P. Dice que la prostitución es estructural, que “abogar por la abolición es chistoso cuando no se ha pedido en casa”.
R. Yo no soy de las feministas que están en contra de la prostitución, estoy en contra de cualquier explotación. También de las mujeres, obviamente, pero nuestra sociedad se ha estructurado sobre la prostitución. Las mujeres se han prostituido en los matrimonios y sin cobrar: tú te casabas para que alguien te mantuviese, a cambio le dabas favores sexuales, descendencia y no hacías el amor siempre que quisieras. Esto era lo normal. Empecemos a reconocer que eso ha sido estructural para todas.
P. ¿Es “ilusorio pensar que alguna vez tendremos derechos plenos”?
El fragmento que reproduzco es parte de una entrevista a Laura Llevadot (Barcelona, 1970) que el diario El País publicó el pasado 27 de febrero. Aproximémonos como lo debería hacer un ingeniero.
Vamos a por sentado que la declaración hecha es tal cual, que realmente dijo eso.
Laura Llevadot es profesora de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona, universidad en la que se licenció y en la que obtuvo su doctorado (no, este artículo no versa sobre la endogamia de la universidad española). El diario El País es un respetado (no digo respetable) periódico nacional, y una entrevista de este periódico no es algo que el entrevistado se lo tome a la ligera, máxime cuando se es sólo un profesor de universidad. También asumimos que el diario El País no envía a indocumentados en busca y captura a entrevistar a profesores de universidad.
Por lo tanto, hemos de dar por cierto que la entrevista tuvo lugar en un ambiente sosegado y con el entrevistado encontrándose cómodo para hablar. Dado que el entrevistado es una profesora universitaria de filosofía, y que además es licenciada y doctora en filosofía, y que en la entrevista se hablaba de temas de filosofía, será también cierto que la entrevistada era consciente de lo que decía y que verbalizaba sus pensamientos. También, que se expresó con propiedad y que lo que el vulgo pueda entender de sus palabras es lo que ella quería que se entendiese. Sin duda, su dominio del lenguaje y del arte de conversar es suficiente para que si hubiera querido que se entendiese otra cosa lo hubiese dicho diferente.
No cabe, pues, que corrijamos nosotros a la entrevistada para que creamos que ha dicho lo que no ha dicho.
Por otro lado, la entrevistada puede cometer errores en lo que dice (es como si yo dijera "soy el contertulio más simpático del mundo"), pero eso no significa que ella no crea que ella esté en lo cierto. Así que cuando hace una afirmación universal podemos estar seguros de que se cumple en el entorno que ella conoce; quizá no se cumpla en las selvas del Amazonas, pero eso ella no lo sabe.
Dado que nació en Barcelona en 1970, lo más probable es que sus padres estuvieran casados entre sí.
La conclusión es que la madre de la entrevistada le confesaría a su hija que el matrimonio de ella, su madre, con su padre, era sólo una cuestión de negocios: ella le daba al marido sexo, y el marido la mantenía vestida, alimentada y cobijada.
Otro tanto habría sido el acuerdo de sus hermanas o hermanos, si los tuviera, con sus cónyuges. Y, por supuesto, si la entrevistada está o ha estado casada (lo ignoro), esos matrimonios son sólo sexo por comida y casa.
Como ella dice, es lo normal.
Lo que también sería normal es que yo pensase que, si ella no está casada, es porque ella se tasa a sí misma por encima de lo que el mercado la tasa a ella. Vamos, que no es tan buena en la cama como ella se cree, caballerosos que son los amantes que haya tenido.
Ahora bien, como ya he dicho, que ella crea que algo es cierto no significa que lo sea, así que no cabe más que decirle: "no pluralice, hable por usted".
Pero ¿y si negamos la mayor?
