sábado, 4 de enero de 2014

Nolan Richardson


En alguna ocasión he comentado cómo funciona la NCAA en baloncesto. Tres divisiones, 335 equipos en la división I. Como es lógico, esta división I se divide a su vez en "conferencias", más o menos regionales pero sin mucho rigor en ello, y los equipos juegan las ligas en su conferencia; los campeones de las conferencias (y en las mejores, los primeros puestos) son los que luego acceden a las eliminatorias por el título. Por cierto que cada conferencia tiene sus reglas para todas estas cosas.

Habiendo varias ligas, es normal que haya varios equipos invictos; a primeros de diciembre, la cosa empieza a tener un cierto mérito, y es entretenido ver qué universidades están en esa situación y (más divertido aún) cuándo pronostican los analistas que les llegará su primera derrota. Habiendo tantas ligas, sería normal que algún equipo, de vez en cuando, acabe su liga invicto; sin embargo, esto es rarísimo (lo cual da qué pensar, pero de ello me ocuparé otro día). A principios de enero, cada vez son menos equipos y es síntoma claro de una calidad mayor, y el mérito es aún mayor, si el equipo está en una liga de las seis consideradas más fuertes ("majors").

El 1 de enero de este año quedaban 7, y uno de los equipos que destaca es Siracusa (los "Orangemen). Juega en la ACC y va 13-0, y se cree que perderá el 11 de enero, contra Carolina del Norte. Pero lo llamativo es que es su primer año en la ACC. Les cuento:

El equipo de Siracusa, desde su fundación en 1900, es históricamente uno de los mejores de todo el país, 5º en el ranking total de victorias, ahí es nada, y por supuesto jugaba en una de las conferencias fuertes, la Big East. Como verán el el mapa, la mayoría de los equipos son de los de auténtico caché:
(wikipedia)

Alguna vez he comentado que la NCAA mueve mucho (muchísimo) dinero, una parte miśerrima del cual llega a los jugadores en forma de becas escolares; es decir, las universidades con equipos potentes se forran, si saben hacerlo (y saben). La cancha de baloncesto del campus de la universidad de Siracusa, por ejemplo, tiene 49.262 asientos, háganse una idea.

La cancha de Siracusa (Wikipedia)

Y en el caso del fútbol (americano), con estadios enormes (algún día haré una entrada al respecto), la cosa se pone seria. El caso es que, por razones varias entre las que no cabe olvidar la pasta, Siracusa abandonó la Big East por la Atlantic Coast, la ACC, que también es una de las "majors". Éste es su primer año, nuevos rivales, nuevos calendarios, todas esas cosas. De momento van 13-0 y sumando.

Seguimos. Los americanos son como los romanos, les encanta registrarlo todo. Mike Waters, un periodista del Pst-Standard de Siracusa, se ha entretenido en comprobar qué tal les ha ido a todos los equipos que se han cambiado de conferencia "major" desde 1990, y ha descubierto que si los Orangemen consiguen ganar este año la ACC, serán el segundo equipo que lo consigue desde que Arkansas se cambió de la Conferencia Sudoeste a la Sudeste (la SEC), en la temporada 91-92. Les confieso que mi interés inicial en todo esto viene de que Siracusa es uno de mis equipos favoritos de allí, pero acabamos de mentar a los Razorbacks de Arkansas de los 90, y aquí la cosa tiene mucha miga. Vamos a hablar de Nolan Richardson.

A principios de los 90, el equipo de Arkansas dominó la SEC y fue toda una potencia nacional: ganó la NCAA en el 94 y quedó finalista en el 95, y habitual Elite-8 o Sweet -16; unos años gloriosos. ¿Tenían un equipazo? Depende de lo que entiendan por equipazo. De todos los jugadores, sólo dos de ellos fueron elegidos por la NBA; uno de ellos lo fue el último de la última ronda, y no llegó a jugar nunca. El otro, el líder del equipo, sí fue elegido en primera ronda, el 13º: Corliss Williamson, ya ven, un jugador corriente y moliente (aunque un año fue elegido mejor 6º hombre), que casualmente formaba parte de la plantilla de Detroit cuando ganaron el campeonato en el 2004. Quizá la clave del equipo era el entrenador, Nolan Richardson.

