillo en una vivienda; ni el piso de arriba, ni el de abajo, son nuestros y la pared de carga es, creemos, continua de arriba abajo. 

¿Cómo lo resolvería yo?

Supongamos que he calculado la carga que baja por la pared de carga; pongamos que sea 6.000 kg/m, nada del otro mundo.

Para abrir el hueco, primero apeamos la pared de carga en una estructura provisional formada por los puntales y las asnillas. Decidimos, que colocamos puntales cada 50 cm (para tener números redondos), por lo que a cada puntal le llega... ¿6.000x0,5=3.000 kg? No, porque cada 50 cm pondremos 2 puntales, uno a cada lado de la pared de carga. Así pues, 1.500 kg por puntal (nota: yo siempre recomiendo hacer los cálculos sin mayorar, las cargas siempre son las reales, y luego minoro la resistencia de los materiales o me fijo un coeficiente de seguridad que he de obtener). Bien, para 1.500 kg por puntal hay puntales comerciales que resisten, pero si la pared fuera excepcionalmente alta, quizá sea mejor calcular algún tubo o una doble UPN y proponerla como alternativa. Por cierto, en el cálculo de los puntales aplique un coeficiente de seguridad de al menos 2. Y mucha excentricidad en la ejecución, que luego se ponen como se ponen.

También hay que decir a qué distancia se ponen los puntales de la pared, ¿no? No pueden ir pegados, primero porque molestan y segundo porque pueden llevarse algún golpe cuando se esté demoliendo la pared y eso no es bueno para los puntales. En general, una separación de 60 cm es suficiente (háblelo antes con el encargado), por lo que los puntales estarán separados 60+15+60=135 cm si la pared es de 15 (caso típico). Ahora ya puede calcular la asnilla, es un perfil horizontal que se apoya en dos puntales separados 1,35 m y que recibe en el centro una carga puntual de 6.000x,5=3.000 kg. Además, queremos que la asnilla deforme lo menos posible y que tenga un ancho suficiente para que la pared se tenga cuando se abra el hueco. En general receto HEA100 como perfil mínimo, pero a menudo se necesitan perfiles mayores. Y no olvide escribir que se retaquen con mortero rápido los huecos que se abran en la pared para meter las asnillas.

Un detalle que se olvida y que yo suelo indicar en los planos es que, antes de poner los puntales, hay que poner a pie de pared el perfil principal de apeo. Porque si colocamos antes los puntales, ¿cómo ponen después la viga grande? Tiene que estar ya junto a la pared, hombre. Luego se emplean las asnillas para subirla a su posición final con unos ternales y listo, pero se asombrarían la cantidad de veces que me han dicho que no pueden ejecutar el apeo porque la viga no les cabe entre los puntales. Moraleja: casi nadie se lee lo que se escribe en los planos, ténganlo presente.

El paso siguiente es que los puntales se han de apoyar en algún sitio. En nuestro caso, tenemos el forjado. ¿Pero resiste el piso unas cargas de 3.000 kg (mayoradas) cada medio metro? ¿No romperá la bovedilla, el pavimento o el revoltón? ¿O el relleno de una bóveda, si ése es el piso? Quizá no rompan, pero ¿se la va a jugar? ¿Y cree usted que un tablón de madera tumbado, que es lo que le propondrá el paleta, sí las va a resistir?

En estos casos, una solución es poner un perfil grande, una HEB300, que vaya de una pared de carga a otra pared, y apoyar en esta HEB los puntales. Pero esto es difícil, porque una HEB pesa 117 kg por metro; si los puntos de apoyo están separados 6 m, su viga pesa 700 kg y mide 6 m. ¿Cómo la va a meter? ¿Y cómo va a meter la del otro lado? Recuerde que además tendrá que sacarlas, aunque eso es más fácil: con un soplete, las corta en 20 trozos de 35 kg cada una, y venga viajes al contenedor.

En el ejemplo que estudiamos, hay una solución más fácil: copie las asnillas a ras de suelo. Ahora son los puntales los que se apoyan en las asnillas del suelo y las asnillas en la pared de carga. La pared de debajo de las asnillas soporta la carga que estaba recibiendo antes de hacer la obra, así que resiste seguro. Si los montan bien, la carga que va por los puntales es simétrica, así que la asnilla no tiende a girar y no se necesita ningún empotramiento. Las asnillas son perfiles baratos y que se manejan bien, pueden pesar 25 ó 30 kg, y de todas maneras iba a demoler esa pared, no tendrá que reparar luego el agujero que habrá abierto. El mortero ya lo tiene, porque lo está empleando al mismo tiempo para retacar las asnillas superiores, así que... ¿por qué no?

Pues bien, este pequeño estudio debe compartirlo. En un plano, o en un croquis; como sea, pero que la información le llegue al equipo y que ellos la entiendan. De lo contrario, harán lo que ellos crean que debe hacerse. Y quizá salga bien, pero si sale mal, usted también será culpable. ¡Y por algo tan fácil!

Ya ven, el trabajo de ingeniero de estructuras es muy sencillo. La clave es tener las cosas claras.



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