Esta mañana, mientras caminaba por la calle, caí en la cuenta de que, si de pronto un reportero o un encuestador me abordara y me preguntara cuál es el número de los bomberos, no sabría responderle con seguridad. 080, 060, 112, no sé, hay varios números, creo que todos valen si pasa algo. No tengo ni idea.
No siempre fue así.
En mi mocedad, el teléfono de los bomberos en Zaragoza era el 22 22 22. En aquella época no había que añadir el prefijo provincial, y los números de teléfono eran de seis cifras. ¿Se acuerdan ustedes también? El inicio en 22, en Zaragoza, indicaba que era un número del centro de la ciudad, por lo que supongo que era el del cuartel de la calle Pignatelli (cuartel que, ahora que pienso, diría que ya no existe). Pero era el único número, y me imagino que ellos ya se apañarían para acudir desde el punto idóneo. Lo importante es que era el 22 22 22 y lo sabíamos todos desde niños, desde que sabíamos lo que era un teléfono. Nunca llamé y nunca conocí a nadie que llamara, pero da igual: era un número tan fácil que lo sabías en todo momento.
Por cierto, que en aquella época ya había números de 3 dígitos: 091, la policía nacional, y 092, la guardia urbana o policía local. Creo que estos números todavía existen; ya ven, hay cosas que aprendidas de niño se saben para siempre. En cambio, el número de los mossos de escuadra no lo he sabido nunca.
El 097 era el de la información deportiva, creo recordar.
Y luego estaba mi favorito: el 093. La información horaria. Para quien no haya llamado nunca, salía un contestador que indicaba la hora en un formato "son las xx horas, yy minutos, zz segundos. Piiiiií. Son las xx horas...". No sé si sigue existiendo, porque obviamente ya no tiene utilidad, pero en aquel mundo era fundamental. Porque los relojes no iban a pilas, iban a cuerda. Cuerda que había que dar por la noche, so pena de que el reloj se parara. Y lo peor es que antes de pararse, mucho antes, simplemente empezaba a ir más despacio, con lo que uno no notaba que el reloj se estaba parando. Y como esto nos pasaba a todos con relativa frecuencia, era corriente que los relojes no dieran la hora buena y que en una reunión de cinco personas, cada uno tuviera una hora diferente. Y, claro, con diferencias de diez minutos cualquiera se aclaraba.
Por eso, la existencia de una fuente oficial que diera la hora verdadera era utilísimo. Tradicionalmente - me atrevería a decir que hasta la llegada de las televisiones privadas-, en TVE treinta segundos antes de los telediarios aparecía un reloj por el que veías que a las tres em punto empezaban las noticias. Pero sobre todo, era el momento en el que todo el mundo comprobaba su reloj.
Pero eso sólo servía a las tres y a las nueve en punto. ¿En cualquier otro momento? El 093, el servicio de Telefónica (entonces CTNE). Y no había otra, ni falta que hacía.
Ahora, ¿sabe lo que le digo? Que si usted también ha llamado al 093, usted es un antiguo.
Margarita se llama mi amor