sábado, 23 de febrero de 2013

Héroes de novelas

Cuesta creerlo, pero hay novelas en las que los ingenieros son los protagonistas. Y no, no son novelas de ciencia ficción; bueno, quizá sí son de ciencia ficción (¿un ingeniero protagonista? ¿cuándo se ha visto?), pero a simple vista no las catalogamos de ciencia ficción sino de aventuras. Sí, sí, de aventuras. Hay novelas de aventuras donde el protagonista es un ingeniero. Y no hablo de novelas de aeropuerto, no. Hablo de Novelas, de best-sellers mundiales. Sigan leyendo, y verán.

Primero, y para que se hagan una idea, déjenme comparar. Robinson Crusoe. Les suena, supongo. De Daniel Defoe, 1719. Habrá visto la película, o quizá leído alguna adaptación en tebeo, relato para niños o relato para españoles. Puede que incluso haya leído la novela completa. Aunque lo dudo, pero podría ser.  Bien, sabrá que el bueno de Robinson Crusoe, QUE NO ERA INGENIERO, se construyó su casa, sus herramientas, su banco, su mesa, etc. Pero si ha leído la novela original, no abreviada,recordará... que su primera tabla le costó años construirla. Estuvo un porrón de años en la isla, y los primeros fueron una auténtica penuria (que sobrellevaba gracias a un único libro que tenía, no les diré cuál). Era torpe. No tenía herramientas. No sabía. Sí, ya sé que eso sólo puede durar cinco minutos en las películas y en los resúmenes infantiles, pero esa etapa ocurre y dura un montón de capítulos en la historia original.

Dicho lo cual, presentaré una gran novela de aventuras, esta vez sí, protagonizada por un ingeniero y que además ejerce como tal: La isla misteriosa, de Julio Verne, 1874-1875.  Durante la guerra civil americana, unos prisioneros liderados por un ingeniero se escapan en un globo aerostático que casualmente estaba amarrado en la plaza de la ciudad donde les habían cogido y cuando están en el globo una fuerte tormenta les lleva al quinto pino, al océano, a una isla misteriosa. Allí, el ingeniero, Ciro Smith, se revela como un auténtico titán del conocimiento, la técnica y el bricolage y resuelve todos los problemas que se les presenta. Sabe de todo, de agricultura, de física, de química, de lo que ustedes quieran. Pero no sólo sabe. Además, fabrica. Cualquier cosa. 
"Al día siguiente, Ciro Smith encontró mineral de hierro en un yacimiento a flor de tierra, casi en las fuentes mismas del arroyo, al pie de la base de uno de los contrafuertes. Recogióse también la hulla, como el mineral, sin mucho trabajo y casi en la superficie del suelo. Ante todo, procedieron a romper el mineral en pequeños trozos, quitándole con la mano las impurezas que manchaban su superficie. Después con el carbón y el mineral formaron una pira de capas sucesivas y alternadas, como hace el carbonero con la leña que quiere carbonizar. De este modo y bajo la influencia del aire inyectado con el fuelle, el carbón se transformó primero en ácido carbónico, y después en óxido de carbono, encargado de reducir el óxido de hierro. La operación fue difícil. Se necesitó toda la paciencia y todo el ingenio de los colonos para llevarla a cabo; pero al fin salió bien y el resultado definitivo fue una mole de hierro reducida al estado de esponja, que hubo que forjar para quitarle la ganga líquida que contenía.
Después de muchas fatigas, el 25 de abril habían forjado varias barras de hierro que transformaron en pinzas, tenazas, picos, azadones y toda clase de herramientas que a los ojos de Pencroff y de Nab eran verdaderas joyas."
No sé si el fuelle, del tipo de chimenea, se lo había fabricado el bueno del ingeniero o estaba en el globo, pero sin duda es pecatta minuta para un tipo que es capaz sin ninguna herramienta metálica de extraer hierro y carbono, montar un alto horno generar la temperatura suficiente (ahí sí, tenía un fuelle de chimenea) y fabricar azadones, picos ¡y tenazas!

¡Y yo que estaba tan orgulloso por montar las mesas de IKEA y poner las cadenas al coche!  ¡Menudo ingeniero de pacotilla estoy hecho! Y usted no se ría, si no es capaz de fabricarse usted mismo su propio acero tampoco hinche mucho el pecho.

Que, por supuesto, el amigo Ciro Smith no se detuvo en el hierro, luego montó una planta química con la que fabricó nitroglicerina para hacerse unos explosivos para vaciar un lago y hacerse un pequeño palacio en una montaña de granito...

