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Desde hace muchos años vengo observando un descenso en el nivel de la enseñanza de los ingenieros. Pero siempre pensaba "bueno, ya les enseñará la vida". No me importaba que no aprendieran en la universidad, daba igual que un ingeniero no entendiera la fatiga de los metales; ya lo aprendería luego.
Poco a poco me fui dando cuenta de otro detalle: el arte del croquis se está perdiendo. El otro día me pasaron un plano de una escalera. Era incomprensible, así que el lunes, por pura diversión, le pediré a la arquitecta que me envíe el corte vertical de la escalera; y se lo pondré fácil, no le pediré un plano formal, sólo un croquis a mano alzada. Estoy seguro de que tardará unos días, pero me enviará un plano formal: no sabrá hacer croquis a mano. Me atrevo a decir que no conozco a ningún ingeniero menor de 50 años que haga croquis a mano alzada.
Es curioso: la vida no está enseñando a los ingenieros a hacer croquis a mano alzada. Y, sin embargo, el no saber croquizar no está deteniendo a los nuevos ingenieros. ¿Qué está pasando? Es simple: es un saber que ya no es necesario. Es como el joven ingeniero que no sabe representar un corte en sección. No sabe y no aprenderá, porque no lo va a necesitar. Con el diseño por ordenador, el BIM y todo eso, ese conocimiento es inútil. Teniendo en cuenta que el propio ordenador se comunica con las máquinas que fabrican, las representaciones y los criterios de dibujo destinados a facilitar que un operador humano entienda lo que se hace carece de sentido. Sé que suena pedante, pero es verdad: la cantidad de saberes de los que carecen los nuevos ingenieros nos haría enrojecer a los antiguos. Y si bien hasta ahora yo pensaba "es joven, ya aprenderá", hoy en día soy de otra opinión. Veo que todos los jóvenes son así, y veo que no aprenden. Y veo que con ordenadores que hacen el trabajo por ellos esos saberes no les son necesarios.
Entonces pienso que es un poco como la pérdida del saber que se produjo en la decadencia y tras la caída del imperio romano, que el saber de entonces quedó recluido en los monasterios, y ni siquiera todo, sólo una parte. Y que durante mil años apenas se produjeron avances y no salieron en esa sociedad genios que la hicieran avanzar.
Quiero decir, es algo que ya ha pasado antes. La pérdida colectiva de saberes. Nos cuesta creer, porque España fue el lugar donde menos se perdió el conocimiento tras la caída del imperio de Occidente (supongo que los visigodos fueron los menos bárbaros de todos, o también porque antes de las invasiones habían sido el pueblo que más había estado en contacto con los romanos y siempre se esforzaron en mantener la relación), pero por ejemplo en Inglaterra volvieron a la edad de piedra, ni si quiera a la del bronce. Hasta el punto de que perdieron el conocimiento de cómo hacer ladrillos y tejas.
Pues bien, pienso que ahora nos está pasando algo parecido. Por lo menos en España. España está perdiendo, como sociedad, saberes. Y es que el saber no va sólo por épocas, también por países: no es el mismo conocimiento tecnológico el que tiene Alemania que el que tiene Etiopía, por ejemplo. Pues España va perdiendo el suyo. Llegará un momento en el que el conocimiento nos vendrá de fuera. Y no nos vendrá todo: muchas cosas no sabremos hacerlas. No seremos capaces.
La trampa de esto es que es un proceso gradual. Lento. De manera que todos conocemos casos de ingenieros jóvenes que inventan, que desarrollan, que descuellan. Claro que sí. Pero cada vez serán menos. Cada vez estos se irán antes a Estados Unidos, a Alemania, a Japón. Llegará un momento en que seguiremos teniendo ingenieros españoles inventando, sí, pero estarán allí. Y, como los romanos, no lo veremos venir. Es lo que yo denomino una jaula Daniel Quinn, una en la que no te das cuenta que te estás metiendo hasta que ya no puedes salir.
Mariachi Chávez - El cascabel