jueves, 19 de julio de 2012

Ciencia o chiripa

Este mediodía, hojeando un libro divulgativo juvenil de Astronomía de mi hijo me topé, en un aparte lateral, con la frase: "En 1768, Johann Elert Bode señaló el curioso patrón de la distancia entre los planetas". Y retrato del tal Bode al canto. ¿Quién era este Bode, del que nunca antes había oído hablar? Bien, para eso está la Wikipedia. Y lo mejor era que, al final del artículo de la wikipedia, daba como información adicional esta página. Para lo que sigue, por favor hagan una pausa y léanla primero. No pasa nada, es amena y de una lectura muy fácil.

Bode era un astrónomo alemán de finales del siglo XVIII que consiguió el rimbombante puesto de director del observatorio astronómico de Berlín, amén de otros honores. Supo de una fórmula que había "descubierto" otro astronomo, éste carente de fama, y el muy fresco no dudó en publicarla como suya. Vamos, que era un trepa de cuidado; y no fue ésta la única jugarreta que hizo, pero lo que me interesa es la fórmula en sí. Se la conoció como Ley de Bode, y cuando muchos años después se supo quién fue el primer formulador pasó a llamarse (a veces) Ley de Titius-Bode.

Esta "ley" da una fórmula que "establece" la distancia de un planeta al Sol. Es decir, es una ley que da unos resultados que se parecen bastante a la distancia entre el planeta 1, el planeta 2, el 3, etc., y el Sol en función de la distancia del planeta 3º, la Tierra. Digamos que fue una ley que se hizo al revés, Titius buscaba si había alguna relación en las distancias Sol-planetas, y encontró una fórmula que más o menos las clavaba. Más aún, unos años después Herschel descubrió el planeta Urano, y resultó que cumplía razonablemente la ley de Bode. Y según esa ley faltaba un planeta entre Marte y Júpiter (algo que, por lo demás, creían todos los astrónomos); total, que se pusieron todos a buscarlo... y en unos años encontraron el planetoide Ceres, que para ellos equivalía a un planeta. Ceres forma parte de la entonces desconocida cadena de asteroides, pero no importaba: estaba donde según Bode tenía que estar. El hombre, claro, no cabía en sí de orgullo.

Luego se descubrió Neptuno, y luego Plutón. ¡Oh, cielos! Plutón, el cuerpo 10º, no estaba en su sitio sino donde debería estar el 9º. Y Neptuno, el 9º cuerpo, estaba a medio camino entre el 8º y el 9º: estaba fuera de sitio. Vaya, la cosa no iba tan bien.

Posteriormente se ha aplicado a las distancias entre los grandes planetas y sus satélites y... más o menos. A veces se cumple, y a veces no. Se ha trabajado y reformulado, con cálculos logarítmicos y exponenciales (obviamente, resultando fórmulas muy diferentes de la inicial), y ... pues eso. Algunos resultados se aproximan más que antes, y en otros también fallan. Excepciones, que dicen sus partidarios. 

Yo es que esto lo veo como un juego. Se ponen los números y se intenta encontrar una fórmula que dé una recta (o una curva) que se aproxime lo más posible, y punto. No hay demostración, no hay razones ni explicación; sólo un simple "¡hey, he conseguido una aproximación mejor que la tuya!" Y es que hablamos de distancias que a) son difíciles de medir con exactitud, y b) las trayectorias no son circulares sino elípticas (que se lo digan a Plutón) y el Sol también oscila, con lo que hablar de distancias entre astros y darlas como exactas y permanentes... Vamos, que es un divertimento y poco más.

Lo curioso es que figura como "ley física", como si fuera una ley natural que regula las distancias entre astros y satélites. Y, más increíble aún, da una distancia teórica para un planeta más... y ahí es donde hay gente buscándolo.