lunes, 10 de diciembre de 2012

Esto se acaba


En la planta de arriba hay una fiesta perpetua. Se come, se bebe, se fuma, se canta y se ríe. Los encargados de la bebida van subiendo las botellas desde la bodega, aunque hace ya tiempo que han advertido a los camareros que ya se ve la pared del fondo de la bodega: se está acabando la bebida. Los camareros han avisado a los anfitriones y a los invitados principales, pero ninguno de éstos hace nada al respecto. Los camareros, preocupados, intentan alargar las reservas, aguar los caldos, servir lo que habían desechado e incluso recuperar lo no consumido de los vasos vacíos. Pero es inútil: constantemente hay que subir botellas de la bodega, y los que las traen están ya desesperados, registrándola en busca de algún lote olvidado y viendo que en breve tendrán que decir, por fin, "No hay más bebidas. Se acabó".

Esto se acaba. El año 2012 está ya en su último mes, y todos sabemos que diciembre es un mes en el que se avanza poco, con la mente puesta en las vacaciones y en un año nuevo que ya veremos. Pues bien, en mi opinión lamentablemente 2012 ha sido un año en el que ha seguido la fiesta. Preocupados por los puestos de trabajo, la economía internacional y la economía de bolsillo, las huelgas, los rescates y las troikas, el sistema bancario e ideas varias formuladas en los momentos menos apropiados, hemos vivido cegatamente, sin pensar en pasado mañana. Cuando digan los camareros que se acabó la fiesta…

Lo que quiero decir es que 2012 ha pasado y ni siquiera se ha hecho un ejercicio público de concienciación del problema, que es el primer paso para resolverlo.

¿Que de qué hablo? Del petróleo, naturalmente. Los informes de la Agencia Internacional de la Energía están todo lo maquillados que se quiera para no dar noticias desagradables, pero interpretando correctamente los datos reales que maneja, es innegable: la vaca Tierra, en unos años va a decir basta. No habrá más. Y teniendo en cuenta la absoluta dependencia que tenemos del petróleo, ¿qué va a pasar?

Y no confíen tampoco en la energía nuclear: ¡si el uranio ya está en las últimas! Queda uranio para unos pocos años, no más. Lo justo para que las centrales nucleares que ya están funcionando funcionen un poco más, no para que se construyan nuevas centrales. Y no resulta creíble que Rusia y los EE.UU. saquen al mercado sus reservas militares de uranio.

Pero no sólo se agotan el petróleo y el uranio. El cobre, por ejemplo, también está en las últimas. Queda cobre por ahí, sí, al igual que uranio, pero cada vez en sitios más difíciles de extraer, menos rentables, minas menos ricas (o más pobres, que ya no quedan de las catalogables como "ricas"). Y el cobre, el uranio y el petróleo, para extraerlo de los sitios más ineficientes necesitan un consumo de energía muchísimo mayor. Energía que vendría del petróleo, del uranio… y del cobre: se necesita cobre en cantidades bestiales para bobinar los motores de los generadores de viento, para las turbinas hidroeléctricas, para transportar la electricidad, etc. No hay semana que no nos desayunemos con un robo de cobre en los periódicos. ¿Porqué se roba tanto cobre? Porque hay mucha demanda y muy poca oferta, y por lo tanto está carísimo. Pues esperen a que se ponga prohibitivo...

Es entonces de cajón que todo esto tiene que explotar. Cual burbuja inmobiliaria, por poner un símil que sí entendemos todos. Los precios de productos claves se van a disparar, y son claves porque van a arrastrar tras de sí a todo. Absolutamente todo. Todo lo que requiera algo de energía se va a poner por las nubes, porque la energía se va a poner por las nubes.

Lo peor de todo, en mi opinión, es que no importa lo que digamos en Occidente: China, India, Brasil, Indonesia,… todos estos países, que se están motorizando, calefactando e incorporando al hábito esquilmador de la Tierra que hemos tenido nosotros hasta ahora, todos estos países, digo, no van a querer renunciar a este hábito ahora que es su turno. Ustedes ya viajaron en avión, nos dirán, ahora nos toca a nosotros. Y no nos acusen de comernos las reservas del planeta, porque la parte del león se la comieron ustedes. Quiero decir, aunque en Occidente bajemos el ritmo (que ya lo estamos bajando, pero me refiero a "todavía más"), el resto del planeta cogerá el relevo gastador. El ritmo consumidor se va a mantener, y la velocidad a la que se acerca el crack energético no va a decaer. Somos un transatlántico que va a toda velocidad hacia un iceberg y este barco lleva demasiada inercia como para impedir el golpe. Amigos, ha llegado el momento de prepararnos para seguir nuestra singladura en otro barco. En uno mucho más pequeñito y de remos, quizá. O eso, o Phineas y Ferb nos construyen un transatlántico alternativo.