Una novela amenísima, que les recomiendo encarecidamente. No le tengan en cuenta al bueno de Julio Verne su falta de rigor técnico, el ritmo novelesco lo exigía, y descubrirán que la historia es fascinante. Y si usted es ingeniero, pues tampoco se sienta usted un miserable, ya le aseguro yo que Verne exageraba un poquito. Intente leer la novela como un no-ingeniero, sonría un poco cuando Smith haga unas maravillas de las suyas y ya está. Verá lo buena que es.

La segunda obra también tiene como proptagonista a un ingeniero, esta vez en solitario. Más aún, como se encarga el autor de recalcar varias veces, un ingeniero de armamento. En su vida normal tenía una fábrica de armas, que se conoce que debe ser lo más, porque la habiilidad de nuestro héroe convierte a Ciro Smith en un palurdo cromagnon. Hablamos, claro está, de Un yanki en la corte del Rey Arturo, de Mark Twain, 1889. De nuevo película, adaptaciones infantiles, dibujos animados, lo que sea antes que leer la novela entera, ¿verdad? No se avergüence: en mi caso, el buen gusto que me dejó la adaptación de aquellas "Novelas Ilustradas" de Bruguera hizo que hasta bien mayorcito no leí el texto original.

A diferencia de Verne, la obra de Twain deja un cierto regusto amargo (para un europeo): es una crítica constante a la estupidez de tener rey, un ciudadano por encima de los demás, y se recalca constantemente que es el genio del hombre libre, el ingeniero Hank Morgan, el que prevalecerá siempre. Pero, salvando esta impertinencia, la obra es buenísima.

Solo que ¡joder!, el tío hace de todo y en pleno siglo VI. Y no me refiero a extraer hierro, vaya chorrada, eso lo hace cualquiera en el jardín de su casa. El tío construye bicicletas. A cientos. Organiza un escuadrón de caballeros ciclistas. Monta un periódico, con su imprenta, rotativas y todo lo demás. Establece el telégrafo en el reino. Monta una línea defensiva con campos de minas y vallas de alambre electrificado. Industrializa Camelot, construye fábricas, todo tipo de armas, escuelas (de ingeniería),... Cuando la leí, de niño, ¡qué tío, Mr. Morgan! Cuando la leí ya de mayor, ¡qué tío, Mr. Twain! ¿Cómo puede pretender que creamos una línea de lo que dice?

Es la pega de ser ingenieros. Donde los demás ven aventuras, misterio e inventiva nosotros vemos simplezas, patrañas e inventiva (del autor).

Pero claro, ni Verne ni Twain eran ingenieros ni sus lectores lo son; con un poquito de conocimiento general, los dos lo bordan.

Así que ya ve: hay grandes novelas, con ingenieros ejerciendo de tales como protagonistas, que son apasionantes. Claro que, en estos tiempos de internet, foros y redes sociales, ningún guionista de Hollywood se atrevería a hacer una teleserie de ingenieros. Lo máximo, McGyver. Y así nos va.

jueves, 21 de febrero de 2013

Lo importante son los ingenieros

En una oficina de ingeniería, lo importante son los ingenieros. En una gran oficina de ingeniería (las hay hasta con diez mil empleados), hay ingenieros, delineantes, administrativos, contables, comerciales, directivos, recepcionistas y telefonistas, quizá personal de fotocopias, departamento de informática, "volumatic" (trabajé en una gran consultora donde tenían tres personas - que también venían con traje y corbata- que trabajaban en el almacén suminstrándonos material de papelería), encargados del archivo, gente de recursos humanos, personal de limpieza,... casi todo lo que se le ocurra. Pero lo importante de la empresa son los ingenieros. La gente no acude a esa oficina por cómo cogen el teléfono, por muy legendaria que sea la sensual y bien modulada voz de la telefonista. Ni por lo a punto que paguen las nóminas o la perfección de sus fotocopias. Acuden por sus ingenieros. Al igual que a un restaurante se acude por su jefe de cocina y no por los pinches o el camarero de la barra, y a un bufete de abogados por sus abogados, a una asesoría por sus asesores,... ustedes ya me entienden.

