miércoles, 11 de abril de 2012

Con el agua al cuello

VERSIÓN CLÁSICA
La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor aplastante.
Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno.
La cigarra piensa que la hormiga es tonta y se pasa el verano riendo, bailando y jugando.
Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera.
La cigarra tiritando, sin comida y sin cobijo, muere de frio.
FIN

VERSIÓN ESPAÑOLA
La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor aplastante.
Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno.
La cigarra piensa que la hormiga es tonta y se pasa el verano riendo, bailando y jugando. Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera.
La cigarra tiritando organiza una rueda de prensa en la que se pregunta por qué la hormiga tiene derecho a vivienda y comida cuando quiere, cuando hay otros, con menos suerte que ella, que tienen frio y hambre.
La televisión organiza un programa en vivo en el que la cigarra sale pasando frio y calamidades y a la vez muestran extractos del video de la hormiga bien calentita en su casa y con la mesa llena de comida.Los españoles se sorprenden de que en un pais tan moderno como el suyo dejen sufrir a la pobre cigarra mientras que hay otros viven en la abundancia.
Las asociaciones contra la pobreza se manifiestan delante de la casa de la hormiga.
Los periodistas organizan una serie de artículos en los que cuestionan como la hormiga se ha enriquecido a espaldas de la cigarra e instan al gobierno a que aumente los impuestos de la hormiga de forma que estas puedan vivir mejor.
Respondiendo a las encuestas de opinión, el gobierno elabora una ley sobre la igualdad económica y una ley con carácter retroactivo, anti-discriminación.
Los impuestos de la hormiga han aumentado y además le llega una multa porque no contrató a la cigarra como ayudante en verano. Las autoridades embargan la casa de la hormiga, ya que esta no tiene suficiente dinero para pagar la multa y los impuestos.
La hormiga se va de España y se instala con éxito en Suiza.
La televisión hace un reportaje donde sale la cigarra con sobrepeso, ya que se ha comido casi todo lo que habia mucho antes de que llegue la primavera...
La antigua casa de la hormiga se convierte en albergue social para cigarras y se deteriora al no hacer su inquilino nada para mantenerla en buen estado.
Al gobierno se le reprocha no poner los medios necesarios. Una comisión de investigación que costará 10 millones de Euros se pone en marcha.
Entretanto la cigarra muere de una sobredosis.
La Ser y TVE comentan el fracaso del gobierno para intentar corregir el problema de las desigualdades sociales.
La casa es ocupada por una banda de arañas inmigrantes.
El gobierno se felicita por la diversidad cultural de España. 
 (circula en la World Wide Web)

Estos días se habla mucho de la crisis, de medidas ante la crisis y de recortes. Parece ser que el gobierno ha hecho unos presupuestos de mucho menor gasto del que estamos acostumbrados, y en seguida han surgido quejas: ¿Cómo se atreven a recortar en tal o cual epígrafe? ¿Qué va a ser entonces de nosotros, o de otros? Hay mucha gente con el agua al cuello.

Algunos, más informados, más sagaces o que lo han meditado más, se quejan de que algunos recortes son en apartados claves para una recuperación económica. No es eso, no es eso, dicen, cual Ortegas y Gassets. Todo el mundo se queja.

La realidad, me temo, es que este es un país de cigarras; de cigarras al estilo español, por si hacía falta puntualizarlo. Es cierto que la crisis no es una cifra sino un millón de dramas personales. Es cierto que hay gente que se ha quedado sin empleo; que, desempleada, cobró la prestación por desempleo y fue tirando, que agotada la prestación cobró un subsidio con el que malvivió, y que sin subsidio ¿qué va a hacer? ¿Le vamos a dejar morir de hambre como a un paria etíope? 

¿Cómo discutir con la cigarra aterida de frío mientras vemos a la hormiga trinchando un suculento pavo al calor de su chimenea?

Y, sin embargo, si hacemos caso a la cigarra, este invierno tendremos pavo y chimeneas para todos. Y el que viene, ¿lo saben, no? La gran glaciación y las hormigas fuera de nuestro alcance.

¿Qué hacer, entonces?

