domingo, 29 de marzo de 2020

Mis versículos favoritos IV: saciado de días


Antecedentes, introducción: esta entrada. 


Expiró, pues, Abraham y murió en buena ancianidad, viejo y saciado de vida, y fue reunido con su pueblo.

Gen 25, 8

La traducción de la CEE, la actualmente vigente por lo tanto, dice "en buena vejez, anciano y colmado de años"; es lo mismo. Pero me gusta más la primera, por la expresión "saciado de vida". 

En estos días de coronavirus, de una tasa espantosa de mortalidad entre las personas más ancianas, con Holanda aconsejando a España e Italia que no intenten curar a los ancianos y a los débiles para no saturar los hospitales, conviene que hagamos una reflexión sobre la muerte, los ancianos y vivir. Y este versículo del Génesis viene que ni pintado. Porque refleja una filosofía de vida que ya no es la corriente, pero sin embargo, ¿por qué no?

Abraham murió viejo, muy viejo. El versículo anterior nos informó (estos versículos son de la fuente P, para los que siguieran la información que di en mi anterior entrada) que tenía 175 años. Lejos, desde luego, de los casi mil de los Matusalén, Noé y compañia (y había una explicación teológica a esto, quizá luego la cuente), pero muchos. Y muere. Pero como muere viejo, muere saciado de vida: ha vivido suficiente, no necesita más. En esas condiciones morir no es malo, al contrario. Y esto contrasta con la filosofía actual, en la que buscamos prolongar la vida lo más posible. Cueste lo que cueste, y a menudo sin pedir su opinión al más interesado. Una opinión que no me extrañaría que fuese que el interfecto no teme ya a la muerte. 

Los ancianos saben que lo son. Lo saben perfectamente, y saben que hay que morir. Todos ellos han enterrado a sus antecesores, y a muchos de sus amigos, parientes y conocidos. En su mundo cada vez hay menos caras de las de su mundo, casi todos son "recién llegados". El miedo a la muerte que tienen todos los adultos no es por el posible dolor del tránsito, sino por la tremenda tristeza que da pensar en el escenario de los que quedan atrás. El dejar viuda, huérfanos desvalidos, sin medios. El joven es alocado porque aún no tiene quien depende de él, pero los adultos sí los tienen, y ven las cosas de distinta manera. En cambio, los ancianos ya no tienen esas ligaduras. Sus hijos son ya mayores y hace años que se baten por sí mismos, y los nietos no son cosa de ellos. En cuanto al cónyuge, quien lo conserva... Bueno, seguro que lo han más que hablado. 

Volviendo al versículo del Génesis, para ellos había 3 tipos de muerte. La primera era la muerte temprana. Era obvio que aquello no era el curso natural de las cosas, luego morir antes de tiempo lo asociaban a un juicio de Dios. Malo. La segunda muerte, la muerte de Abraham, era la buena muerte. Y no era un drama morir anciano, todos lo asumían como algo natural. Y por último, estaba la mala muerte:
"Su hermano murió, y sólo me queda él. Si le ocurriera una desgracia en el viaje que vais a emprender, hundiríais de pena mis canas en el reino de los muertos".
Gen 42, 38 

El nieto de Abraham, Jacob, tuvo 12 hijos. Pero sólo 2 fueron con Raquel, la mujer que él amaba (a su otra mujer, Lía, con la que tuvo 6 hijos, no la quería, pero su suegro, la noche de bodas con Raquel le dio el cambiazo - la costumbre de la época es que la novia iba con velo hasta la oscuridad de la tienda- y quedó legalmente casado con ella). Esos hijos fueron José y Benjamín, y Raquel murió en el parto de este último. José, el primogénito y durante años único hijo de su verdadera mujer era su favorito, y por envidia los otros hermanos lo vendieron  - o se lo robaron cuando lo iban a hacer- a unos mercaderes, e hicieron creer a su padre que había muerto. Años después, José, convertido en gran visir de Egipto, fuerza a sus hermanos - ignorantes de su identidad- a que si querían grano tenían que volver a Egipto con el pequeño Benjamín. El viejo Jacob, cuando le plantean el tener que llevárselo, se desespera y pronuncia las frases del versículo. Es la mala muerte, morir viejo pero lleno de pesares y tristezas. Claro que sabían que los cadáveres se pudren en las tumbas (y el texto de la CEE dice abismo, no "reino de los muertos"), pero la idea es ésa.

Así pues, aparte de las muertes tempranas tenemos dos muertes: la del anciano que muere "saciado de vida" y la que muere  con penas y tristezas. Es triste la del que vive y muere con pesadumbres, pero ¿la del que muere saciado de vida? ¿No debería ser motivo de alegría? Vale que no se haga una fiesta, pero debe estar orgulloso aquel que consiga que sus padres mueran felices.

Ahora, piense cada cual si puede estar o no orgulloso.





Mozart -Vesperae Solennes de Confessore KV 339. Laudate Dominum