Todo el mundo tiene derecho a un abogado, a alguien que le defienda. Da igual lo que haya hecho, da igual si es culpable o no. La misión del abogado es que su cliente reciba tan sólo lo que le corresponde, no más. Puede que, en ocasiones, el abogado decida que sus instintos personales de castigo puedan más y se niegue a representar a ese violador reincidente asesino de niñas, y recomiende que se busque a otro abogado que sí pueda defenderle. Pero si le defiende, no critique al abogado.
Digo esto, porque es habitual que se echen pestes de los abogados, siempre sin escrúpulos, siempre capaces de venderse a aquel que paga más. De afirmar una cosa o su opuesta, según quién le contrate. Y lo digo, porque a veces los ingenieros nos encontramos también en la tesitura de tener que ver las cosas según quiera nuestro cliente.
Por ejemplo, con los informes de parte.
Los ingenieros, por lo general, hacemos muchos informes. En ellos decimos las cosas como son, y nos da igual quién nos paga. Nuestro criterio técnico prevalece sobre todo, y sólo nos basamos en los hechos. A menudo, los informes responden a una pregunta, a un problema que tiene nuestro cliente y que nos pide una solución. Un análisis de opciones, o un análisis de una opción concreta. Pero ¡ay!, a veces los informes se piden porque hay una tercera persona afectada, y el informe versa sobre la posición de nuestro cliente con respecto a ese tercero. Son los informes de parte.
Ejemplo A: Un accidente. Sea un accidente de trabajo, un operario manipulando una prensa pierde un brazo. El empleador nos contrata para que analicemos técnicamente el accidente.
Ejemplo B: Un problema estructural. Una estructura que se ha deteriorado con el paso del tiempo y el uso, o una estructura que ha fallado. Supongamos, por ejemplo, un muro que separa la propiedad del cliente de la del vecino.
Los informes de parte pueden ser internos o externos. Los internos son los que pide el cliente para su uso propio. Son los mejores, quiere saber todo. Qué ha pasado, porqué, se podía haber evitado o no, tiene arreglo o no, qué responsabilidades tiene cada parte... Desde el punto de vista ético, no representan ningún problema. Mejor aún, es incluso adecuado cargar un poco las tintas contra nuestro propio cliente, que ya será él quien en su interior equilibre la balanza.
En el ejemplo A, el ingeniero acentuará las responsabilidades del empleador, la formación que no dio, el mantenimiento que no hizo, las medidas para evitarlo que se podían haber adoptado.
En el ejemplo B, el ingeniero buscará qué actuaciones anteriores por parte del propietario pueden haber minado la resistencia estructural del muro, y justificará el efecto del paso del tiempo y el derecho del vecino al uso de su lado del muro.
No, no son estos los informes que crean un conflicto ético en el ingeniero. Son los informes externos: los que el cliente empleará contra la otra parte. ¿Hay que tergiversar las cosas, en estos informes? Y, si se hiciera, ¿sería ético?
En primer lugar, una cosa debe quedar claro. No somos unos lilas. Nos debemos a nuestro cliente, y trabajamos para él. Así que el informe no puede perjudicar a nuestro cliente.
Pero hay una serie de reglas que no podemos saltar.
La primera de ellas es que no podemos mentir. Podemos callar cosas, si decirlas perjudica a nuestro cliente, pero no mentir. En el ejemplo A, podemos ocultar que no se había hecho el mantenimiento adecuado o que al operario sólo se le había impartido una sesión de 2 horas como formación, pero no podemos decir que se acababa de pasar una estricta inspección y el operario estaba borracho como una cuba, si no es cierto. En el caso B podemos ocultar que se ha excavado un depósito enterrado junto a la cimentación del muro (entendiendo que no es la causa del fallo del muro), pero no negarlo.
En segundo lugar, podemos omitir información sólo si al hacerlo no cambiamos la culpabilidad. En el ejemplo A, podemos ocultar que no se hacía el manteniemiento, pero no que se habían eliminado ciertas medidas de seguridad o que se había manipulado la prensa para que fuera más deprisa. O, en el ejemplo B, podemos callarnos que se apilaban palets por encima de la altura del muro, pero no que antes se almacenaban productos muy agresivos hacia el hormigón del muro y que eran frecuentes los escapes de producto.
En estos casos, la posición del ingeniero es delicada: es mejor mantener la integridad, pero no hemos de perjudicar al cliente sin su consentimiento. Hay que explicarle la situación antes de emitir el informe, y ver cómo se puede enfocar el hecho. En el ejemplo A, si se eliminaron medidas de seguridad, quizás se adoptaron otras (como una mayor formación, o medios para que el operario recordara siempre que se habían eliminado esas seguridades). En el B, quizás se decidió aplicar un plan de revisiones periódicas para detectarlas agresiones químicas en el hormigón. O las razones que llevaron a tomar esas decisiones.
En tercer lugar, existe una excepción al apartado segundo: que al hacerlo no cambiemos las cosas. Busquemos la mejor situación del Bien Común. En el ejemplo A, sabemos que el operario va a ser indemnizado por una compañia de seguros, ya que la empresa tiene una póliza a tal efecto y además la empresa tomará medidas para que no vuelva a producirse un accidente de ese tipo. En ese caso, no hace falta explicar que el encargado había retirado una medida de seguridad sin el conocimiento del operario (o de los jefes). ¿Qué gana, la víctima, si dictaminamos que en vez de un accidente "accidental" ha sido causado por la imprudencia de otro trabajador? Esto exoneraría quizá a la empresa que nos contrata, pero no había ningún perjuicio para ella. Convertir la cosa en un pleito entre el operario y el encargado es peor para la víctima.
En cierta ocasión se me encargó un informe. Para hacerlo tuve que viajar a Bermeo y a no recuerdo qué pueblo de La Rioja, y tras conseguir todos los datos, mis conclusiones eran inevitables pero muy perjudiciales para mi cliente. Como temía que si le daba el informe a mi cliente no cobraría, encargué a mi Colegio el cobro de los honorarios - en aquella época, con tarifas oficiales, era muy habitual-. De algún modo, mi cliente se olió la tostada, y nunca acudió al Colegio a retirar el informe. Y nunca cobré.
Harry Belafonte - Day oh!