Me he perdido la retransmisión del Concierto de Año Nuevo (ya sabén cuál). Por primera vez en no sé cuántos años. Y eso que anoche pensé que lo vería pero que no sabía en qué cadena lo retransmitirían.
Pero nada, esta mañana me despierto... y ni se me ocurre encender el televisor. En ningún momento. Hasta que, casi las dos, me preguntan porqué no estoy viendo "los saltos". ¡El Concierto! ¡Me lo he perdido!
Lo cierto es que el hábito de ver la televisión lo tengo completamente desarraigado. No se me ocurre entrar al salón y poner la tele, creo que ni reparo en su existencia. La oferta de canales es monstruosa, pero...
Supongo que a las cadenas eso les dará igual. Tienen sus audiencias. Que éstas se nutran de los segmentos de la población con menor exigencia intelectual les debe traer al pairo. O quizá no, quizá se lamenten de que la población va prescindiendo cada vez más de la televisión como elemento de ocio. Pero no tiene arreglo: ya puede emitir el canal que sea un producto de calidad, que yo ni me voy a enterar.
De hecho, incluso el mejor programa de todo el año y todos los canales, el Concierto de Año Nuevo, incluso ése me ha perdido a mí como parte de su audiencia, simplemente porque (me temo) es la propia Televisión la que me ha perdido.
Quien siembra vientos recoge tempestades, como suele decirse. Y que de aquellos polvos surgieron estos lodos.