lunes, 17 de abril de 2017

El viento del norte




Tengo por ahí archivada una dirección URL que muestra las líneas de flujo del  viento en cualquier lugar en ese preciso momento. Es... divertida. El caso es que el otro día veía cómo venía el viento del norte a Europa.

El viento es curioso: si puede, circula por el mar antes que sobre la tierra. Islandia y Gran Bretaña son como rocas a esquivar, así como Noruega. En Europa Occidental es muy normal que sople el viento del norte, que viene del Mar del Norte (qué cosas, ¿no?). Pues bien, cuando lo estaba mirando, el viento hacía el recorrido de la imagen:

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Me enfoco en la imagen en el cuadrante nororiental de la península. El viento del norte recorre Francia y llega a los Pirineos. ¡Alto: no se puede pasar! Francia es todo llanura justo delante de la cordillera, desde Hendaya hasta Perpiñán, y el viento lo aprovecha. Vemos como más o menos a la altura de Pau gira a la derecha, buscando el extremo pirenaico del cabo de Creus; una vez llegado al Ampurdán, sigue su camino hacia el sur, pero a gran velocidad, ha de recuperar el tiempo perdido. Es la tramontanta. Si habla con senderistas de la zona, le contarán anécdotas de lo peligroso por fuerte que es el viento, cuando se coronan las bajas montañas ampurdanesas. Si habla con ingenieros de estructuras, le explicarán cómo siempre se cuenta más viento cuando se calcula un edificio por allí. Si habla con la gente del mar... Bueno, en los juegos olímpicos de Barcelona se contó con la tramontana y su conocimiento por nuestros regatistas como una ventaja adicional para las medallas (que, por cierto, llegaron: 4 oros y una plata).

Entre Pau y Hendaya el viento se va a la izquierda, hacia el cabo de Higuer. La brecha no es tan clara allí, se aprecia con claridad la barrera que también supone la cordillera cantábrica desviando el viento hacia Finisterre, pero el efecto neto no es tan taponador como los Pirineos. El caso es que el viento busca el sur atravesando el País Vasco, Navarra y la Rioja... y se encuentra con el Moncayo.

El Moncayo es un deflector. Es una pared enorme que se alza aislada junto al valle del Ebro. Detrás están las montañas del Sistema Ibérico, pero el Moncayo es el adelantado. Es lo que se encuentra el viento. Y lo desvía. Hacia Zaragoza, claro. Es el cierzo, cortante y cruel, que todos los aragoneses del Valle del Ebro conocen bien. Es el viento del norte, aunque el Moncayo esté al oeste. Es el camino del frío en su viaje al sur.

Por supuesto, no siempre es así. En estos momentos veo que hay una masa de alta presión sobre Mallorca que genera un tapón aún mayor que los Pirineos. El efecto de este tapón es que el viento de Francia se está desviando por el golfo de León (mal día para los pescadores). Está llegando poco viento al Pirineo, y esto hace que todo el del Cantábrico está girando hacia Finisterre. Pero un poco sí se cuela en la parte baja del Pirineo navarro. Este poco, huelga decirlo, busca el sur... hasta el Moncayo. Una vez choca con él, a Zaragoza y a seguir el camino de siempre.

Por cierto, si quieren ver la imagen de la que les estoy hablando ahora mismo, ampliada para ver el recorrido global, es ésta:





José Antonio Labordeta - Aragón