Así pues, tal y como yo lo veo: si seguimos así, en diez, veinte años a lo sumo, esto habrá explotado. Y por "esto" quiero decir la civilización tal y como la conocemos. Y no me considero exagerado. En diez años, las materias primas se habrán encarecido de tal manera que no se podrá disimular el sobrecoste y no sólo serán un producto prohibitivo, sino que seremos todos claramente conscientes de cuánto hemos estirado el brazo más que la manga. ¿O qué creen que ocurrirá si un litro de gasolina cuesta 15 euros y llenar el depósito de nuestros coches 750 €? ¿Cuánto creen que costará un kilo de tomates que haya que transportar sin chafar?

Y en veinte años, simplemente, se habrá acabado.

¿Qué podemos hacer? A nivel personal, yo creo que muy poco. Como mucho, darnos cuenta que lo del cambio climático es una tontería al lado de esto, porque esto es mucho más urgente, y cambiar la presión que se ejerce "pro cambio climático" por presión "pro cambio energético".  No hablo de ecología, hablo de sostenibilidad. Ahora mismo, no se trata de si en cien años va a hacer más calor. Se trata de llegar a los cien años. Los gobiernos occidentales tienen que entender que estamos ya demasiado cerca del precipicio como para seguir como hasta ahora, ignorando el problema, y tienen que decir: "señores, esto es lo más gordo que ha pasado desde la caída del Imperio Romano, y hemos de hacer de la búsqueda de una solución nuestra prioridad alfa plus plus". Y encomendar al Cuerpo de Ingenieros, al de Físicos, al de Químicos, a los que sean, que nos saquen de ésta. Y todos, colectivamente, hemos de entender que hemos de dedicarnos a resolver este problema con todas nuestras fuerzas. Que está muy bien que la sociedad haga un esfuerzo para buscar una cura para el cáncer, pero ¿de qué servirá si las máquinas que la apliquen no podrán funcionar por no tener cobre o electricidad? La sociedad tiene que hacer un esfuerzo aún mayor para encontrar una alternativa a nuestro modo de vida.

Insisto, no se trata de encontrar un modo de consumir menos. No es cuestión de abastecer nuestras cisternas de inodoros con el agua que utilizamos en el resto de la casa, o parir motores que gasten tres litros a los cien y chasis de fibra de carbono que pesen menos aún, ni de reciclar hasta las uñas. No, porque el otro lado del planeta va a consumir lo suyo y lo que ahorremos nosotros. Aunque estaría bien, por ejemplo, que se prohibieran en todo el planeta los vuelos a motor comerciales o de ocio y sólo se volara con fines militares o de investigación. Pero no, se trata de encontrar alternativas de verdad. Motores que funcionen con aguas residuales, maneras de sacar energía del CO2, qué sé yo. Algo que nos cambie como la Revolución Industrial cambió el mundo. Necesitamos una civilización sin plásticos y sin motores de combustión, y sobre todo que no utilice la electricidad, porque ni tendremos combustibles para generarla ni metales para transportarla.

Porque, amigos, es verdad la que se nos viene encima. Lo que pasa es que nadie quiere ser heraldo de tan mala noticia. Y ante semejante problema, ¡qué estúpido resulta hablar de educación en catalán, de deuda griega o de construir un tren eléctrico que nos transportará a 400 km por hora y autopistas de seis carriles que antes de acabarse ya se habrán quedado sin coches! Ya sé que la crisis es un problema de ahora, pero 2012 ya se acaba y seguimos comiendo y bebiendo como si la bodega fuera inagotable. ¿Qué ha de ocurrir para que nos demos cuenta de cuál es nuestro problema colectivo número uno?

Así que, si va a comprarse próximamente algo de importe considerable, que deba seguir funcionando dentro de años y que vaya a requerir un consumo energético, le aconsejo que se informe previamente sobre lo que yo le he dicho. Escuche a los verdaderos especialistas del tema. No creo que ninguno le dé buenas noticias, salvo que pretenda engañarle.