Como calculista de
estructuras, a menudo he de emplear la norma de acciones en la edificación,
apartado "viento", para estimar el viento que actúa sobre una
estructura. La mayoría de las veces ése es el momento más "¿y ahora qué
hago?" de todo el proceso de cálculo. Porque la norma del viento, la
española, es una birria. No hay día que la emplee que no piense que es una
porquería de norma.
Dicho lo cual, y
como la red está llena de descripciones de gazapos y miserias de la norma, voy
a intentar aportar una información que seguro que pocos conocen y menos
aplican.
Resulta que el
apartado del viento establece que la fuerza que hace el viento es función de la
velocidad con la que sopla y de su densidad; luego elucubra sobre lo que se
considera velocidad al hablar del viento (algo en verdad complicado), y sobre
la densidad se limita a la inocua frase "La densidad del aire depende,
entre otros factores, de la altitud, de la temperatura ambiental y de la
fracción de agua en suspensión. En general puede adoptarse el valor de 1,25
kg/m³. En emplazamientos muy cercanos al mar, en donde sea muy probable la
acción de rocío, la densidad puede ser mayor". Y ya está. No dice más. Y
nadie se preocupa más. ¡Buf!
En primer lugar, la
densidad del aire al nivel del mar es de 1,225 g/litro, no 1,25. Sí es cierto
que si sopla una galerna, lloviendo al mismo tiempo, el aire está empapado y
pesa más, aceptamos ese 1,25. No obstante, es una condición dudosa en muchas partes:
en Barcelona, por ejemplo, cuando sopla el viento huracanado es un viento seco,
no es el temporal marítimo que nos imaginamos. Aunque supongo que en Galicia o
en San Sebastián sí es fácil que sople la galerna del Cantábrico que supone un
viento empapado.
Pero esto es al
nivel del mar. No toda España está al nivel del mar, hace poco calculé una
estructura que estaba a 1.150 m de altitud sobre el nivel del mar. ¿Qué pasa a
1.150 m de altitud?
Bueno, lo cierto es
que el aire es menos denso cuanto mayor es la altitud, así que la fuerza del
viento a la misma velocidad deberá ser menor, por narices. ¿Cuánto menor? ¡Ay,
amigo! Eso es más difícil de responder. La densidad del aire yo la calculo multiplicando
la densidad al nivel del mar por el número e elevado a -k por la altitud,
siendo k=0,000126. Los resultados no son espectaculares, pero a 660 m de
altitud (Madrid) la densidad del aire es 1,15, el 92% de la
"titular", y a 1.150 m es 1,08, el 86%. Que quizá no es para tirar
cohetes, pero si la estructura es muy sensible al viento puede ajustar la carga
eólica… o saber que tiene ese coeficiente de seguridad adicional.
Y ya está. De
verdad, no sé qué le costaba a la norma añadir la formulita y dejar que cada
calculista decida si la aplica o no. Porque ahora no la indica, pero como sí
autoriza (a su manera) que el calculista establezca la densidad del aire que va
a tener en cuenta, si alguien le toma la palabra la habremos liado. Porque
aparecerá el talibán de turno que le dirá que la norma no nombra esa fórmula y
que por tanto él no se la cree, no la acepta. Y ante el panorama, el calculista
prefiere evitarse líos y aplica el valor del nivel del mar, que además sabe que
va sobrado. Y que salga lo que salga, que seguro que aguanta.
Eso sí, luego se nos
llena la boca a todos (y a los de las normas los primeros) hablando de
estructuras sostenibles, de contribuciones a la sostenibilidad (para hablar por
hablar hay que emplear palabras muy largas), y todo eso. ¡Qué ecológicos que
somos! Pero hacemos las estructuras para que aguanten mucho más de lo que
deberían aguantar. Que una cosa es predicar y la otra dar trigo.