Se ha publicado un estudio realizado por el Instituto
Católico de París y la Universidad Católica de St Mary’s de Twickenham sobre la
actitud religiosa de los jóvenes adultos con edades comprendidas entre los 16 y
los 29 años de 21 países europeos más Israel.
En el caso de España, el 55% de los jóvenes declaraba no
tener ninguna religión. Es mejor que el caso de Chequia, donde el porcentaje
subía al 91%, pero sigue siendo atroz.
Y no es “trending topic”. Increíble, porque me parece un
problema muy serio.
Este diagrama es el resumen por países:
Fuente: el informe citado |
[el asterisco en el nombre del país hace referencia a que
los datos se sacaron de la Encuesta Social Europea (http://www.europeansocialsurvey.org/)
de 2014, mientras que de los demás países se obtuvieron entre 2014 y 2016, es
una encuesta que se hace cada dos años. En el caso de Rusia sólo se dispuso de
la encuesta de 2016.]
Antes de meterme de lleno, algunos comentarios:
1) Está claro que Israel es harina de otro costal.
Y me llama la atención que no aparezca Italia.
2) Polonia y Lituania son muy religiosos. Pero la
república checa y Estonia son los menos religiosos. Países muy próximos, con un
pasado muy parecido, con una historia similar. ¿No se debe achacar nada a las
décadas de comunismo? Bueno, no tan deprisa:
a. Lituania, su territorio actual, fue durante
siglos Polonia. Polonia ha sido siempre el pupas de Europa y Rusia, Austria y
Prusia han hecho con ella lo que han querido. El resultado es que las fronteras
actuales están muy al oeste de lo que estuvieron.
b. Estonia nunca fue Polonia.
c. Polonia nunca perteneció al Imperio, ni al
germánico ni al austríaco.
d. Chequia, ya antes de Lutero, fue tierra de
herejes. Jan Hus, sin ir más lejos. Fue una tierra donde el protestantismo pegó
fuerte.
3) Los países “católicos” tienen en general un
porcentaje de religiosos mayor que los “luteranos”. Como chascarrillo, la
religión mayoritaria entre los jóvenes en el Reino Unido es el catolicismo, con
un 10% de creyentes. El anglicismo sólo lo es del 7%.
4) Faltan los países ortodoxos (sólo está Rusia).
En los países ortodoxos, la iglesia es “nacional”. Quiero decir, es propia de
cada país y componente de su identidad nacional.
5) En cualquier caso, los resultados son penosos en
casi todos los países.
En España el 37% de los jóvenes se declara católico, el 5%
musulmán, el 1% ortodoxos, el 2% de otras
religiones cristianas y el 55%, ya lo he dicho, sin religión. Es decir: la
religión por antonomasia es el catolicismo; las otras religiones son “creencias
personales” o peculiaridades de cada uno. Salvo el islamismo, claro, pero si
tenemos en cuenta que España está en guerra con el islamismo casi desde el
inicio de esa religión, comprenderemos que está en nuestro ADN el ver al
musulmán como “otro”, como un extranjero especial, como un enemigo. Pues bien,
en España rige el silogismo Franco era católico, Franco es lo peor, luego el
catolicismo es lo peor. En España ser católico se significa como ser
franquista, y ya sabemos que ése es el mayor insulto que se puede hacer a una
persona: aquí, el Holocausto es condenable porque eran judíos, si hubiera sido
de franquistas la cosa no sería ya para tanto.
Así que en España el ser católico no está bien visto, sino
todo lo contrario. Se comprende, pues, que los jóvenes no lo sean.
¿Por qué me parece un tema preocupante?
La Wikipedia no aporta una definición clara de lo que es la
religión; de hecho, dice que no hay una definición clara. Para unos es una
cosa, para otros es otra.
Para mí, la religión no es la moral ni la ética. Tampoco los
ritos ni las creencias en lo que pasó en el pasado. Es la creencia en lo que
ocurre tras la muerte. La resurrección, el Valhalla, la reencarnación en un
animal o en otra persona o que el espíritu queda libre y vaga por la pradera o
por la selva. Da igual, lo importante es que uno cree. Cree en un futuro, y le
importa ese futuro, quiere que le vaya bien. Como el religioso opina que lo que
ocurra entonces tendrá que ver con lo que haya hecho durante su vida, de ahí la
moral, la ética y los ritos. Son sus reglas para esta fase temporal. El objeto
de la vida es conseguir un futuro mejor, es el sentido de la vida. Una persona
sin religión no se plantea nada detrás de la muerte. No hay nada, no hay nada
en lo que creer, no hay religión. ¿Por qué no se plantea nada? Porque es
cómodo. No piensa. Así como muchos viven sin plantearse cuál es la esencia de
la materia o si la luz es una onda o un corpúsculo porque no sienten que lo
necesiten para vivir y es un esfuerzo que no están dispuestos a hacer, muchos
viven sin plantearse nada sobre después de la muerte.
Por cierto, puede que algún agnóstico intente defenderse
diciendo que es todo lo contrario, que creer es lo cómodo. No es así: creer
requiere un esfuerzo importante. Y frecuente. De hecho, es corriente que el
creyente deje de serlo ante las dudas que le plantea su creencia, incapaz de
resolverlas.
Por suerte, las personas sin religión no carecen de moral o ética:
la sociedad se las imbuye y las han de aceptar como propias sin cuestionarlas
demasiado. Como el idioma o las reglas sociales. Y digo por suerte, porque es
esa moral la que impide que el no religioso se suicide (dado que su vida carece
de sentido porque no tiene un objetivo, ¿por qué soportar las penalidades?) y
que además pueda vivir en comunidad. Pero entonces ¿qué buscan en la vida? La
felicidad, dicen. Fíjense: la religión mayoritaria en Occidente es el no tener
religión; por eso el lema máximo es “buscar la felicidad”.
Son los filósofos (con Kant a la cabeza como quizás el mejor
de todos) los que se han planteado el sentido de buscar la felicidad, la vida
sin acudir a la religión. ¿Qué debe hacer el Hombre? ¿Qué pautas de actuación
debe tener? ¿Qué objeto debe tener su vida? El tema es complejo y yo no sé a
qué conclusión han llegado, es un debate demasiado elevado para mí. Pero me
temo que no han llegado a ninguna conclusión. Me da a mí que lo que de verdad
ocurre es que buscar la felicidad no es lo que debe buscar el Hombre. Suerte
tenemos de las religiones, que son las que de verdad nos han dado y nos dan la
moral y la ética.
En definitiva, cuando alguien me dice que no tiene religión,
que no cree en nada, yo solo veo un irreflexivo, alguien cuyo intelecto no le
lleva a plantearse la sin duda más importante de todas las cuestiones. Y además
por comodidad mental. Por no hacer el esfuerzo.
Así que lo que yo veo en estas estadísticas es que estamos
criando una sociedad de comodones. Y no creo que salga nada bueno de eso.
Joan Manuel Serrat - Saeta