Pero ¡fíjense!, en ese gran despacho de ingeniería todos son necesarios. Tiene que haber ingenieros, claro, pero también recepcionistas, personal administrativos, informáticos, gerentes y comerciales, e incluso el humilde personal de limpieza. Todos son necesarios, todos trabajan y todos aportan lo suyo para que la empresa en su conjunto sea la brillante empresa que quieren que sea. Así pues, no debe el ingeniero despreciar a la telefonista porque ésta no sepa proyectar: a fin de cuentas, está ahí para ayudarle a él, liberándole de otros trabajos.

Ahora bien: debe haber un equilibrio de personal dentro de la empresa. No puede haber diez telefonistas por cada ingeniero, ni tres informáticos por ordenador, ni más chicos de fotocopias que proyectistas, ni más gerentes que trabajadores, ¿verdad? Es lógico, si el trabajo lo traen (o lo atraen) los ingenieros, el personal auxiliar crecerá a medida que crezca el de ingeniería, en una evidente expansión de la empresa. Mientras esto no se produzca, a nadie se le ocurriría incrementar el personal más allá de lo que el trabajo de los ingenieros puede sostener.

Y lo mismo se diría de un bufete de abogados, de un centro médico o de una escuela (que no debería tener más bedeles, cocineros y recepcionistas que profesores). Por citar sólo unos ejemplos.

Así que si usted conoce de una empresa que tenga una pirámide laboral ilógica (y no hace falta que sea muy grande: la típica pequeña empresa que tiene un sinnúmero de cuñados y equivalentes en las oficinas vale), ya sabe que aquello... no puede ir muy bien.

Excepto que la cosa sea pública. Que sea de la Administración. Entonces sí. Entonces venga directivos, venga ujieres y ordenanzas, venga chóferes y liberados sindicales, venga lo que sea. Es difícil encontrar una empresa o negociado público que mantenga el esquema de personal que seguiría si fuera privada. Pero no es de esto de lo que quería hablar; olvidémoslo. La productividad e ineficiencia del sector público es legendaria.

El caso es que, en este país, somos necesarios todos. Todos los oficios, e incluso gente sin ellos: también los peones tienen una función que desempeñar. Puede que algunos no sean espectacularmente productivos, pero tienen que estar.

Ahora bien: ¿cree usted que la configuración laboral de los habitantes del país no tiene repercusión sobre el rendimiento del país? ¿Se imagina usted un país en el que el 98% de la población fuera tanatoesteticistas, geógrafos o guardias de tráfico? Y, si admite que la composición profesional sí tiene repercusión en el rendimiento, ¿no cree que hay que intentar que esa composición se asemeje lo más posible a la composición lógica para el esquema productivo que queremos que tenga el país?

martes, 19 de febrero de 2013

Reductio ad Hitlerum


La expresión reductio ad Hitlerum (Reducción a Hitler, falacia del tipo Ad hominem), argumentum ad Hitlerum o argumentum ad nazium fue creada originalmente por Leo Strauss, profesor de la Universidad de Chicago. Se plantea que frente a una discusión cuando se alarga demasiado, siempre aparece quien acuse de fascismo hitleriano a su contraparte. Fue planteada en 1951 en un artículo de "Measure: a critical journal". Es una combinación de varias falacias: la típica Falacia de asociación y Argumento ad nauseam al suponer que no es necesario mayor debate tras la acusación.
Reductio ad Hitlerum es una falacia en la forma: "Adolf Hitler o el Partido Nazi apoyaban X; por lo tanto X debe ser malo".


Hay que aclarar que una falacia ad hominem es cuando no se critica el argumento del otro, sino al otro mismo. Por ejemplo, si usted dice que "el arquitecto de ese polideportivo no hizo bien su trabajo" y yo le contesto que "usted no es arquitecto, así que usted no puede opinar sobre el tema".  Si usted quiere seguir la discusión, ésta ha cambiado a si usted puede opinar o no, ya no es sobre su opinión primera. Y además usted ha de emplear sus energías en defenderse: usted es ahora el malo, no yo ni el arquitecto de ese polideportivo.

Cuando en una discusión alguien emplea a los nazis como argumentación, salvo que la discusión sea precisamente sobre ellos, lo que nos indica es que esa persona ya no tiene más argumentos.  De hecho, en internet existe la "regla de Godwin" sobre las discusiones, que dice que si una discusión se alarga lo suficiente alguien sacará la comparación con Hitler, y que a partir de ese momento debe darse la discusión por acabada y a esa persona por perdida.

Se nos ha educado de tal manera que la reductio ad Hitlerum funciona. No importa si lo que hicieron era bueno. Si lo hicieron, era malo. Somos incapaces de razonar fríamente si era bueno o no, como si se hubieran puesto límites a nuestra capacidad de razonamiento. Y lo peor: se nos ha educado de tal manera que no somos conscientes de esta prisión mental (algo que ya nos reveló en su momento Daniel Quinn con su Ishmael).

