Somos lo que somos, es inútil negarlo. Somos el resultado de los ingredientes, los tiempos de cocción y las temperaturas con las que nos hornearon.
Uno de los libros de la Biblia es el Libro de Judit. No es de los más famosos ni de los más interesantes o entretenidos, pero no es ni de lejos de los peores. Cuenta la invasión por los asirios de las tierras del Jordán, con el general Holofernes al mando de un poderoso ejército. Como parte de la campaña, Holofernes ataca la ciudad israelita de Betulia, supongo que emplazada en algún lugar de fácil defensa, a la que sitia. Los habitantes, desesperados, meditan rendirse.
Entonces interviene Judit ("la judía"), una mujer viuda pero sin embargo aún hermosa y cuyo marido había muerto de una insolación (qué apropiado en estas fechas!). Judit tiene un plan para salvar a todos, y pide que confíen en ella 5 días. Y lo hacen.
Esa noche Judit, acompañada de su criada, abandona la ciudad y se entrega a los asirios; dice que quiere rendirse cuando todavía está a tiempo, y que conoce una manera de entrar en la ciudad que puede mostrar. Judit, como se recuerda a menudo en el libro, es una mujer muy hermosa y muy discreta (en el sentido del español de los Siglos de Oro: juiciosa, prudente, sabia, despierta). Con su cerebro y su belleza se gana a los asirios y a Holofernes.
La noche del 4º día Holofernes prepara un banquete para ellos dos, con intenciones aviesas pues si no la posee (se muere de ganas) se reirá de él. Es lo que espera Judit: es viuda, conoce a los hombres. Judit lo emborracha y, cazador cazado, le corta la cabeza. Vuelve a Betulia con la cabeza de Holofernes y su virtud intacta, y los judíos, bajo su dirección, logran la victoria. Por cierto que Judit obtiene su parte del botín: le dan la tienda de Holofernes con todo su contenido.
Finalizada la guerra, Judit vivió rica y rodeada de pretendientes, pero no quiso desposarse con ninguno y vivió 105 años.
Vaya historia, ¿no? No es una historia real, porque está llena de detalles que indican que es un cuento (y los antiguos judíos, como notaban los imposibles, entendían que era un cuento), pero... Una mujer, dueña de su cuerpo y de su vida, deseada pero respetada por todos, lidera a su pueblo y logra con su inteligencia lo que otros no pudieron conseguir por la fuerza. E, insisto, tanto se la respeta y valora que le asignan la parte del león del botín tras la victoria.
¿Es Judit un modelo a seguir? ¿Un ejemplo de lo capaces que son, una enseñanza de que hay mujeres de más valía que cualquier hombre? Pues sí. Pero no para todos: sólo para los católicos y los ortodoxos. Los judíos acabaron quitando el Libro de Judit de sus libros canónicos, y otro tanto hicieron los protestantes y los anglicanos. ¿Por qué lo hicieron?, me pregunto. No hay nada en el libro que sea herético, no deja en mal lugar a los israelitas, y tiene el mensaje religioso adecuado. ¿Entonces? No se me ocurre otra explicación. Judit es una mujer, y por lo tanto no puede ser un modelo de liderazgo. No puede ser que ella viva su vida como quiera y sea al mismo tiempo envidiable y objeto de imitación. No, Judit es demasiado. Para los judíos y los protestantes, quiero decir. Para los católicos y los ortodoxos, Judit es uno de sus modelos. Huelga decir, por supuesto, el lugar que tendría Judit entre los mahometanos, los africanos, los chinos, los hindúes, los japoneses, etc.
¿Y cómo casa Judit en el imaginario feminista? Fácil: no casa. No existe, porque desmontaría la acusación de misógina de la iglesia católica, tán facil de hacer (que no de demostrar) y de la que tan bien se vive en esta sociedad nuestra de idiotas.
Somos lo que somos. Nos cocinaron como nos cocinaron, y el Libro de Judit fue uno de los ingredientes. La libertad y la dignidad de las mujeres en nuestra sociedad no surgió de un árbol; algo tuvo que ver el Libro de Judit. Y si no me creen, fíjense en las culturas que no lo tienen.
Clannad - I will find you