miércoles, 26 de junio de 2013

Historia de S.


Después de acabar la carrera de Periodismo, S. se casó con un ingeniero, "Jordi" (llamémosle así). Tuvieron una hija, luego un hijo,... Con el correr de los años, 6 hijos 6. Jordi trabajaba como un mulo para sacar adelante tanta familia, y S. la gestionaba. Hijos en el colegio, hijos que aún no iban al colegio, ropa, comida, deberes,... S. estaba suficientemente ocupada. Pero pasaron los años, y llegó un momento en que todos los hijos iban ya al colegio. Sí, seguía habiendo ropa, comida y deberes, pero era distinto. Y a medida que los chicos crecían, la carga disminuía. S. ya tenía incluso tiempo de acudir a las reuniones de padres en el colegio; así fue como un día, al acabar una de éstas y tomando un café en el bar de enfrente, otra madre del colegio le presentó a "Nicolás".

La historia de siempre. Nicolás era padre de dos niñas del colegio, pero a diferencia de S. y Jordi, en su caso era E. quien trabajaba, como exitosa profesional que era. Nicolás, que no pasaba de ser un pintor de brocha gorda, en paro desde hacía años, se dedicaba simplemente "a sus labores". El Diablo, que todo lo lía y todo lo enreda, y S. traba amistad con Nicolás. Por las mañanas, una vez ambos han soltado a sus vástagos en el colegio, se tomarían un café. Nicolás, como buen amo de casa (que no ama), no se dedicaba a la casa como un trabajo, no. Primero iba él, y eso significaba correr, cuidarse,... S. y Nicolás empezaron a correr juntos, y luego iban a la casa de Nicolás a hacer el consiguiente uso del tálamo. S. se cambió de corte de pelo, se la veía radiante.

Según parece, los hombres no son muy listos en estas cosas y E. supo algo. Como mínimo, lo suficiente para echar a Nicolás de casa. Ningún problema, el muy jeta se fue a casa de sus padres.

A todo esto, S. se separa de Jordi (¿se creería que Nicolás realmente iba a separarse de E.?), y aprovecha la coyuntura para, por fin sin el marido, que Nicolás duerma por las noches con ella, y así ya no son sólo las mañanas. Eso sí, a las 7 de la mañana debía el hombre salir de casa, no fuera a ser que lo descubrieran los niños, la mayor ya con 18, el chaval con 16,... ¡ya me dirán! ¿Qué hacía Nicolás a esa hora? Fácil, ir a casa de E. a jurarle amor eterno y que le deje volver; luego, después de las nueve, con S. a correr y a casa, y luego a casa de sus padres.

Total, que Jordi le pasa una pensión a S., que no trabaja, y como Nicolás sí que no trabaja ni nada de nada, S. le paga todo. Absolutamente todo. Jordi, esto es la definición de cornudo y apaleado.

Hasta que, hace poco, en el acto de fin de curso y de colegio de uno de los chicos de S., E. aparece en mitad de la ceremonia, busca a S. y le monta una escena. Imagínensela.

Después del sofoco, S. razona: mejor, si ahora ya lo saben los niños Nicolás no tendrá que marcharse a las 7 de la mañana...

Llegados a estas alturas, uno no sabe qué admirar más: si la estupidez de S. o lo que sea que tenga Nicolás para conseguir que dos mujeres inteligentes y todo lo demás se peleen por él y no lo vean como un jeta que vive del cuento a costa de ellas. 

Yo, la verdad, puedo comprender a S., nos puede pasar a cualquiera, pero... ¿cuál es el secreto de Nicolás?

 
 
Gotye - Somebody that I used to know (versión de Walk of the earth)

jueves, 20 de junio de 2013

Aviso para futuras lecturas


Aviso para futuras lecturas:

Es probable que, de ahora en adelante, usted encuentre al empezar mi artículo un hipervínculo a un vídeo de Youtube. Si puede y quiere, ábralo. Será simplemente una canción, probablemente muy conocida y probablemente interpretada por personas muy poco conocidas (aquí), que probablemente la interpretan como aficionados aunque no por ello renunciarán a la posibilidad de sacarse unos cuartos si alguien compra su interpretación en iTunes. Para reforzar esta explicación, he incluido uno de ellos en este artículo.

