martes, 17 de febrero de 2015

Mi muro me desliza




Imaginemos que tenemos que diseñar el típico muro de contención de tierras:


El buen calculista busca el muro más barato que no falle. ¿Cómo puede fallar, un muro? De 4 maneras posibles.

En primer lugar, puede romperse. Poder, puede. Que el muro se rompa es un problema serio, y el calculista, para empezar, dimensiona el fuste del muro para que no se parta: sección de hormigón, acero y a otra cosa.

El segundo fallo es que el muro vuelque. Tal cual, sin romperse (sabemos, por el párrafo anterior, que no va a romperse). Los muros no han de volcar, es indiscutible. Así que se le dimensiona una zapata al muro.

El tercer paso es que el terreno no se hunda debajo del muro. Puede ocurrir que el muro se hunda, así a lo bestia, pero si ocurre y no lo hemos construido en una ciénaga pantanosa, lo más probable es que nos hayamos sobrado en las dos etapas anteriores. Así que el fallo más probable es que el terreno falle porque el muro tienda a volcar y la presión que ejerza en el punto donde tendería a bascular sea excesiva. Como el muro, ya se ha dicho, no va a volcar, sólo tiende a volcar, el efecto en el terreno es que hay una zona con una presión más alta. Y esto es lo que el calculista comprueba.

Y el cuarto modo de fallo es el deslizamiento. Como suena. El muro, que no se rompe, no vuelca y no se hunde en el terreno, puede deslizar. Desplazarse en horizontal. Claro, nadie quiere que su muro coja las de Viladiego y acabe en el mar, así que, en rigor, ha de comprobarse esta posibilidad. Y de esto quería hablar.

Desde tiempo inmemorial, los muros de contención de tierras se han calculado según el saber y entender de cada cual. La norma del 61 establecía lo que empuja la tierra, lo que aguanta el terreno y pare usted de contar: calcule como sepa. Por suerte (¿cinismo?), el Código Técnico de la Edificación reparó esta carencia y ha regulado cómo hacer los cálculos de comprobación. Y, de pronto ¡oh, cielos! en la mayoría de los casos el principal problema de los muros es el deslizamiento. Quiero decir, un muro que no rompe, o vuelca y no se hunde, comprobado según el CTE, todavía falla por deslizar. Y falla por mucho. Viaja, por lo que parece (cinismo, de nuevo).

Para mí, éste es uno de esos casos en los que la norma se ha pasado siete pueblos de conservadora. Primero, porque parece que minora en exceso la cpaacidad del terreno de oponerse al deslizamiento. Y, en segundo lugar: ¿tan serio es el problema?

Todos tenemos claro que no puede consentirse que el muro vuelque o que se rompa; ni siquiera un poquito. Que se hunda, entre usted y yo, a mí me preocupa menos. ¿Y qué si el muro desciende un par de centímetros? A fin de cuentas, los terrenos suelen ser un poco muelles, cuanto más se los comprime más fuerza hacen: el muro no va a aparecer en Nueva Zelanda.

Si el muro no es muy alto y la zapata corta, es cierto que un hundimiento pequeño con un cierto giro se convierte en un desplazamiento visible en la cabeza, pero... aunque se se mueva 15 cm: ¿qué más da, si de ahí no pasa y no hay ningún daño? A veces, claro está, según lo que haya encima de las tierras, ese desplazamiento sí genera un daño, en cuyo caso es lógico ser riguroso con el hundimiento: dos o tres centímetros, no más.

Pero luego está el deslizamiento. ¿De cuánto estamos hablando, en concreto? Es obvio que el muro no se va a desplazar tal cual los 15 cm, pero es que la norma no permite ni 1 mm de desplazamiento. Y, caray, si se permitiera, qué se yo, esos 2 o 3 centímetros que se permiten de asiento a la cimentación, el comportamiento del terreno sería muy diferente y pienso que que el daño muro arriba no será tan importante: el terreno se esponjaría un poco, eso sería todo. Y si el fallo no causa un mal grave (algo que debe valorar el calculista), no es necesario ser tan tiquismiquis. Vamos, digo yo.

Esta reflexión viene al hilo de que estamos en 2015. El CTE lleva ya 8 años entre nosotros, ya quedan pocos calculistas que dimensionen los muros a pedal sin usar un programa, y menos aún que sean de los "viejos", de los pre-CTE, que se escandalicen por el sobredimensionamiento que impone el deslizamiento. No queda mucho hasta que nadie sepa que hubo un tiempo en el que el deslizamiento no era el factor predominante; en breve, nadie se avergonzará de los zapatones a los que nos obliga el CTE: los veremos normales.

Y hacia ese mundo vamos.






Boston - More than a feeling  (versión de Mike Masse, con Jenny Oaks Baker)

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