Supongamos que lo publicado no es lo que la señora Llevadot dijo. Que lo que ella dijo no es "las mujeres" sino "algunas mujeres". Eso podría ser rigurosamente cierto, lo más probable es que en India, China o en el mundo antiguo haya habido mujeres que se han casado con hombres para que estos las mantuvieran. Pongamos, por ejemplo, que voy a Cuba y me traigo una mulatita caribeña de quitar el hipo: mientras ella me satisfaga, yo la mantendré y seré su llave para que viva en un país mucho mejor que Cuba. Sí, la afirmación de "algunas mujeres" puede aceptarse.
Pero un momento.
Si realmente dijo "algunas mujeres", entonces la entrevistadora ha cambiado la declaración de la entrevistada, y el cambio ha sido sustancial. La entrevistadora ha manipulado la entrevista para hacer decir a la entrevistada lo que la entrevistada no había dicho. Es posible que ese cambio sea un error, pero hoy 4 de marzo El País no ha corregido aún la entrevista. Es posible que la entrevistada aún no haya leído la entrevista que le hicieron y no sepa que hay un error, pero ¿ustedes creen? ¿Tantas entrevistas da la señora, que no puede revisarlas todas? ¿Tan poco le interesa la entrevista que haya dado a El País?
En resumen: no creo que sea un error. Tampoco creo que sea una manipulación de la periodista, porque -imagino- la entrevistada habría exigido una rectificación so amenaza de demanda. No, yo creo que dijo lo que se publicó. Lo que me lleva a...
¿Cómo es que la entrevistadora (Noelia Ramírez) aceptó tal cual la declaración de la entrevistada? Yo no sé cómo funcionan las entrevistas y cuál es la ética del periodista en ellas, pero pienso que cuando un entrevistado dice una burrada (supongamos que hubiera declarado: "lo mejor para la educación de los niños es darles una somanta palos cada noche") el entrevistador no lo hubiera dejado tal cual, sino que habría pedido una explayación sobre el asunto para que se comprenda mejor. Si la entrevistada hubiera declarado "las mujeres han de dejarse de historias, buscar un marido que las mantenga y pagarle en sexo cuando él lo reclame; es lo normal y lo mejor para todas", digo yo que la entrevistadora no lo habría dejado ahí. O, cuando menos, se habría esforzado en que quedara claro que lo dicho es sólo una opinión del entrevistado, no una verdad absoluta: recordemos que el entrevistado lo es en calidad de experto en la materia.
Esto ya lo he denunciado en otras ocasiones, pero porque pasa mucho. A veces los periodistas entrevistan a lunáticos, son gajes del oficio, pero queda claro (o debería) desde el principio que el tipo está chiflado. Cuando esto no queda claro desde el principio - más aún, cuando se nos vende que el entrevistado sabe de lo que habla-, el periodista no puede ser un simple vocero de las tonterías que se le digan.
Y si la periodista estuviera, fuera su objetivo, o hubiera estado casada (lo ignoro) y sus padres también, lo correcto es que le hubiera rebatido a la entrevistada allí mismo. Salvo que también fuera el caso de ella y de sus padres, no hay que descartarlo.
Existe una posibilidad adicional: que la entrevistada lo hubiera dicho, pero que ella misma supiera que no era verdad. Que lo dijera con intención de engañar al lector. ¿Con qué objeto? Supongo que con el de llamar la atención y que hubiera más idiotas que quisiesen comprar su libro.
Se preguntarán ustedes porqué me empecino tanto en lo que parece ser una declaración hecha para llamar la atención y a la que no hay que darle más importancia. Pues porque un grano no hace granero pero ayuda al compañero, y así cambian las cosas. Muchas entrevistas con declaraciones como estas, y en el imaginario colectivo (recordemos, las adolescentes son taaan crédulas) el matrimonio será un trato de sexo por comida. Nos preguntamos cómo hemos evolucionado socialmente hasta la decadencia en la que vivimos: pues con declaraciones que no han sido respondidas.
Sea usted inteligente y reflexione. Me temo que tanto la entrevistada como El País confían en que no lo sea y que no lo haga.
Hay burradas que no podemos dejar pasar.
Pat Benatar - We belong