Richardson nació en 1941 en El Paso, Texas, y habla castellano fluido (esto último no tiene mayor importancia, creo, pero me apetecía escribirlo). Típica historia de negro cuya madre muere cuando él tiene 3 años, su padre es alcohólico y lo termina criando su abuela, negro en un barrio mejicano, su salida fue el baloncesto; por cierto, que fue uno de los jugadores protagonistas de la historia que les conté sobre Camino a la gloria. Quiero decir, sufrió el racismo puro y duro. Luego de la universidad, se dedicó a entrenar, primero en su instituto, luego en el Western Texas Junior College (los junior college son, más o menos, escuelas para chicos que no van directos del instituto a la universidad, donde se estudia un par de cursos y aprenden un oficio o se preparan mejor para seguir en la Universidad, se hacen una idea), con los que ganó el campeonato nacional con un record de 37-0. El tipo valía. Lo ficha la universidad de Tulsa y arrasa, con un récor de 119-37. De ahí a Arkansas, que entonces jugaba en la South West Conference, una liga de equipos de Texas con alguno de Oklahoma, y Arkansas. Richardson no quería ir, porque era una Universidad de blancos, pero su hija estaba muy enferma (leucemia) y terminó aceptando. Richardson llegó en 1985; pues bien, pásmense, ¡fue el primer entrenador negro en esta liga!

Por cierto que Richardson, al llegar, cambió el estilo lento y controlador del equipo por uno agresivo y rápido, conocido popularmente como "40 minutos de infierno", en la onda de lo que les conté un día; los dos primeros años no fueron muy buenos, la cabeza de Richarson estaba en otra parte, pero a los dos años su hija murió, y Richardson decidió cumplir el deseo de su hija, formar un equipo ganador: cuando el equipo se amoldó, dominaron la conferencia de cabo a rabo.

Por aquellos años la SWC se vio envuelta en numerosos escándalos en todos los equipos salvo Baylor, Rice y Arkansas, y el equipo de Arkansas decidió irse a otra conferencia, la South East Conference. Era 1991, y Richardson ¡también fue el primer entrenador negro en la SEC!

Por supuesto, Arkansas siguió arrasando en la SEC, y sí, el equipo que ganó la NCAA en el 94 sí era un equipazo, se le considera el 9º mejor de la historia, pero no por los nombres de los jugadores, sino por lo bien que estos ejecutaron el sistema de Richardson. Era un equipo de perros de presa, que suplían el talento que no tenían con las ganas que les sobraban.

Es decir, una de las conferencias más fuertes de la NCAA no tuvo ningún entrenador negro hasta 1991, y porque fue nada más y nada menos que Nolan Richardson. 1991.

A veces, uno piensa en la discriminación positiva, si es beneficiosa o no. Ante datos como éste, uno opina que, por ejemplo, si se hubiera forzado a las universidades a tener entrenadores negros (por ejemplo), estos habrían podido demostrar su valía y romper barreras mentales, y años después la discriminación positiva no habría sido necesaria. 

Pues bien, se me ha venido a la cabeza que algo parecido nos ocurre aquí, en Cataluña. La población es bilingüe, y hay millones de castellanohablantes. Sin embargo, la clase política es catalanohablante. Cuando llegó Montilla, pensé que la situación se iba a regularizar, pero ¡quiá! El aparato es demasiado fuerte, y aunque Montilla se resistió al principio (insistió en que se llamaba José, no Josep), acabó como un converso más. Hoy en día, es impensable que un cargo de importancia media (salvo los puestos pintorescos) los ocupen castellano-hablantes que hablen públicamente en castellano.

Por cierto que a Richardson lo despidieron de Arkansas en 2002 después de unas declaraciones en las que se quejaba del trato que daban allí a los negros. Los pueblos no cambian de la noche a la mañana.

Para saber más de Richardson y lo que ha sido el racismo en el Sur más escondido, les aconsejo este libro: http://www.amazon.com/Forty-Minutes-Hell-Extraordinary-Richardson/dp/0061690473.


McENROE - Las Mareas