lunes, 8 de octubre de 2012

I Congreso de la Ingeniería Industrial


Los días 23 y 24 de octubre se celebrará en Madrid el I Congreso de la Ingeniería Industrial; el programa está disponible aquí. Nada de particular, es un congreso técnico. Se han programado 12 mesas, en torno a las cuales y a partir de ponentes con nombre y apellidos, tres o cuatro por mesa y cada uno presentando su ponencia, se hablará a lo largo de hora y media de los temas que se han propuesto como cruciales para la profesión y para el país (entiéndase esto último como que los ingenieros pensamos que para el país es clave que sus ingenieros sepan de esos temas).

Una de las frases con las que se anuncia es: "Con el fin de encontrar las vías que canalicen todo este potencia de la Ingeniería Industrial, mediante la detección de los temas que serán clave en los próximos años, la mejora de la formación de los ingenieros y la reflexión sobre los cambios que se están produciendo en nuestro entorno y que se acentuarán en los próximos años, conseguiremos que nuestro país recupere el impulso necesario para incorporarse al grupos de países líderes en productividad y eficiencia de sus empresas, instituciones y la mejora de la sociedad en general."

Vamos, que se imaginan todo lo demás, ¿no?

Yo… ¿qué quieren que les diga? La verdad, considero bueno que se hable de estos temas. El ingeniero no tiene que estar siempre enfocado en lo suyo, aislado en la mesa de un despacho.  Es un oficio en el que cada instante que pasa te vuelves más obsoleto. Mas sabio, más experto, sí, pero experto en problemas antiguos, en máquinas antiguas, en procesos antiguos. Por ejemplo, te conviertes en una autoridad en los edificios con aluminosis, y al final eres un experto en un problema que hubo en un tiempo. Que te quedarán pisos suficientes para que vivas tu carrera profesional, pero sólo si ésta no es muy larga. O serás un experto en motores de combustión, pero el futuro no va por ahí: serás un experto en antiguallas y te sentarán junto al experto en clavicordios, al que repara paraguas y al tipo que todavía escribe en arameo. De esto somos conscientes todos los ingenieros, y lo asumimos con resignación. Intentamos, claro, aprender siempre cosas nuevas, pero… cuesta.

Así que me parece estupendo que un día se haga un alto en el camino y se dedique un ratito a charlar sobre las pilas de combustible y los vehículos híbridos o sobre patentes, por poner unos ejemplos que se tratarán en el congreso. Pero… es un congreso "antiguo". El que quiera, que vaya y asista. Que escuche, y pasado el rato de autobombo que se darán los ponentes y las presentaciones tipo "conozco a Fulanito desde hace muchos años, juntos construimos el Arca de Noé, qué tiempos aquellos, llovía a todas horas y se nos empapaban los planos", posiblemente escuche ideas inteligentes y propuestas valientes, algunas de las cuales quizá se hagan realidad. O al menos vea por dónde van a venir los tiros en el futuro y pueda prepararse un poco.

Y yo me pregunto: ¿es que los organizadores no han oído hablar de Internet y de sus posibilidades? ¿No hay ningún ingeniero que les diga que la manera más eficaz de discutir estos temas entre más gente, que todos podamos estar informados y opinar, que sepamos lo que piensa un tío que está desplazado a Maracaibo pero que sabe un congrio de coches híbridos y pilas de hidrógeno, nadie, repito, les ha hablado de los foros en internet? Si yo organizara un congreso de ingenieros, organizaría foros. Pediría a los ponentes que colgaran sus ponencias en los subforos, e invitaría a inscribirse en los foros a todos los ingenieros (y a muchos que no lo son pero que saben lo mismo o más, también). Y dejaría los foros abiertos hasta el congreso siguiente. Y si esto se me ocurre a mí, que soy un ingenierito de a pie y un patán en las cosas de Internet, estoy seguro de que hay por ahí gente que sabría montar cosas mucho mejores aún, más eficaces, más productivas, más didácticas, más todo.

Quizá el problema de la Ingeniería en España es que están al mando los ingenieros que le construyeron el Arca a Noé. O ingenieros que, si les anuncian un diluvio, preparan un Arca. Como se ha hecho "de toda la vida".

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