viernes, 28 de febrero de 2014

Yo lo haría así



Si de mí dependiera, el 9 de noviembre, consulta. Solo que no se realizaría al modo tradicional de papeletas en una mesa, cabinas y urnas. No. Sería sin papeletas, no harían falta. No habría presidente de mesa y dos vocales. Habría tres funcionarios o representantes del Estado (por ejemplo, mossos de escuadra, guardias civiles, notarios,...). Los que están a favor de la secesión acuden, entregan su DNI y su pasaporte si lo tuvieran, y renuncian a la nacionalidad española. Se apuntan sus nombres en una lista. Si estas personas tienen menores de edad a su cargo, anuncian en el mismo acto si éstos han de figurar también a favor y pierden la nacionalidad, o no. Si tienen y corresponde, entregan en su nombre los DNI y los pasaportes que hubiera. Los que están en contra de la secesión, en cambio, no han de hacer nada.

Si, por la razón que sea, algún ciudadano cree que no podrá ejercer su voto ese día, puede hacerlo de la manera tradicional, acudiendo el periodo previo que se habilite a los centros que se designen (por ejemplo, juzgados y comisarías de policía), y allí entregar su DNI; se le apunta, y el 9 de noviembre se le cuenta como voto a favor.

Al acabar la jornada, se cuentan los votos por provincias. Cada provincia que consiga, dentro de su territorio, mayoría (mitad más uno) de votos a favor de la secesión, queda segregada; la que no, mantiene la permanencia. Y se siente, si el resultado no es el mismo en todas; puede, por ejemplo, segregarse Gerona y Barcelona y mantenerse Lérida y Tarragona, o la combinación que ustedes prefieran.

Eso sí, en cada circunscripción, cada ciudadano queda con la nacionalidad que haya decidido; con la española, los que estén en contra, y apátridas, los que estén a favor.

Tras la consulta, las provincias segregadas son libres de asociarse como les parezca, constituirse en estados, federarse con Chipre o lo que ellos decidan. El reino de España no opondría ningún obstáculo para ello, aunque, como es lógico, en adelante mirará por los intereses del reino de España y no por los de esas provincias segregadas; allá ellas.

Las provincias que hayan votado no a la secesión, se constituyen en comunidades autónomas uniprovinciales (incluso si las cuatro han decidido quedarse), y se celebrarán elecciones para todos los cargos que serán necesarios. Obviamente, los que han renunciado a la nacionalidad española no podrán presentarse como candidatos, ni tampoco votar.

Los intereses de los españoles que hayan permanecido en las provincias segregadas, en principio, es cosa de ellos; no sería inteligente, por parte de los secesionistas, tratarles excesivamente mal. Sobre todo porque no les conviene provocar a España.

Situaciones especiales requieren respuestas especiales, y aquí se haría también una salvedad a la ley de la nacionalidad española: las personas que figuren en las listas de los que han renunciado no pueden recuperarla de ninguna de las maneras, y tampoco sus hijos (los de cada persona que figure en la lista); incluso si alguno de ellos se casa con una persona de nacionalidad española y tienen hijos, éstos siguen la regla anterior y no tendrán nacionalidad española; sí los nietos.

Los apátridas que residan en provincias españolas deberán tramitar su permiso de reisdencia y pagar los impustos que pague cualquier residente. Si quieren obtener además la nacionalidad de las provincias que se hubieran segregado, es cosa suya.

Y ya está. Si las cuatro provincias se separan, ¡qué se le va a hacer! Lo importante es que, en las que queden, no haya más personas con la murga de querer independizarse pero sólo con la murga, sin pasar a la acción. Así, sí, yo en estas condiciones estoy dispuesto a acometer el proceso. Y el precedente quedará establecido y será válido para cualquier territorio: si el País Vasco pide una consulta, genial: en estos términos.

Y ahora, el juego de la imaginación: ¿qué harían los independentistas que residan en provincias donde crean que perderán? ¿Renunciará Artur Mas a la nacionalidad española, al cargo de Presidente de la Generalitat, a los pelotas y al coche oficial? ¿Con qué cara se presentaría cualquier vocero de los que claman contra España y luego resulta que ha mantenido la nacionalidad, que ha preferido que se separen otros y no él?

Pues a cada independentista que me diga que él no renunciaría, ya sé qué le diré. Y al que me diga que él sí, también: le invitaré a que el 10 de noviembre, si han perdido o no ha habido consulta, renuncie a la nacionalidad española. Si tiene huevos.



Cadillac solitario - Loquillo y los trogloditas