El otro día, según parece, un tal Muñiz arbitró un partido que el Real Madrid jugaba en Elche. Un partido intrascendente, salvo por el hecho de que como la Liga se juega entre el Madrid y el Barça, a ver quien pierde menos puntos contra los demás, estos partidos cuentan y mucho. Pero, en fin, queda mucha liga, esto no se ha terminado todavía, hasta el rabo todo es toro y resto de pamplinas que se dicen en estos casos.
Y, sin embargo, aunque nadie sabe quién juega en el Elche y casi nadie quién lo hizo en el Madrid, todos saben que el árbitro era un tal Muñiz, y fue descaradamente a favor del Real Madrid. Tanto, según parece, que no es necesario ni ver las imágenes del partido; el mero relato es suficiente. Y, según como vaya la Liga, no me extrañaría que este partido se vuelva a recordar en más de una ocasión. ¡País!, que diría Forges.
Lo que me importa a mí es que unos pensarán o dirán que el árbitro se equivocó, que es malo y que los árbitros malos se suelen equivocar a favor de los grandes; otros, en cambio, irán más allá y que el árbitro no se equivocó, que sabía lo que hacía. Que quería que ganara el Madrid, y punto.
¿Saben? Mi hermano juega a hockey hierba, en una liga "de aficionados", no en vano hablamos de hockey hierba. Juegan porque les gusta, y los espectadores van por que les gusta, o por que son novias o esposas de los jugadores. Sí, lo mismo pasa en las categorías inferiores y ligas laborales de nuestro fútbol, pero ahora les hablo del hockey hierba. El caso es que, a veces, algún equipo no consigue que se presenten los suficientes jugadores para llegar al mínimo. Pues bien, ningún problema: el equipo rival cede jugadores al otro, y tan campantes. Huelga decir que los jugadores cedidos se esfuerzan tanto como sus nuevos coequipiers; a fin de cuenta, es hockey hierba, y lo que todos queremos es pasar un buen rato jugando a nuestro deporte favorito. Sí, sí, en nuestro país. Claro que no es fútbol, ya lo he dicho.
A mí ¡qué quieren que les diga!, no me gusta echar la culpa a los árbitros. Sí, cada año el Marid y el Barça tendrán seis o siete puntos de más por ellos, y la mayoría de los equipos recibirá entre cero y tres puntos menos, e incluso las cencicientas de la liga han de contar, de partida, con menos seis, así son las cosas. Pero no hay que bramar por ello.
Y, sobre todo, nadie tiene que echar la culpa de no ganar al árbitro.
El pasado mes de junio, en Estados Unidos, se jugó la ronda final de la NBA. Los Spurs de San Antonio, contra los Heat de Miami, los grandes favoritos. Como saben, gana el primero que consiga cuatro victorias. Pues bien, a cinco segundos para que terminara el sexto partido, los Spurs ganaban de tres puntos y ya tenían tres victorias por dos de Miami. Estaban a cinco segundos del campeonato. Los Heat, completamente al límite, habían tirado un triple para intentar el empate, pero la estrella, Lebron James, había fallado. Otra de sus estrellas, un despreciado Chris Bosh, logra atrapar el rebote, ve que puede pasar a Ray Allen y le pasa el balón. Ray, cinco segundos, tres abajo, no vale meterla, ha de ser un triple. Hay que salir, y sale más allá de la línea. Tira... y la mete. Cinco segundos, prórroga. Ganan los Heat, la serie 3-3, ganan el séptimo y campeones. Lo siento, San Antonio, no lo volveréis a tener tan cerca. Y, sin embargo...
Ray Allen podría haber hecho pasos. Recibió el balón saltando, llega al suelo, da los pasos necesrios para llegar a la línea de triples y salta. Pasos. ¿Pasos? Quizá no, depende. Depende de lo que consideres. Depende de si opinas que la posesión del balón la tiene cuando está recibiéndolo en el aire o si realmente lo posee cuando ha llegado al suelo. Sí, es discutible.
Y, sin embargo, da igual. El árbitro no los pitó, y punto. Todo el mundo sabía que a Ray Allen lo habían fichado por si se encontraban en esa situación, los Heat cogieron el rebote y se la supieron dar, y él la metió. San Antonio debió haber cogido el rebote, debió haber impedido el pase, debió haber defendido mejor, debió... lo que sea. Pero nadie se va a lamentar del arbitraje. Nadie dirá que el árbitro les impidió ser campeones. A veces la pelota entra, a veces no. A veces el árbitro acierta, suponemos que a veces no. Es parte del juego. No le has de echar la culpa a los postes o al aro, y no se la has de echar al árbitro. No en Estados Unidos, a no ser que quieras que te etiqueten como quejica y mal pagador.
Pero claro, España no es Estados Unidos. Aquí, si no conseguimos algo, la culpa es del árbitro. O de quien sea, pero de otro. Y si alguien consigue algo, la culpa es del árbitro o de quien sea, no suya, ¡faltaría más! Y así nos va.
Yo no sé usted, pero a mí, la verdad, me gustaría que, en esto, nos pareciéramos un poco más a los americanos. O, por lo menos, al hockey hierba.