No me gusta escribir sobre la situación política española. No me gusta nada. Son artículos ligados a un tiempo determinado, el tiempo en el que se escribieron, y que no interesan en absoluto releerlos después de ese tiempo. Como yo escribo para leer en el futuro lo que pensaba ahora, las entradas sobre temas políticos resultan... vanas. Mezquinas. Preocupaciones que el tiempo se encarga de situar.
A pesar de ello, escribo sobre política porque necesito canalizar mi frustración. Y mi desesperación por ser una voz que clama en el desierto, porque nadie se dé cuenta de que de estos polvos vendrán lodos.
Hoy, sin ir más lejos, se celebran elecciones municipales, autonómicas y europeas. Y los votos los van a emitir personas que no son conscientes, personas que no reconocen el populismo con el que los manipulan.
Por ejemplo: hace no mucho el gobierno aprobó un decreto por el que imponía que serían los bancos los que pagarían los impuestos sobre actos jurídicos documentados. Y la plebe, faltaría más, aplaudió la medida. Por fin un gobierno que le apretaba las clavijas al gran capital.
Y sin embargo ¿puede alguien, al reflexionar, no llegar a la conclusión que, fuera como fuera, ese impuesto lo iban a pagar los ciudadanos y no los bancos? ¿Tan difícil es percibir que lo que iban a hacer los bancos era cobrarlo al peticionario de una forma u otra? Por cierto que en aquel momento aún nos tomaron más el pelo los políticos, al afirmar los promotores de la idea cuando se les planteó la objeción que he expresado, un simple "confiamos en que no lo hagan, apelamos a su responsabilidad social". ¿Tan tontos nos creían? ¿Se nos puede mentir a la cara con más desparpajo?
Pues bien, hasta aquí no dejaría de ser una medida estúpida e ineficaz como tantas otras a las que nos tienen acostumbrado. Pero no, cuando una medida es mala, es que es mala y eso se va a hacer notar.
En este caso de ejemplo: dado que los bancos son ya los sujetos pasivos del impuesto, varias comunidades autónomas han visto la ocasión ¡para subir el gravamen! ¡Total, es un impuesto a la banca!
¿Ven a lo que nos lleva el populismo?
Por descontado que la plebe, estúpida por definición, alabará a los audaces gobernantes. Cuyos voceros alardearán a los 4 vientos que ellos sí están subiendo los impuestos a la banca y no a los ciudadanos (y a las ciudadanos, que esos voceros suelen ser de los que emplean estos artificios).
Y es que el resumen de la situación ha sido: que la comunidades autónomas van a recaudar más dinero vía impuestos; que a la banca le va a dar igual; y, por lo tanto, que los ciudadanos están pagando más impuestos. Sin saberlo, y aplaudiéndolo.
Y mi voto vale lo mismo.
Manuel de Falla - El amor brujo (Danza del fuego)