En este grande y hermoso país tenemos, no podía ser de otra manera, nuestra variante propia de la reductio ad Hitlerum: la reducción a Franco. Todo lo que no se persiguiera en la época de Franco es malo y lo que se perseguía es bueno. Y punto. Sin discusión. Elija usted cualquier cosa. Como era con Franco, es malo. Y como no era con Franco, es bueno. Sencillo. La lista de los reyes godos es mala. Tutear al maestro es bueno. Pegar al maestro es bueno. Los deberes y los exámenes de septiembre son malos. Despreciar al maestro es bueno. Que los niños formen parte del Consejo Escolar es bueno. La mili es mala. Ser insumiso es bueno. Ofender al Ejército es bueno. Casarse hasta que la muerte les separe es malo. Una orgía en un parque público es bueno. Dedicarse a "sus labores" es malo. Los pantanos son malos. El rey es malo. Ser republicano es bueno. Una ley preconstitucional es mala. Que a tus padres les fuera bien en la época de Franco es malo. Que a tus padres les fuera mal en la época de Franco es bueno. Ser comunista es bueno. Ser prosoviético es bueno. Ser católico es malo. Ser ateo es bueno. Tener un amigo cura, guardia civil o farmacéutico es malo. Reirse del Papa (y cuanto más viejo, mejor) es bueno…

En Cataluña se da además la peculiaridad de que cuanto menor sea el nivel intelectual del otro, más probable es que el otro se confunda y en vez de franquista te llame fascista. De hecho, según parece por aquí, hasta Franco era fascista…

miércoles, 13 de febrero de 2013

¡Anatema contra Honorio!

Benedicto XVI ha renunciado. Nos esperan tres semanas de artículos sobre Papas, Vaticanos, historias de elecciones y cónclaves y todo eso. Así que... ¿quién soy yo para oponerme a la marea papológica que se avecina? Exacto, nadie. Es mi obligación contarles una batallita de Papas, y además, para eso creé este blog, porque no tengo a nadie que me las aguante.

En mi descargo, quiero decir que al menos voy a intentar ser original. Voy a contarles la historia de Honorio, seguro de que nadie más lo hará. Increíble, porque, de entre los ¿265? Papas que ha habido, uno de los más especiales, quizá el más singular sólo después de San Pedro, es Honorio. Verán, resulta que...

Perdón. Antes de entrar en materia, permítanme unas acotaciones.

Lo primero de todo: una de las características fundamentales de la religión católica, que la diferencia de todas las demás, es el Papa. En particular, una característica del Papa que se incorporó como creencia básica del catolicismo en el Concilio Vaticano I en 1870: la infabilidad del Papa en asuntos de fe. Por definición, el Papa no se equivoca en asuntos de fe cuando se pronuncia de manera solemne. Y si usted cree que esto es una chorrada, usted es tonto.
Mire usted a los musulmanes. Tienen tropocientas subreligiones y variantes, todas fundadas por un iluminado que en su momento decidió que la verdadera interpretación de Mahoma la sabía él, y que los demás estaban equivocados. Vaya a Estados Unidos y tropezará con no sé cuantas religiones y sectas luteranas o "cristianas no católicas" (baptistas, anabaptistas, metodistas, episcopalianos, calvinistas, husitas, meronitas, presbiterianos, adventistas y vaya usted a saber cuántas más). Fíjese en los judios ortodoxos, ultraortodoxos y qué se yo cuántos subtipos. Cada uno de ellos aplicando lo que creen la interpretación correcta de su religión. La Iglesia Católica, en cambio, no tiene variantes (no entendamos como tal gente que se separa pero no rompe definitivamente y la Iglesia sigue considerando como "recuperables", como los jansenistas). No tiene involuciones. Nunca saldrá un iluminado diciendo "miren, estaban equivocados, no era así sino asá y a partir de ahora lo correctos será esto otro". No ocurrirá, porque ningún Papa ha ido en contra de lo dictado por un antecesor.

