Define el diccionario de la RAE mezquino como "tacaño", y también como "falto de generosidad y nobleza de espíritu". Yo soy de Aragón, la tierra noble, y la falta de nobleza de espíritu en una persona es un defecto que puntúo como muy grave; como se decía en mis tiempos de estudiante, es eliminatorio. Ningún mezquino aprobará, a mis ojos.
El 17 de agosto se produjeron unos ataques yihadistas en Cataluña. Yo me encontraba en Soria, y sólo pude seguirlos por televisión. Pero la primera declaración pública que oí, la de Puigdemont, me reveló la profunda mezquindad, la tremenda falta de nobleza de espíritu de este hombre.
Tras la suya se sucedieron declaraciones de otros, unas aún ej caliente, otras tras un tiempo de reflexión. En todas ellas se repitió la misma norma: las declaraciones de los catalanes revelaban una mezquindad tan grande...
En fin, no se trata de hacer un recuento de las mezquindades, de los retintines, las veladas acusaciones, los mensajes con segundas y las excusas para los mensajes con primeras; en los medios de comunicación y en las redes habrá, sin duda, relaciones profusas. También en la prensa extranjera: no me cabe duda que cuando se negaron, ante la petición de los periodistas extranjeros, a dar la información urgente primero en español (con plante de un periodista holandés incluido y chanza al respecto del jefe de la policía), quedaron retratados ante los ojos de todos.
Hay que explicar, al respecto, que cuando hacen una rueda de prensa la dan en catalán. Luego, tras la rueda catalana, hacen un resumen de lo dicho en español. Y luego aceptan, displicentes, algunas preguntas en español y en otros idiomas. Ahora hay que imaginar la displicencia con la que enfocaron las ruedas de prensa, la oportunidad que vieron de "fer país", y el interés evidente de los reporteros de los distintos países que tenían que informar a sus periódicos, radios y televisiones, sobre lo que había pasado y qué se sabía de sus compatriotas.
¡Y luego...! Pasados los días del primer impacto, uno no se explica que ocurrieran: ¡es tan eficiente la policía catalana! ¡Es tan acogedora Cataluña, tan gran país! Para los políticos catalanes, nada se había hecho mal; si acaso, los demás: los españoles, los belgas, los franceses, los marroquíes. Todos mal, los catalanes soberbios. ¿Cómo van a mejorar, me pregunto, si no reconocen jamás haber cometido algún error? El Ministerio del Interior les había recomendado colocar bolardos y obstáculos en los accesos a las zonas más concurridas por turistas. No lo hicieron, y además se rieron de las recomendaciones: decían, jajá, cómo iban a poner bolardos en todos los cruces de todas las calles.
Pero es que son así: se niegan a todo lo que venga "de España", sea bueno o malo. Para ellos no puede ser bueno, porque viene de España. El día anterior había habido una explosión en Alcanar. Opinan en privado mozos de escuadra que si hubieran dejado que la Guardia Civil hubiera podido echar un vistazo ellos, más expertos en estas cosas, habrían detectado las señales, los cientos de bombonas de butano que tenían almacenadas en el chalet, y quizá habrían detenido al equipo yihadista, quizá no hubiera pasado lo que pasó después. Pero oficialmente... ¡quiá! Los mozos de escuadra son la mejor policía del mundo y ellos solitos se bastan y sobran. Se callan que el mozo que tenían destinod a atención a los ciudadanos y que mató a tiros a cuatro terroristas en Cambrils había sido entrenado por el Ejército (no hay más que comparar cómo lo hizo y cómo lo hizo después una patrulla que localizó al quinto, huido). Y, por supuesto, se callan incluso las fórmulas protocolarias de "cuerpos y fuerzas de seguridad del estado" para referirse a la Policía Nacional y la Guardia Civil: como si no estuvieran.
¡Por Dios, si hasta han protestado porque se publiquen fotos de los Reyes visitando a los heridos en los hospitales, aduciendo que se les veía la cara a menores!