La idea es que la escuche en un segundo plano, no es que tenga que examinar atentamente el vídeo. Pero oiga, haga usted lo que quiera.

No obstante, esto no es una promesa de que vaya a ocurrir en todos mis artículos, ¡eh!

Gracias por su atención.

Aprendiendo de las patologías

Dice la Real Academia que patología es: 1) Parte de la medicina que estudia las enfermedades, o 2) Conjunto de síntomas de una enfermedad. Es decir, es un término médico, e imagino que la gente corriente así lo interpreta. Aunque no lo sé, yo de pequeño ya era un repelente niño Vicente y me temo que nunca he sido una persona corriente - lo cual explica muchas cosas, por otro lado-. 

El caso es que para los ingenieros, al menos los de estructuras, patología significa daño. En concreto, daños estructurales: oxidación, fisuras, asentamientos, etcétera. Cuando uno es ingeniero novato, las patologías dan pánico: imagínese, por ejemplo, a un ingeniero recién salido, y al que no le piden que calcule un cobertizo, sino que le enseñan una casa agrietada y le piden que diga qué ha pasado y cómo arreglarlo. ¡Uf!

Aunque el ingeniero sea ya veterano, las patologías son siempre un desafío. A fin de cuentas, lo habitual es tener unos planos, meter un modelo en el ordenador, que éste calcule y luego interpretar lo que suelta la máquina. En cambio, cuando uno ve una fisura a 45 grados en una pared... ¿eso qué quiere decir? 

A mí me encantan las patologías. Al principio no, claro, sudé como el que más, pero poco a poco he ido controlando, y ahora disfruto. De hecho, cuantas más veo más me gustan, porque pienso que de las patologías se aprende muchísimo. Realmente.

A lo que voy. Hoy traigo una fotografía de una casa, en la que se aprecia una patología, y de la que podemos extraer conclusiones. La verdad es que la fotografía no es mía, la he cogido (y lamentablemente he perdido el link) de la web del Heraldo de Aragón, de la colección de fotos sobre la crecida y desbordamiento del río Ésera a su paso por Benasque. Bien, resulta que el río alcanzó un refugio de cazadores, y la fuerza del agua daño una pared (una esquina, en realidad), y en una de las fotografías publicadas se aprecia perfectamente el daño.

Ésta es la fotografía:

(antes de todo, tengo que precisar que no es exactamente una patología lo que causó el agua, quizás el término patología sea en este caso una exageración: una patología habitual por agua son las humedades en las paredes, por ejemplo, y me temo que éste no es el caso. Sí, creo que aquí no procede hablar de patologías)

Bueno, como he dicho, ésta es la fotografía:



Se ve la esquina dañada, ¿verdad? O mejor, se no-ve la esquina dañada, ¿verdad? Bien, como he dicho, de las patologías se aprende, y ésta no va a ser una excepción. En primer lugar, no se ve ni un resto de un pilar. Por lo tanto, la estructura del edificio es de paredes de carga. En segundo lugar, la piedra de la fachada es más falsa que Judas. Vale, puede que sí sea piedra de verdad, pero es una capa delgada de piedra, con apenas función de revestimiento. Luego hay una capa de aislamiento (de color amarillo), y detrás, una pared de ladrillo. Una fábrica de ladrillo, si se habal con propiedad. La fábrica es el elemento realmente soporte.

Vemos que las dos paredes están ahora mismo con forma de arco parcial. Esto no significa que trabajen con un arco de descarga, no. Esto significa que están trabajando en modo ménsula, cada pared por su lado.  Lo cual contradice el principio normativo que dice que los materiales pétreos no tienen resistencia a la tracción. Algo sí que tienen, porque si no no se sostendría.

Vemos también, si se fijan, que hay un fragmento del revestimiento de piedra que está a punto de caerse. Pero todavía no. Yo apuesto porque el aislamiento actúa como pegamento más de lo que se cree; cuando se empape del todo, adiós piedras.