En segundo lugar, hubo una época en la que las cosas de fe no estaban claras. Que no es que ahora lo estén, pero entonces había gente que le daba al cacumen y no gustaba de comulgar con ruedas de molino: querían entender las cosas. Y si una explicación no le convencía, razonaba otra e intentaba convencer a su interlocutor. Estas diferencias y discusiones eran comunes, y podía ocurrir que el obispo de aquí estuviera de acuerdo con una versión y el obispo vecino con la otra. Por lo tanto, un obispo estaba en "comunión" con un bando, y el otro en "comunión" con los otros. Y esos obispos no estaban en "comunión" entre ellos. La discusión se solía extender, con más éxito o menos según las figuras de cada bando, e incluso llegaban a abarcar a toda la cristiandad. Y, si la disputa era muy grande y no llegaban a un acuerdo, era clave qué bando estaba en "comunión" con el obispo de... Roma. Sí, con el Papa. Al final, todos los obispos acababan reconociendo que lo que defendiera el de Roma era la interpretación correcta. Y si alguno no lo reconocía, ¡ay, amigo!, pasaba a ser un "hereje". Y como tal, pues ya se imaginan.

El siguiente punto es una de las disputas más antiguas y complejas que ha habido. Dice el dogma que Cristo era Hombre y Dios. Y eso cuesta de entender. Los antiguos se preguntaban: "¿pero en qué quedamos, era una cosa u otra?". Surgieron todas las variantes de respuesta: que si era hombre pero especial, que si era Dios pero con forma de hombre, que si era un hombre pero dominado por Dios, que si... lo que quieran. Se les ocurrió de todo. Y cuando se dieron cuenta que iban a acabar mal, convocaron un concilio para hablar del tema. Todos. En Nicea. En este concilio acordaron la solución definitiva, y desde entonces lo que dijeron allí se repite en las misas todavía, como "credo niceno".

¡Ah, pero la cosa no es tan fácil! Nos hemos olvidado de un pequeño detalle, una maldición divina: las lenguas. En Nicea se discutió y se llegó a un acuerdo... en griego. Y la otra mitad del mundo hablaba en latín. Y la traducción fue, eso, una traducción. No exactamente igual. Ya la hemos liado.

Acortemos: existió una herejía llamada monotelismo, que fue un apaño entre todas las herejías y la doctrina oficial. Venía a decir, por si les interesa, que en Cristo hay dos naturalezas, la humana y la divina, pero sólo una única voluntad (mono thelema = única voluntad). Esto, se pensaba, no podía disgustar a los católicos, pues éstos no podían argumentar que en Cristo hubiera dos voluntades. La idea gustó al patriarca de Bizancio y al emperador bizantino, y el patriarca escribió al Papa de Roma explicándoselo todo.

El Papa de Roma entonces era... el amigo Honorio. Honorio no debía tener muchas luces, porque no captó la herejía, pero sí que debió intuir que aquello no estaba bien del todo y escribió una respuesta más bien vaga y diplomática. ¡Mecachis! El emperador no necesitó nada más y promulgó una ley (imperial) estableciendo como cierta la idea monotelista. El siguiente Papa a Honorio se encargó de acabar con esta aventura, y así todo esto es historia. Salvo por el hecho de que el (creo que) tercer sucesor, ya con todos los protagonistas fallecidos, remató el asunto declarando anatemas (herejes) a aquel patriarca de Bizancio y ... al bueno de Honorio.

Ahora nos topamos con ¡el Liber Diurnus! (paciencia, que ya queda poco). El Liber Diurnus (abandonado desde hace novecientos años) era una especie de Libro de Estilo y manual de procedimientos del papado. Y una de sus partes era una lista de herejes, que recitaba cada papa al ser investido; y en esa lista aparecía... sí, claro: Honorio. Ahí es nada, un Papa hereje. ¿Hemos tenido un Papa hereje? ¡Hemos tenido un Papa hereje! Caray, esto en mis tiempos no pasaba. Un momento, un momento, recapitulemos. ¿Cómo que un Papa puede ser hereje? El principio de infabilidad, aunque promulgado oficialmente en 1870, se tuvo como tal desde siempre, antes, durante y después de Honorio. Si un Papa es hereje, significa que otro posterior lo declaró como tal. Es decir, decidió que su antecesor estaba equivocado y que él, el nuevo Papa, tenía la verdadera verdad sobre la cuestión. Involución. Vuelta atrás. Adiós al progreso natural (el conseguido por la lógica adecuación de cada Papa a su tiempo - de juventud-). 

Precisamente el caso de Honorio se argumentó en el concilio de 1870 por parte de los defensores de la no-infabilidad papal. Así que se estudió a fondo qué había pasado.

