viernes, 22 de noviembre de 2013

Carrero


Saint Louis, Missouri

Directamente al oeste desde Louisville, por fin llegamos al Mississippi. Esta vez no voy a contarles de dónde viene el nombre de la ciudad, porque ¡estamos en Missouri!

En 1820, llegado el momento de incorporar el territorio de Missouri a la Unión, a los ya estados se les planteó el problema de que Missouri era un territorio esclavista (es decir, en el que la esclavitud era legal y había esclavos), y su incorporación rompería el empate entre estados esclavistas y no esclavistas. Tras duras negociaciones, se decidió aprobar que una parte del estado de Massachusetts se segregara y formara un nuevo estado, Maine, que se incorporaría también a la Unión, manteniendo el empate. Al mismo tiempo, se estableció el compromiso de que, cuando se incorporaran nuevos estados, lo harían por parejas (o dividiendo territorios, si daban de sí), mantenendo el empate entre ambas facciones.

A esta componenda se le conoce como el Compromiso de Missouri. Los poilíticos que lo cocinaron creyeron que era una buena solución para un problema larvado desde muchos años antes, pero no dejó de ser eso, una componenda, y al poco tiempo volvieron las diferencias y las tensiones, hasta que al cabo de 40 años una parte se sintió excesivamente maltratada por la otra, se quiso separar, y estalló la guerra. Ya conocen la historia.

Hace cincuenta años del magnicido de John F. Kennedy. Doy por descontado que habrá amplios reportajes en televisiones, periódicos y radios, y también en millones de blogs de internet; o, como mínimo, menciones, recordatorios, etc.

No me importa mucho Kennedy, no creo que su muerte supusiera un cambio importante. Sin embargo, este 20 de diciembre hará cuarenta años del asesinato del almirante Luis Carrero Blanco, creo que el recuerdo político vívido más antiguo que tengo. Los menores de 40 años no sabrán de qué les hablo; pero desconocer la Historia es obligarse a repetirla, por lo que este suceso sí merece una atención especial.

La clase política, en España, hace mucho que no tiene la categoría que querríamos, eso lo sabemos todos. Durante el reinado de Alfonso XIII, el bipartidismo degradó tanto el nivel de los políticos que el general Primo de Rivera dio un golpe de estado y empezó su Dictadura. En 1931 el nivel de los políticos monárquicos era tan patético que se produjo el advenimiento de la Segunda República, pero ésta no devengó en una mejora de nuestros gobernantes, sino en una degradación aún mayor. En 1936, muchos militares, hartos de los políticos, intentaron un segundo golpe de estado, que falló en primera instancia y se prolongó en nuestra Guerra Civil. Tras su triunfo, Franco no estaba dispuesto a volver a dar el poder a aquellos políticos que tan mal lo habían gestionado, y se lo quedó. Nunca llueve a gusto de todos.

En 1973, Franco, viejo y cansado, lo deja. No nominalmente, porque sigue siendo Jefe del Estado, pero sí de facto. Nombra a Carrero, hombre de su confianza desde hacia décadas, Presidente del Gobierno. Un cargo que, sea de paso, en la práctica ejercía desde muchos años antes, Franco figuraba pero el día a día era cosa suya. Ambos, digámoslo así, consideraban que los partidos políticos eran inventos que en España sólo iban a causar desastres.

El 20 de diciembre, a la salida de misa, una bomba manda su coche por los aires. Franco, senil, nombra al ¿incapaz? Carlos Arias Navarro como nuevo Presidente, y el resto es Historia. ¿Qué habría pasado, si hubiera seguido Carrero? No podemos saberlo. Carrero no era un exaltado ni un iluminado, e intentó ejercer el poder "con leal saber y entender". Cambió a 10 de los 18 ministros (a las personas de la tercera edad seguramente les sonará el nombre de López Bravo, entre otros), y se estableció como objetivo la integración en la CEE. Yo creo que eran conscientes de que el futuro no era de ellos pero querían pilotar la transición. Ya digo, no podemos saber qué habría ocurrido, y han pasado demasiados años para comprender a la sociedad de entonces. La palabra crisis se queda corta para describir aquellos días de noviembre, al igual que Kennedy tuvo sus 13 días de octubre; represalias generalizadas, una nueva guerra civil, cualquier cosa habría sido posible. Tendrán que convenir conmigo que, visto lo visto, al menos gestionaron bien aquel incidente.

Han pasado 40 años. Antes de reproducir la omnipresente reductio ad Franco, por favor, piense un momento en la clase política que tenemos ahora (o la que teníamos hace tres años, si le gustan los de ahora). La corrupción impune, el cachondeo de la Justicia, la separación de las personas corrientes, todo lo que usted quiera. Intente aislar la valía de las personas que gestionaban España entonces, cada una en su puesto, de las circunstancias en las que tuvieron que moverse. ¿Cree usted que la casta que tenemos ahora es mejor?

Veremos qué se publica, cuando se acerque la fecha. Tengo curiosidad por leer las interpretaciones que den. Digo yo que alguien, al menos, se acordará. Aunque, la verdad, parece mucho más lejano que el asesinato de Kennedy, ¿no?