Hoy (por ayer) he tenido que volar, por razones profesionales. A Lisboa. El vuelo, la verdad: un asco. Tenía tan poco espacio con el asiento de delante que no podía ni reclinar la cabeza; prácticamente, la única postura relajada era recostado en el asiento. Intenté bajar la bandeja de delante, apoyar el codo en la bandeja y descansar la cabeza, pero no pude: no cabía. Y eso que el asiento ya no tiene redecilla para dejar libros o cosas, por ejemplo. A bordo, las amables azafatas no ofrecieron ni los tradicionales periódicos ni el habitual desayuno. Bueno, el desayuno sí, pero de pago.
El caso es que al recordar que hace años en este mismo trayecto el refrigerio incluía salmón ahumado, no pude menos que preguntarme ¿por qué? Quiero decir, ¿por qué el tiempo no pasa para los aviones?
Hace treinta años, los coches, por ejemplo: ¿ustedes recuerdan cómo eran los coches, hace treinta años? ¿Hace 20? ¡Madre mía, si hace poco tomé un coche de alquiler y en comparación el mío, de once años, parecía una cafetera con ruedas! Y lo mismo podría decirse de los autocares o de los tres ¡o de las bicicletas! Incluso, estoy seguro, los cohetes espaciales de entonces no resisten comparación con los de ahora.
En cambio, los aviones son los mismos. Se sube usted a uno y lo encontrará más o menos igual, probablemente ahora más estrecho y peor servido. Y tardan lo mismo. Le llevan y le traen del avión como sardinas en latas, en un autobús, igual que entonces. O, sin ir más lejos, los retrasos: escribo estas líneas tirado en el aeropuerto, porque anuncian que tiene dos horas de retraso. Hace años, había retrasos en los trenes, ya lo creo que los había, en los autobuses, en todo. Ahora sólo los hay en los aviones. Eso sí, siguen a la orden del día.
Ustedes me dirán que los aviones sí han mejorado, que son más seguros y su mecánica más eficiente y fiable, que hay menos accidentes, y que lo que pasa es que el pasajero no nota los cambios. Puede. Pero los vuelos tardan (o lo parece) lo mismo, y la seguridad parece la misma: sigue habiendo pocos accidentes en Europa (Spanair en Barajas, el Concorde en París, Air France volviendo de Brasil,…) y multitud de accidentes -ya no son noticia- en África y Asia. Pero, sobre todo, trenes, autocares y coches son mucho más seguros, eficientes y fiables que antes, y eso no ha sido obstáculo para que también fueran más confortables y los viajes más agradables y rápidos.
No, yo creo que los aviones no evolucionan porque no quieren. No les interesa. ¿Saben lo que vale un avión? ¿Saben la de años que tiene que durar? Ahora, imagine que evolucionan. Que uno nuevo haga parecer viejo a uno de hace cinco años, una tartana a uno de diez y un amasijo de hierros a uno de veinte. Que hiciera un Madrid-Buenos Aires en la mitad de tiempo, que el despegue y el aterrizaje fueran más suaves, que fuera más silencioso, más espacioso… ¿volaría usted con Alitalia y sus cafeteras de 10 años de antigüedad pudiendo viajar con KLM y sus maravillas recién salidas? No habría compañía que pudiera resistirlo.
Así que debe de ser eso. Es la explicación más lógica que se me ocurre a por qué la aviación civil es el único sector en el que no ha pasado el tiempo.
Y yo, mientras tanto, tirado en un aeropuerto.