Yo creo que lo correcto sería conseguir que todos fuéramos hormigas, no cigarras. Sí, será duro, pero es el único camino que veo viable. Las cigarras deben reconvertirse en hormigas o extinguirse; no hay sitio para ellas entre nosotros.

Y es que a menudo pienso que parte de nuestro error ha sido ayudar demasiado. Hemos sostenido a tantos necesitados tanto tiempo que éstos no han hecho todo lo que realmente podían por mejorar, y hemos criado a hordas enteras en una cultura de "no hace falta que te formes, trabaja ahora y si mañana te quedas sin trabajo, no te preocupes que nosotros te cuidamos".

Hemos sido demasiado sociales. Hemos pagado demasiadas cosas a la gente: una educación completa cueste lo que cueste, una sanidad excelente, unos medios de transporte envidiables,... ¿he de poner ejemplos? Más aún, aunque no estuviéramos en crisis, estas fiestas no debían darse. Si en España damos un tratamiento dental completo gratuito a quien lo pida (es un decir), vamos a tener turistas a millones. En los años buenos, varios argentinos me contaron que a lo que venían realmente a España era a esto.

Muy posiblemente, lo que nos ha llevado a esto es el concepto general de que el bienestar es un derecho irrenunciable. No de ahora, de siempre. Recuerdo que de muy jovencito leí un artículo que decía que la diferencia entre la economía nacional y la doméstica era que si el doméstico pensaba que necesitaba un barco, un apartamento en la playa y un Ferrari, pues... y en cambio, si el Estado creía que necesitaba barcos más grandes, estaciones más espectaculares y autopistas más faraónicas, pues adelante. Con cargo a Presupuestos, y luego ya veremos. Así nos regimos, y así nos está yendo ahora.

Hace no mucho se publicó en La Vanguardia que el 85% de los parados en la provincia de Gerona no tenían estudios. No tenían ni la ESO, quiero decir. 
Como usted tiene estudios, no necesito comentar este dato. Procure que sus hijos estudien, por favor.
Evidentemente, la clase "con estudios" está soportando una carga extra debido a tener que subsidiar al grupo "sin estudios" en una proporción superior a su presencia en la población en general. Esta población con estudios es de suponer que tendrá un nivel salarial mayor y por lo tanto un nivel impositivo mayor: es decir, aportan mucho más al bien común. Sin embargo, circulan por las mismas carreteras y en los hospitales no les atienden el doble de rápido ni Correos les lleva las cartas antes o sus calles son más limpias. Y no se quejan, les parece lo justo.

Pero claro, lo que una persona con estudios no soporta es que uno sin estudios viva a su costa y encima se lo pase por la cara. Si has sido cigarra, si no te has preocupado en ningún momento de progresar y de mejorar (algo de lo que todos nos beneficiaríamos, la mejora de uno mejora al grupo), pues... si vienen mal dadas, si necesitas ayuda puntual te la daré. Pero si pretendes una ayuda estructural, que te ayude como forma de vida...
Yo, es obvio, me califico como hormiguita. No estoy en los días de vacas gordas, es cierto, pero no me quejo. Vivo preocupado, pero intento cada mañana levantarme y trabajar duro; imagino que un día, no sé cuándo ni cómo ocurrirá, yo también estaré sin trabajo. En ese momento, querré una ayuda, ¡me la habré ganado!, pero entenderé que sea temporal. El tiempo suficiente para levantarme y salir adelante, y creo que llegado el caso haré todo lo que pueda por rehacerme y seguir. Quizá no aquí, quizá no haciendo lo mismo, pero confío que no seré una cigarra, que lucharé y que lo conseguiré (aunque espero que no sea necesario comprobarlo). Pero pienso que yo sólo lucharé si la ayuda que tengo es temporal. Si supiera que puedo incluirme en un pelotón de mantenidos per secula seculorum, ¿creen que intentaría salir con tantas fuerzas?
Lo siento. Va a parecernos muy duro, acostumbrados al lujo y las comodidades como estábamos. Pero creo que es el momento de aplicar el sentido común y administrar cada dinero como si fuera nuestro. Y si la vaca no llega para pagar tanto, pues no se llega. Aunque a algunos les parezca un derecho irrenunciable.