El otro día escribí el artículo "El artº 100.2", acerca de cómo los políticos catalanes presos están recibiendo un trato de favor en mi opinión escandaloso, aunque como esto es Cataluña y "son de los nuestros", aquí no pasa nada.
Hace cuatro días trasladaron a una de ellos, a Carmen Forcadell, a la prisión de Wad-Ras, porque ella lo pidió. No sé si es normal que sean los presos los que elijan sus cárceles, pero en fin. Por cierto que una letrada de la administración de justicia me explicó la razón de que solicitara el cambio: la juez de vigilancia penitenciaria adscrita a Wad-Ras es más proclive a las ideas independentistas que la de la prisión en la que estaba antes y que sin embargo "le caía más cerca de casa".
El caso es que ahora ha conseguido que le den otro permiso, de nuevo acogiéndose al artº 100.2. En el caso de Forcadell, como tiene más de 65 años, no es un permiso de trabajo. No. En su caso es un permiso de 12 horas al día cinco días a la semana, fuera de la cárcel... para cuidar de su madre.
Ya lo saben: si cometen un delito y les condenan a 11 años y seis meses de cárcel, pidan permiso para cuidar de sus ancianas madres: les darán doce horas al día. A la cárcel, sólo a cenar, dormir y desayunar, y justito. El único requisito previo para ello, no hace falta decirlo, es ser un político catalán. En concreto, "uno de los nuestros".
Trato de favor, se llama a esto. Escandaloso trato de favor.
Y aquí no pasa nada. Esto es Cataluña, y aquí estas cosas quedan impunes.