Y, sin embargo, hay muchas cosas que se han callado. No han dicho que los terroristas eran catalanes, y lo eran. Tremendo interés el que ponían en que los terroristas, cuando vivían en Ripoll, corazón y fuente de Cataluña, fueran independentistas y votaran. Porque lo eran, y constantemente les animaban a votar. Para ellos, puesto que iban a votar sí, eran catalanes y tenían derecho a decidir sobre Cataluña; un catalán que viviera en Zaragoza, en cambio, no.
Hay que decir, además, que esto viene de la época de Pujol; es decir, desde el principio. No quisieron nunca que vinieran inmigrantes hispanoamericanos. La razón es que hablaban español, y por lo tanto no tendrían necesidad de aprender catalán. No, prefirieron y potenciaron siempre que vinieran musulmanes: no tenían éstos ningún lazo con España. Y sí, el responsable de los inmigrantes reconoció en cierta ocasión que sí, que por supuesto que preferían a estos frente a los otros, y que sí, que por supuesto que la preferencia era por sus intereses independentistas (entonces creo que aún no se decía así, pero era la idea). ¿El resultado de todo esto? Alucinarían. No extraña pues que desde hace años se considere a Cataluña la principal base yihadista en Europa, o de las principales. Por cierto: no, los políticos de aquí esto no lo notan. Ellos viven en sus guettos y sus hijos van a escuelas privadas (¡y trilingües!), ellos no pisan la misma calle que los demás.
En las elecciones de los EE.UU. siempre se habla del voto hispano, el voto negro, etc. En Cataluña, es el voto musulmán. Y los separatas siempre presentan, en los puestos traseros, a un musulmán. Se localiza fácil, porque es el único que no tiene un nombre y dos apellidos de auténtico pedigree local. Es divertido, a veces, cómo los emplean en las campañas electorales; el voto musulman es su objetivo, descarado. Ya lo dice la canción de Les Catarres: "yo que soy más radical que el partido de Mohammed Jordi en campaña electoral".
Quizás sea ese interés electoral el que hace que nunca, repito, nunca, identifiquen los atentados yihadistas que ha habido a lo largo de los años como atentados yihadistas; para ellos son sólo atentados. Y condenan la violencia, sin más. Como mucho, la violencia "venga de donde venga". ¿Cómo pueden tomar decisiones correctas en este ámbito si se niegan a reconocer la realidad? Se niegan a afrontar que los atentados los cometen musulmanes en virtud de que son musulmanes, contra objetivos que no son musulmanes en virtud de que no son musulmanes. En ningún momento, para ellos, la religión es un factor. Más aún, se oponen a que los demás lo reconozcan así: no hay que criminalizar a la comunidad musulmana, claman. Y, en seguida, el insulto, su especialidad. En este caso, la acusación de islamofobia. Y luego, el siguiente paso: se apiadan... de los asesinos. Así, gran popularidad ha captado la carta que una educadora social que trabajó con los asesinos de Ripoll ha escrito, diciendo que le cuesta creer que tan buenos chicos hubieran hecho lo que han hecho. ¿En qué hemos fallado?, se preguntaba. ¡Ay pobres, qué les habrá pasado!, venía a decir.
La culpa, dicen, es del imán. Pero el noticiero de TV3, cuando expresa esta idea de que la culpa de la perversión de estos chicos la tiene el iman de Ripoll, explica que "en Cataluña, la ley de libertad religiosa permite que cada comunidad nombre al obispo, el imán o el pastor que considere" (lee una voz sobre unas imágenes de una ceremonia religiosa cristiana). Ya ven, para ellos un obispo es como un imán, solo que nombrado por los fieles católicos del lugar. Mezclemos a obispos y pastores, que no se note que se habla de musulmanes. Y porque los budistas y los sintoistas zen no tienen pastores, que si no...
De verdad, es alucinante. Y no les ha importado destruir Cataluña, si con ello se alejan de España.
Por cierto: ¿independencia? ¿Usted cree que líderes tan mezquinos pueden llevar un pueblo a la libertad? ¡No me hagan reir!
Lo digo en serio: la mezquindad de los separatas y de sus líderes es de salirse de la escala. Pero ellos, tan mezquinos son, no se dan cuenta porque no le dan ninguna importancia. Y el vulgo, no tan letrado como yo, suele describirlos con otra palabra, que reconozco que también los retrata como son: ¡cabrones!
Victor Manuel - El cobarde