Y verán, en realidad Honorio no predicó ninguna doctrina falsa. Ya en 682 León II escribió a los obispos españoles que a Honorio se le condenaba por no haber aplastado la herejía desde sus comienzo, y el Liber Diurnus sólo le acusaba de "haber dado pábulo" a la herejía. Por lo tanto, ni Honorio era realmente un hereje ni había errado en una cuestión de fe. La infabilidad papal estaba a salvo.


domingo, 10 de febrero de 2013

Sodoma y Gomorra

Hará un par o más de meses quise escribir este artículo; para citarla correctamente, cogí la Biblia de casa... y al abrirla pasó lo que pasó y que ya les conté, pues fue una coincidencia que la noche anterior hubiera leído esa noticia. Bueno. Meses después, escribo aquello que ya entonces quería escribir.

¿Quién no conoce la historia de Sodoma y Gomorra? La destrucción de dos ciudades mediante una lluvia de fuego y azufre por la cólera divina, causada por la inmoralidad y depravación de sus habitantes. Plástica, la imagen, ¿verdad? Se presta a recordarla, con el añadido de la microhistoria de la mujer de Lot, que huyendo de la ciudad desobedece el mandato y se vuelve a mirar la ciudad y queda convertida en estatua de sal... ¡Qué no se habrá dicho a propósito, cuántos sermones se habrán pronunciado a su hilo! Y también ¡cuántos científicos habrán intentado explicar el mito! Que si un meteorito, que si un terremoto, que si un terremoto que hizo estallar una bolsa subterránea de petróleo o gas, que si volcanes, que si un incendio que devasta una ciudad, que si un cometa que estalla en el espacio-cielo y cae sobre ellas,... ¡qué sé yo! Teorías, todas las que quieran. Y, por supuesto, no faltarán arqueólogos que han dedicado su vida a descubrir dónde estaban estas ciudades, y...

Lo de siempre. Cuando alguien señala la Luna, los tontos miran el dedo. 

Más de una vez les he contado (por ejemplo, aquí) que el libro del Génesis es un compendio de mitos y leyendas que formaban parte de la tradición oral de los hebreos y seguramente también del resto de pueblos que poblaban el Creciente Fértil. La parte primera del libro, hasta Abraham, son principalmente mitos, y luego son seguramente leyendas. La historia de Sodoma y Gomorra, en mi opinión, es parte de los mitos. La ciudad destruída por su comportamiento es una explicación a un hecho sin duda espectacular que asombró a todos los pueblos.

Pero no es de Sodoma y Gomorra de lo que quería hablarles. Verán, a mí ya de niño me fascinó esta historia; pero no la parte que conocen todos. No, a mí lo que me intrigaba era lo que se contaba antes. Porque la leyenda de la destrucción de Sodoma se cuenta en dos partes... y lo importante de verdad pasa en la primera.

Les pongo en antecedentes (Gen 18, 16-ss):
Los hombres se levantaron de allí y miraron hacia Sodoma. Abraham los acompañaba para despedirlos [...] El Señor dijo: "El clamor contra Sodoma y Gomorra es fuerte y su pecado es grave; voy a bajar, a ver si realmente si sus acciones responden a la queja llegada a mí; y si no, lo sabré" [...
...] Abraham se acercó y le dijo: "¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás el lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?" El Señor contestó: "Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos".
Abrahám respondió: "¡Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza! Y si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás por cinco toda la ciudad? Respondió el Señor: "No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco".
 Abrahám insistió: "Quizá no se encuentren más que cuarenta". Él dijo: "En atención a los cuarenta, no lo haré".
Abraham siguió hablando: "Que no se enfade mi Señor si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?" Él contestó: "No lo haré, si encuentro allí treinta".
[... (aquí sigue, bajando a veinte, y luego a diez)]
Contestó el Señor: "En atención a los diez, no la destruiré".
Cuando terminó de hablar con Abraham, el Señor se fue; y Abraham volvió a su lugar.
El Señor destruyó Sodoma y Gomorra, luego no había diez inocentes. Pero... desde siempre me pregunté: ¿Cuál sería el límite para que sí destruyera las ciudades? Sabemos que había uno (Lot) y que uno no salvó Sodoma: el Señor le dijo a Lot que saliera, y listos. Por lo tanto, tenía que haber algún límite. Pero es de imaginar la zozobra creciente de Abraham en su impertinencia y que el pobre hombre decidió parar antes de ser innegablemente insolente... y nos quedamos sin saber la respuesta final.

Nos quedamos sin saber cuántos son insuficientes para perdonar. No sabemos si unos inocentes pueden salvar a una colectividad ni si podemos castigar a los inocentes al castigar a los culpables.