La cubierta es seguramente de pizarra sobre un entramado de madera, cabios, vigas y todo eso. En la fachadaa dos aguas vemos las vigas saliendo, con un remate artísticvo típico de la zona. Bien, pues por el otro lado se están apoyando en... la de la esquina, desde luego, en la nada. ¿Entonces? ¡Ah, no desprecien el poder de la fuerza! (perdón, quería decir "no desprecien el poder de la pizarra"). Más aún, creo que se aprecia un ligero hundimiento de la esquina del tejado: si es así, tengo razón y es la pizarra la que actúa de ligante. Una vez examiné una casa en la que se había caído completamente la pared, y la cubierta se habia hundido (girado desde el vértice, en realidad), pero cubierta y vigas seguían colgando... unidas sólo por las tejas. ¿Saben que hice? Pues lo que hubiera hecho cualquiera: dar unos pasos hacia atrás y verlo un poco más desde fuera, ¡no te fastidia!

Bueno, no les aburro más (que esa es otra: pocas cosas hay más aburridas de contar que las patologías); les invito, en cambio, a que vayan a la web del Heraldo, creo que la dirección es ésta,  y vean lo espectacular que puede ser una riada en las zonas de montaña. Que las disfruten. 


miércoles, 19 de junio de 2013

Titulaciones a cascoporro


El Consell reducirá las 407 titulaciones universitarias a sólo 188 en 2015
Noa de la Torre | Valencia
Actualizado miércoles 19/06/2013 18:15 horas
El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, ha presentado este miércoles el nuevo mapa de titulaciones de la Comunidad Valenciana, que contempla homogenización y reducción del número de estudios universitarios (diplomaturas, licenciaturas, segundo ciclo y grados) de los 407 actuales a un total de 188 en el curso 2015-2016.
La adaptación a esta hoja de ruta arrancará el próximo curso, con la desaparición de 89 titulaciones por la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior, el conocido como Plan Bolonia. El proceso continuará en el 2014-2015, con la supresión de 130 títulos, y se completará definitivamente en el 2015-2016.
Asimismo, los másteres también sufrirán una importante reducción en durante este mismo periodo: pasarán de 345 a 282. A partir de ahora se contemplarán exclusivamente dos tipos, el de orientación profesional y el de orientación investigadora.
El primero aglutina tanto a los másteres de carácter capacitante, es decir, aquellos que habilitan para el ejercicio de determinadas profesiones; como los de perfil profesional, que ofrecen una formación ligada a una salida profesional definida. El segundo, en cambio, profundiza en los conocimientos propios del ámbito académico o de la investigación.
El Gobierno valenciano ha consensuado este nuevo mapa de titulaciones con los rectores de las cinco universidades públicas de la Comunidad tras un año de intensas reuniones. Fruto de este acuerdo, se ha pactado modificar el actual ratio de postgrados, a la baja. De este modo, se pasará de 1,8 postgrados para cada grado a 1,5 postgrados por grado.
El documento contempla, además, los requisitos que deberán cumplirse para la implantación de nuevos grados en el sistema universitario público. Dos son los más relevantes: se deberá contar con un mínimo de 50 alumnos y no podrá existir ya en la misma provincia (para evitar duplicidades en universidades próximas) salvo que esté justificado por la demanda. No obstante, se procederá a elaborar una relación de grados que favorezcan la demanda del tejido productivo y la empleabilidad de sus egresados.



Ésta es una noticia que he leído hoy en elmundo.es. Sobrio y despierto como estaba, después de leerla… me fui al lavabo, a meditarla. Vuelvo de allí y me confieso: no he entendido nada. Supongo que podría echarle la culpa al o la reportero o reportera (no sé si Noa es nombre de varón o de mujer,  o si es un diminutivo y es corriente que los periodistas firmen con su diminutivo), y decir que se ha explicado muy mal, pero no lo haré. La culpa, sin duda, debe ser mía. Sí, sé que soy ingeniero industrial y que me enfrento a complejos textos técnicos todos los días, pero… con este no puedo.

En fin. A ver si he captado algo. Resulta que en Valencia (permítanme el franquismo) se podían estudiar 407 carreras (no sabía que existían tantas, aunque imagino que habrá más porque no creo que todo se pueda estudiar en Valencia); las carreras pueden ser diplomaturas y licenciaturas (hasta ahí, lo capto), segundos ciclos y grados. Ya me he liado. Es igual, lo importante es que consideran que con 188 carreras tienen bastante; parece ser que impartían 219 carreras que en realidad no necesitaban. Que no sé de qué me extraño, construyeron un aeropuerto en Castellón.

