domingo, 9 de agosto de 2015

El asesinato de Aldo Moro




El año pasado, por estas fechas, leí El caso Moro, de Leonardo Sciacia, que cuenta el secuestro y la ejecución de Aldo Moro. Aldo Moro, para los que no lo recuerdan o son demasiado jóvenes, era el presidente del partido italiano Democracia Cristiana, que en aquel momento (1978) estaba en el gobierno de Italia; Moro no era el presidente del gobierno, pero al igual que Arzallus (no, más) era el factótum del partido y lo controlaba todo. Era el hombre más poderoso de Italia después del Papa. Una mañana lo secuestró la banda terrorista Brigadas Rojas, que tenía a un montón de miembros en la cárcel, para canjearlo por presos. El gobierno (Giulio Andreotti al frente) se negó y dos meses después Moro apareció muerto. Sciascia era en aquel momento periodista y escribió un relato al respecto: "El caso Moro". Luego, en 1979, es elegido diputado (su única legislatura, que no era político sino periodista y escritor), y fue miembro (con dedicación cuasiexclusiva) de la comisión parlamentaria que analizó cómo se había gestionado ese asunto. En la edición que yo tengo, de Tusquets, se incluye como apéndice el informe de la comisión que presentó, como era de esperar, el mismo Sciascia.

El caso Moro. Recuerdo el secuestro y el asesinato; hay pocas cosas de la actualidad de los 70 que recuerde, el tiempo no pasa en balde, pero ésta es una de esas. Y es alucinante. Europa. Europa occidental, en concreto. El político más importante y poderoso de Italia, lo secuestran unos patanes y la policía, en los dos meses de cautiverio, ni se acerca a liberarlo. Que una cosa es poner una bomba por donde va a pasar Carrero Blanco y mandarlo a la azotea del edificio de enfrente, y otra secuestrarlo durante dos meses y que la policía acabae como si nada. Y que, casi cuarenta años después (y me temo que per secula seculorum), se sigue sin saber a ciencia cierta quién le secuestró y qué ayudas tuvo. Ríanse ustedes de las teorías de conspiraciones  en el caso JFK ; en lo de Moro, el doble o más. Y dos huevos duros. No, tres.

Leonardo Sciascia. Después de Bocaccio, me temo que no hay muchos escritores italianos de fama mundial: apenas Pirandello, Manzoni para los más cultos, y poco más. El suegro de mi hermano, que es italiano, me recomendó hace muchísimos años a Sciascia, me dejó algún libro, y Sciascia me fascinó para siempre. Es difícil definir a Sciascia como escritor; al menos para mí. No sé si lo que escribe es real o no, tiene un estilo que te convence de que uno está leyendo la verdad absoluta, pero se hace increíble que el tipo sepa tanto qué pasó. Lo que es otro aspecto que lo hace aún más fascinante.

Sin embargo, Sciascia es un perfecto desconocido. El libro lo compré de encargo, se lo pedí a mi librera favorita, y ella no tenía ni idea de quién le estaba hablando. Es por esto que escribo este artículo: Sciascia debería ser leído, y como Agosto es mes propicio, se lo recomiendo. Strongly.

Ahora bien, Sciascia no es para cualquier lector, como no es la miel para la boca del burro. Leer a Sciascia es un placer, y ese placer ha de ser captado. Su prosa es muy fácil y la letra de Tusquets es tamaño ogro, además en algún sitio tengo un borrador que no he publicado sobre la anécdota con la que se inicia el libro de que ya no son frecuentes las luciérnagas, pero hay más. Sciascia en todo momento escribe entre líneas. Sus libros son muy cortos, porque emplea muy pocas letras; pero sus paisajes están definidos a la perfección; uno se siente presente.

En el caso del caso Moro, el libro es un relato. Desde que lo secuestran hasta que "lo desecuestran". Nos va dando las píldoras de información necesarias a medida que éstas se producen, y al tiempo intenta explicarlas. Una acusación subyace: que el gobierno italiano pudo hacer más y no lo hizo; que a los políticos les iba bien que Moro muriera. Y, en apariencia, eso es todo; ante un juez no se podría acusar a Sciascia de decir nada más. Sin embargo, lo hace, ya lo creo que lo hace: hay un retrato perfecto de Italia en el periodístico relato, Italia es uno de los actores de un drama que habría sido muy diferente en cualquier otro país, y Sciascia lo borda. Por todo ello, si quiere entender Italia (no le estoy diciendo que a los italianos, ¡eh!), este verano debe leer "El caso Moro"; encárguelo ya en su librería habitual.

Otra opción, por descontado, es leer cualquier otra obrita de Sciascia; sea cual sea, no le defraudará. Pruebe, por ejemplo, con "La bruja y el capitán"; muy cortita, apasionante, querrá leerla de un tirón y al acabarla se preguntará si es posible que no sea cierta.

Leonardo Sciascia es uno de mis autores favoritos y le estoy muy agradecido al suegro de mi hermano por descubrírmelo.

Volviendo al caso Moro, repito que en 1978 las Brigadas Rojas secuestraron al verdadero mandamás de Italia. Alucinante. Y se lo cargaron. O bien, en efecto, la CIA estaba detrás de esto, o bien (y también)... Italia es única.





Supertramp - The logical song (versión de Small is beautiful)