Si han abierto un periódico últimamente, atendido a la radio o visto la televisión, si simplemente ha tomado un café o una cerveza en cualquier bar o en su misma casa,  si... en suma, si no lleva usted seis años en la Estación Espacial Internacional o en coma, sabrá usted que, en este país, todos los políticos son unos corruptos. Todos los ciclistas se dopan. Todos los funcionarios viven del cuento. Todos los parados se aprovechan. Todos los inmigrantes, todos los sudacas, todos los catalanes, todos los americanos, todos los... todos los que usted quiera.

La historia de Sodoma es una batallita con un mensaje. Lo importante es el mensaje, que en este caso se cuenta antes que la batallita. Usted mismo.

martes, 5 de febrero de 2013

La teoría del Big Bang

Salvo que viva usted en Corea del Norte, le supongo enterado: actualmente, la comunidad científica considera como hipótesis más plausible de origen del Universo la denominada Teoría del Big Bang.

Recapitulemos un poco: la idea dice que el Universo está en expansión, y que esta expansión se originó en una explosión de proporciones cósmicas (y más aún), y que todavía sigue (la explosión). La base de la teoría es que el Universo está en expansión. ¿Cómo se sabe? Pues porque casi todas las galaxias se están alejando de nosotros. Y si hay unos diez mil millones de galaxias y practicamente todas se están alejando de nosotros, una de dos: o somos increíblemente raros o todo el mundo se está alejando de todo el mundo. Dado que a nadie se le ha ocurrido una razón lógica para que el Sistema Solar esté saliendo despedido del Universo, la segunda opción es la que gana más votos.

Por supuesto, hasta ahora usted no se había planteado nunca cómo diantres se sabe que nos estamos separando de los demás, ¿no?

Para explicarlo hay que remontarse a un fabricante alemán de prismas de vidrio, Joseph von Fraunhofen, que (hacia 1818) gustaba de comprobar la calidad de sus prismas haciendo pasar un rayo de luz (del Sol) a través de una ranura muy fina antes del prisma. Las distintas longitudes de onda que forman el espectro de luz visible se refractaban (es decir, se "desviaban") al atravesar el prisma, cada una con un ángulo propio, de manera que lo que se generaba era el espectro del arco iris. Y este espectro es CASI continuo. Casi, porque tiene una serie de líneas negras, y la calidad de los prismas de Fraunhofer descubrió cientos de ellas. Fraunhofer las estudió y por eso se denominan "líneas de Fraunhofer", pero también se las conoce como "líneas espectrales".

El dato siguiente es que el modelo de líneas espectrales de la luz solar es siempre el mismo. Las estrellas tienen, cada una, su propio modelo espectral, pero (¡oh, cielos!) las líneas oscuras más importantes las tienen todas (o la mayor parte).

Las líneas espectrales tienen su origen en los elementos químicos que forman el elemento luminoso, y de esta manera se puede determinar la composición química de las estrellas (ahí es nada, saber a miles de años luz si en una estrella hay magnesio o silicio). Pero explicar esto es desviarnos excesivamente de la teoría del Big Bang.

Total, que las líneas espectrales funcionan como unas marcas. Imagínese usted  un dial antiguo de radio, con la barra vertical que se usaba para sintonizar una emisora. Usted movía la barra vertical hasta coincidir con una posicion en concreto, que marcaba la situación de la emisora en concreto. Pues bien, las líneas espectrales serían como si tuvieramos el dial completo de frecuencias y una serie de marcas, como posiciones de emisoras.

La clave fue el siguiente descubrimiento. Resulta que se empezaron a detectar las líneas espectrales de muchos cuerpos siderales que... no estaban donde tenían que estar. Pero, y más importante aún, mantenían el esquema que tendrían si estuvieran en su sitio: simplemente, estaban desplazadas, pero todas al alimón. ¿Raro, no? Eso había que investigarlo.

Y la primera explicación es sencilla. Recordemos que las líneas se han desplazado "en una regleta de frecuencias". Es decir, se han detectado en una frecuencia mayor o en una frecuencia menor. Efecto Doppler. El efecto Doppler lo notamos a diario cuando se acerca un coche con una sirena, por ejemplo: cuando el vehículo está acercándose hacia nosotros el timbre de la sirena es más agudo que si está parada, y si se aleja es más grave. Y este efecto es mayor cuanto más rápido se mueve el vehículo. Por lo tanto, los cuerpos cuyas líneas espectrales se hayan desplazado hacia el azul se acercan hacia nosotros y los que den un corrimiento al rojo se alejan. Cuanto más corrimiento al rojo, más rápido se alejan.