Por cierto: tienen 407 carreras y quitarán este curso 89. Quedarán 318. El curso siguiente quitarán 130 y quedarán 188. Y por fin el proceso de supresión "se completará definitivamente en el 2015-2016"… con cero supresiones. El año que viene, el 2014, ya habrán liquidado todas, pero dicho así da miedo. Es mejor decirlo como se escriben las noticias.

Pasemos a otra cosa.  Van a quitar estudios de nivel máster, de los 345 a sólo 282. Como yo soy totalmente ajeno a este mundillo pensaba que un máster de verdad era un MBA, un Master  in Business Administration. Luego supe que se podía ser Master in Chorizo Cuts y cosas así, y por lo visto, en Valencia se puede ser Master en 345 cosas. ¿Entienden porqué me río de la gente que me viene con un título de máster por delante?

Pero sobre todo: 407 carreras y 345 títulos extra significan 752 titulaciones universitarias. ¿Cuántas sabe usted decir? Veterinario, farmacéutico, abogado, arquitecto,… y así hasta 752. ¿Cómo sabe uno a qué tipo de profesional debe acudir? Miren, les diré lo que pienso: me niego a creer que con 50 no se cubra todo el espectro. Y si quieren, lo subo a 75.

Moraleja: 9 de cada 10 títulos que se estudian en Valencia no sirven para nada. Bueno, sí, para que se forren los que los imparten. A pesar de todo, cuando he sugerido que se limiten los centros subvencionados de ciertas titulaciones, me han caído insultos a cascoporro. Más que títulos inútiles en Valencia.

Aunque probablemente sea porque yo soy ya demasiado viejo, antediluviano casi, y no entiendo cómo son las cosas ahora; caray, cada vez me dan más ganas de soltar eso de "en mis tiempos...". Sí, debe ser eso, que como decía don Sebastián "hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad", y yo soy de cuando Plutón era un planeta. Madre mía, lo que  han cambiado las cosas. En mis tiempos... ¿Se dan cuenta? ¡Ya estoy otra vez!


Por cierto que guardo una excelente opinión de los arquitectos que han estudiado en Valencia con los que he trabajado.

jueves, 13 de junio de 2013

Un Mercedes descapotable

Esta tarde, cuando volvía a casa dando un paseo, me crucé con un Mercedes negro, de ésos imponentes. El Mercedes era descapotable y lo conducía un tipo guapote, con un aire a lo Mathew Mcconaughey, ya saben, y con la correspondiente señora (yo creo que más bien señorita) a juego en el asiento del copiloto. Como ven, nada de particular, incluso podría haber sido yo mismo hace unos años, si no fuera porque yo soy más bien del tipo Quasimodo, mi coche no era un Mercedes sino un Seat 600 verde oscuro al que mis compañeros llamaban "el perolo", y la señorita a juego... creo que no se habría subido conmigo a mi coche ni aunque fuera una autoestopista de noche bajo una tormenta.

El caso es que hubo un detalle que me llamó la atención: la matrícula. Era azul con letras blancas. Veran, las matrículas así no son de vehículos adscritos a ningún país. Tampoco son de vehículos que están tramitando el cambio de país. Ni son del cuerpo consular (de ésas hay muchas, aquí en Barcelona) o de embajadas (de ésas, muy raras de ver, pero...). No, era una matrícula de un ente que se engloba en el epígrafe de "Organismos internacionales". No había duda posible, porque empezaba con "OI".

Uno, en su ingenuidad, siempre pensó que esas matrículas se veían en Beirut, en Jeeps que conducían avezados pilotos locales mientras transportaban entre balaceras a cooperantes que intentaban llegar a algún campamento de refugiados. No sabía que se destinaban a vehículos de alta gama para que los condujeran aparentemente nada estresados jóvenes con agradable compañía por las calles residenciales de Barcelona.

Y, claro, lo primero que pensé fue ¿en ésto se gastan el dinero?

No sé qué organización internacional era. Supongo que sería UNICEF o alguna otra de la ONU, pero no lo sé. Pero les aseguro que la próxima vez que una de éstas se me dirija, pidiéndome el correspondiente donativo mensual, me acordaré del Mercedes.

lunes, 10 de junio de 2013

Cómo elegir al presidente

Quería escribirles este artículo hace meses, cuando era de actualidad, pero lo cierto es que durante la campaña electoral norteamericana tenemos artículos al respecto hasta en la sopa, así que decidí que era mejor no abundar más en el tema. Hoy, en cambio, estamos ya un poco descongestionados y podemos tratar el tema otra vez.

Sí, este artículo versa sobre el proceso de elección del presidente de los EE.UU. ¡No se vaya todavía, seguro que no se arrepentirá!

Resulta que es un proceso que va a cambiar, más pronto o más tarde, se quiera o no, y nadie habla del tema. Me explico.

Cuando Washington, Jefferson, Madison y cía redactaron la Constitución (Jefferson estaba en Europa entonces, pero "se carteaba"; de hecho, estaba en Europa como embajador plenipotenciario a petición de ellos mismos, por el gran prestigio que tenía), dedicaron un apartado al proceso de elección del presidente. Como no todo el mundo podía conocer al tipo más adecuado para el puesto, resolvieron que lo mejor era que al presidente le eligieran "los electores presidenciales", que eran unos tipos que sí sabían a quién había que votar. Obviamente, se obvió cómo elegir a los electores; ya se apañarían. Y se apañaron, pero ésa es otra historia. Además, había un soporte "filosófico": el Congreso representaba al Pueblo y le elegía éste, el Presidente y el Vicepresidente eran en realidad los ejecutivos máximos de una federación de estados independientes.

Tenemos entonces que al presidente lo elige un "Colegio Electoral". Al principio la cosa iba bien, pero luego se dieron cuenta de que había que pulirlo un poquito, porque con Washington no hubo problemas porque poco menos que salía por aclamación, pero con los siguientes sí, y en 1804 se incorporó a la Constitución la 12ª enmienda (del proceso constituyente y de las primeras enmiendas ya hablé en mi celebrado artículo Me acojo a la quinta enmienda). Pero lo importante no cambió: la elección se haría por estados, y más o menos, para ser elegido se ha de tener la mayoría de votos y votar la mayoría de estados.

El paso clave, entonces, es ganar la votación en el Colegio Electoral, formado por tanta gente como el Congreso (pero gente distinta, ¡ey!). Actualmente, 538 tíos. Técnicamente, los electores pueden votar a quien quiera, pero en la práctica funciona así: en cada estado se celebran elecciones el mismo día (este detalle está en la Constitución), cada candidato tiene su grupo de electores - en 24 estados es ilegal que el elector no vote al candidato por el que se presenta, porque se les considera representantes del estado- y el grupo que consiga más votos dentro del estado gana. Es decir, cada estado (con un par de excepciones) tiene una sola voz en el Colegio Electoral y esa voz tiene la fuerza de todos los delegados que aporte el estado (para saber más, le sugiero una antigua e ignorada entrada mía, Visto para sentencia).

El sistema lleva casi 200 años funcionando, y funciona, pero tiene algunas pegas. Principalmente, puede ocurrir (y a veces ocurre) que el que gana no es el que tiene más votos "populares". Y, ¡hombre!,... es un problema, porque allí, a diferencia de aquí, el ganador no se siente muy legitimado, y a nadie allí le gusta eso mucho. 

Otro inconveniente es Ohio. Desde hace tiempo, es un estado bisagra, un "swing state": un estado que a veces apoya al demócrata y a veces al republicano, depende. No es el único, también Florida y otros, pero el caso de Ohio, por lo muy bisagra que es y la fuerza de sus votos, es sangrante. Todos los candidatos pueden (ergo quieren) ganar en Ohio y en los demás swing states, y a estos estados se les mima. Idaho, por ejemplo, va a ser republicano pase lo que pase. Por ello, la política de cada presidente con respecto a Idaho es "que les parta un rayo", porque, total, pase lo que pase van a votar al republicano... 

Con los swing states es distinto, sus deseos son órdenes, y más aún en los más importantes de éstos. Y como pasa en cualquier sitio donde haya unos "favoritos", sus beneficios son a costa de los demás. Y los demás, claro, se quejan. Normal, ¿no? ¡Ah, pero es que ahora están haciendo algo más que quejarse! Me explico.