La segunda explicación es más difícil. Vale, ya sabemos porqué están desplazadas las líneas espectrales. Pero ¿por qué se mueven las estrellas y galaxias? ¿Acaso hay alguien moviéndolas, están cayendo "hacia abajo" o qué?

Para no alargarme demasiado: la mayoría de los cuerpos se están alejando de nosotros (o nosotros de ellos, tanto da). Al principio sólo se detectaban los espectros de las estrellas "cercanas" (la técnica no daba para más), pero con los grandes radio telescopios, y con el telescopio espacial Hubble más aún, lo que se mira ya son galaxias. Y casi todas se alejan. A velocidades increíbles, mucho más rápido que lo que se movían nuestras estrellas vecinas. Y, abreviando una vez más, la explicación más coherente y sencilla es una gran explosión primigenia. Un Big Bang. Hubo un tiempo cero en el que toda la materia del Universo estuvo concentrada en un punto (más o menos), y luego ¡bang!

Hasta aquí, no tengo nada que objetar. La Teoría del Bing Bang explica muy bien (y todos los descubrimientos casan con esta teoría) el movimiento galáctico. Mi queja es, más bien, a que los medios de comunicacion y las personas que se las dan de listillos (menos yo, claro) describen a esta teoría como "del origen del Universo". Y lo repiten tantas veces que la idea termina calando, y no debe ser así. Tienden a transmitir una sensación de que el Hombre ha conseguido explicar el Universo, ha resuelto el misterio del tiempo, de que "todo está controlado". Todo empezó con el Big Bang. Y, sin embargo, obviamente el Big Bang no pretende ser el origen absoluto de nada, únicamente la explicación de una situación actual, el movimiento galáctico. Esta teoría no crea masa ni energía, ergo ya estaban antes del B.B. El tiempo, que fácilmente representamos con magnitudes numéricas... se pretende que el B.B. fue en t=0; genial, pero habría un t=-1, antes de t=0, ¿no?

Incluso una teoría del tipo de un B.B. elástico, un universo en expansión que llega a un límite, pasa a contraerse hasta el tamaño de la pelota que fue antes del Big Bang, vuelve a estallar y así indefinidamente, incluso esa teoría sigue sin explicar el origen absoluto del tiempo y el origen absoluto de la masa y la energía.

Y, de hecho, nada se dice del espacio: la teoría habla de galaxias y otros cuerpos moviéndose a través del espacio. El espacio, dimensiones físicas, existe antes de la expansión. Y no tiene porqué ser finito por el mero hecho de que las galaxias no lo hayan llenado por completo. Físicamente, esta infinitud no es relevante; conceptualmente, sí.

Gracias a los científicos, cada vez conocemos más. Aunque de momento, parece que no conoceremos nada de antes del Big Bang, que ya es saber mucho. Pero no es el origen del Universo. Vaya, maestros, enseñantes, periodistas y comunicadores propagan entonces una adulteración de una teoría científica, al presentarla como más de lo que es, como una explicación absoluta. Ahí, me temo, los medios de comunicación y de enseñanza se han tomado la libertad de un salto muy grande. ¡Qué peligro tienen aquellos que, en su estulticia, creen que ya saben lo suficiente!

La justificación que se me ocurre, además de que los propagadores son buenos como propagadores, no como científicos, está en una idea que ya los pensadores medievales atgumentaron en su momento para intentar demostrar la existencia de Dios: el ser humano es finito, la mente humana es finita y sólo concebimos cosas finitas. No nos cabe en la cabeza el infinito, no conseguimos hacernos la idea de un infinito porque inmediatamente lo imaginamos finito. Así, por ejemplo, no podemos imaginar la infinitud física de las dimensiones. Impepinablemente imaginamos un "hasta aquí; hemos llegado al punto infinito", y, claro, al instante nos damos cuenta de que no es así. No podemos. Y al igual que no nos cabe el infinito de las dimensiones, tampoco nos cabe el infinito del tiempo. Ni el infinito de pequeño: ¿cómo va a ser posible una partícula que ya no la pueda haber más pequeña? Siempre existe la mitad...

La parte positiva es que la propia consciencia de que no se conoce la respuesta a la pregunta siguiente es lo que impele a los científicos a seguir intentando saber ese paso que les llevará más allá.