La cosa es simple: los estados "fijos" están intentando cambiar la manera de elegir al presidente. Quieren que sea mediante el voto popular, al estilo europeo: el que más votos absolutos obtenga será el que gane. Supongo que habría que cambiar la Constitución y qué se yo, pero no. Lo están haciendo de una manera mucho más efectiva: han decidido (vía la legislación de cada estado) que los electores de ese estado no votarán al candidato para el que fueron elegidos, sino para el candidato que más votos tenga en el total nacional. ¿Recuerdan lo que les he dicho de que los electores tienen carácter de representantes del estado y deben votar lo que el estado quiera? Pues en este caso, lo que el estado querrá será el voto para el que gane en todo el país. La idea de estos estados, y ya se han subido a este carro los poderosos estados de California, Nueva Jersey e Illinois, entre otros, es que cuando el número de los votos electorales de los estados a favor alcance la mayoría, ya dará igual lo que piensen los demás estados: ellos, votando como bloque, ganan, y punto. Simple, y efectivo, no importa lo que diga la Constitución, el Congreso o el Senado, los jueces, nadie. De momento son 132 votos, han de llegar a 270, y por ejemplo, en esta legislatura el tema se debatirá y tramitará en Nueva York, Minnesota y otros (igual son 53 votos más, ya serían 185 de 270; en Oregón, por ejemplo, ya ha salido adelante en su Cámara Baja); ya veremos qué pasa, porque este proceso es insistir e insistir, hasta que el proyecto se aprueba.

Por cierto, un curioso pero totalmente válido argumento a favor de este nuevo sistema: en los estados donde no hay disputa real, mucha gente no vota, porque está convencida de que su voto no valdrá para nada. Es ridículo que un republicano vote en Washington D.C. o que un demócrata vote en Idaho. En cambio, con este sistema su voto sí valdría, y votaría. Con lo que la elección directa reflejaría mucho más el verdadero deseo de los votantes.



En fin. Es triste pensar cómo manejamos las cosas en España, ¿verdad? No conozco un solo español al que le guste nuestro sistema de elecciones, pero como a los partidos les va bien así y nuestro mismo sistema de partidos consigue que nada que no nazca de los partidos salga adelante...




viernes, 7 de junio de 2013

Cataluña: lo que nos espera

Hace poco, el príncipe Felipe asistió a una representación de ópera en el Liceu de Barcelona (acto y lugar en los que la buena educación y urbanidad de los asistentes se da por supuesta). Fue recibido con una ostentosa pitada, que mucha gente consideró de muy buen gusto. Los medios de comunicación jalearon gozosos con la noticia. Y no pasa nada.

En las manifestaciones que suele haber por aquí, a menudo los asistentes acuden con banderas catalanas. No importa sobre qué sea la manifestación, las banderas catalanas no faltarán. De las españolas no verá usted ni una. Yo me imagino a los manifestantes, en su salón social, planeando la algarada: aunque 99 de cada cien asistentes quisieran llevar la bandera española, ni uno solo lo propondrá. El uno restante, por su parte, no necesita ni proponerlo: llevará la bandera catalana, y punto. Y cuanto más alegal la bandera (hay varias variantes de bandera catalana, además de la legal), mejor.

Cuando el Barcelona juega contra algún equipo extranjero, mucha gente acude al campo con banderas. Unos las llevan con los colores del Barcelona; otros, la catalana. Les aseguro que nadie, entre los cien mil asistentes, osará llevar una bandera española. Más aún: si le comentara a otro asistente su intención de portarla, éste le mirará como si lo hubieran abducido y le dirá "pero estás loco, tú qué pretendes, ni se te ocurra, esas cosas están de más". Por supuesto, si le dijera que va a llevar una bandera catalana, el otro le dirá que la suya va a ser más grande. ¡Faltaría más! Y, ya en el campo, nadie ondearía una bandera española. La pitada que recibiría de sus vecinos (no de todos, sólo de una parte) sería de escándalo. Una parte de sus vecinos no aceptará esa bandera, y la otra parte callará. Si la bandera fuera la catalana, la parte que no pitaba a la española tampoco le pitará, mientras que los que le habrían pitado le defenderán a muerte como alguien intente criticarle.

Lo mismo que con las banderas nos sucede con los políticos. Un político puede ser un truhán y un incompetente; si es catalanista, no importa. Nuestro presidente puede no hacer nada de nada en economía, industria, sanidad, infraestructuras, I+D, telecomunicaciones, transporte o lo que usted quiera. No importa, se ha envuelto en la bandera. Criticarle sería como criticar al que ondea la bandera catalana en un partido de fútbol o en una manifestación contra el paro. Tan es así que, en aquellos años en los que nuestro presidente se decía del partido socialista, más negado se volvía, más nacionalista se proclamaba. Y así se salva la cara en la política.

Sirvan los ejemplos de las banderas para dejar claro que, en el tema España/Cataluña, aquí en Cataluña sólo tiene voz una de las partes; la otra parte jamás se hará notar. Puede, por lo tanto, llegarse a la conclusión que la voz que se oye mayoritariamente es la voz de la mayoría.

Por descontado, me dirán que aquí nadie es tan tonto y que nadie cree que en Cataluña la mayoría quiera la independencia. Y que por lo tanto, lo que no hay que hacer es darle cancha a esta gente. Que lo mejor es el silencio, que ellos ya se quedarán afónicos; total, no van a conseguir nada.

Verán, yo no estoy de acuerdo. Recuerdo que el año pasado, mientras esperaba para testificar en un juicio, un conocido, que me pareció que no era independentista, dijo que otra cosa sería que la absoluta mayoría de la población quisiera la independencia: contra el pueblo entero no se puede gobernar, que el tiempo de las pistolas ya pasó. Aquello me hizo pensar. Si quieres la independencia, lo que has de hacer es ganarte a la mayoría.

Tengo entendido que se atribuye a Goebbels (sí, el jerarca nazi) la frase de que "una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad". Pues si consigo repetirte las suficientes veces, desde que sabes andar, que Cataluña no es España, no importará si lo es o no: para ti, no lo será, y además será indiscutible.

Bien, los nacionalistas llevan más de 30 años al frente de la educación aquí. Y más de treinta años con los medios de comunicación en su poder. Si quieren saber si han conseguido algo, piensen en las banderas. Piensen en cuántos catalanes están convencidos de que Cataluña no es España, de que España nos roba, de que nos iría mejor sin ellos, etc. Vale, no son mayoría, son una minoría. Un 20%, quizá. Pero es que sólo se ha dispuesto de 30 años. Dénnos otros 50, y verá el porcentaje que conseguimos. De momento, han conseguido dos cosas fundamentales. La primera, establecer entre políticos un estado de pensamiento similar al reductio ad Hitlerum. Si no eres nacionalista, eres el representante de Satanás en la Tierra. Si mi propuesta es más catalanista que la tuya, aunque yo sea oposición tú debes apoyar mi propuesta. Y la segunda ha sido establecer como idea natural y lo contrario una aberración que, en cualquier nivel, Educación y Medios de Comunicación han de estar, por supuesto, en las manos más catalanistas posibles.

Vivo aquí. Créanme, el chorreo es constante. Constante. Suave, a menudo imperceptible como un calabobos, pero cala. Empapa. Como les digo, es sólo cuestión de tiempo. Y ya les digo que, cuando se den cuenta, entonces sí será el llanto y el rechinar de dientes y el ¿cómo hemos llegado a esta situación?

Es posible que alguien me crea, y me pregunte qué hacer entonces. Ahí ya, lo siento, soy pesimista. El nacionalismo se basa en una filosofía, en una estrategia. Es un plan a largo plazo, se concibe como un camino muy largo que se recorre en pasitos cortos pero en el que lo importante es que nunca haya pasitos hacia atrás. Para anularles, también se necesita una filosofía. Una estrategia. Y ahí mi pesimismo: ¿ustedes creen que entre nuestros próceres va a haber una personalidad de la talla necesaria? ¿Ustedes creen que nuestros politicastros, curtidos en las artes traperas de medrar en los partidos políticos, tienen lo que hay que tener para este asunto? Yo, no. Y no creo que surja nadie en los próximos 30 años, y para entonces, me temo, esto será ya un problema imparable.



Los estadounidenses consideran como sus más grandes presidentes a Washington y a Lincoln. Al primero, por razones obvias. Al segundo, porque durante la guerra de secesión también el norte quería dar la independencia al sur; prácticamente, sólo Lincoln quería preservar la Unión. Pero era Lincoln, y fue capaz de salirse con la suya. Por eso le adoran.