Seguimos con Daniel Quinn e Ishmael. Nos habíamos quedado en que hace miles de años la Humanidad, que por lo demás llevaba un camino evolutivo "ecológico" y respetuoso con el medio ambiente, hizo algo que la cambió. Y nos cuenta Ishmael que ese "algo" lo recogieron pueblos cercanos que no hicieron esa evolución. Con el tiempo, la rama evolucionada incorporó a su colección de leyendas las que contaban los pueblos que iban anexionándose a su estilo de vida y con ello llegaron hasta nuestros tiempos. Obviamente, hablamos de la Biblia.
Y las dos historias más antiguas de la Biblia, tan antiguas que son lo primero que pasa, tan antiguas que según los judíos (y los Creacionistas) ocurrieron hace unos ocho o diez mil años, son las de Adán y Eva y ... la de Caín y Abel.
Y las dos historias más antiguas de la Biblia, tan antiguas que son lo primero que pasa, tan antiguas que según los judíos (y los Creacionistas) ocurrieron hace unos ocho o diez mil años, son las de Adán y Eva y ... la de Caín y Abel.
Dice la leyenda que Caín mató a Abel porque la ofrenda de Abel, fruto de su trabajo, gustó más a Dios (o a los dioses, allá cada cual) que la ofrenda de Caín, fruto del suyo. Abel era pastor, ofreció una oveja. Caín era agricultor y ofreció lo que cosechó. Imagino que todo el mundo conce esta historia; quien quiera paladearla con una nueva luz, la tiene en el capítulo 4 del libro del Génesis.
Es una historia extraña, ¿no? A mí me ha chocado desde siempre: muere el bueno y queda el malo, y como se supone que pasa en los albores de la humanidad, ¿significa que descendemos todos del malo? Yo, ya digo, no la entendía de niño. De mayor, que leo a Quinn, capto incluso la paradoja: ¿cómo es que en una de nuestras leyendas fundacionales somos los malos? Se suponía que la Biblia cantaba nuestras glorias como Pueblo Elegido, lo grandes y chachis que somos, lo que nos da la superioridad moral que necesitamos para justificar todo lo que hacemos. Y es que Ishmael a menudo recalca que el gran éxito de nuestra cultura es que nos hace incapaces de darnos cuenta del error fundacional que supone; así, para todos nosotros esta historia habría ocurrido en un país imaginario, como una fábula, y se nos pasaba desapercibida como historia de un genocidio bélico.
Los pueblos salvajes son, eran, pueblos de pastores y cazadores. Los demás somos agricultores. La agricultura nació en el Creciente Fértil entonces, y se fue expandiendo como modo de vida, como forma de obtener los recursos de la tierra. Tarde o temprano chocarían con pueblos que llevaban otro estilo de vida, que no eran agricultores sino pastores. Los agricultores les vencieron y los sometieron. Y de ahí vendrá la leyenda de Caín y Abel: era el último consuelo, el "a pesar de todo, Dios está con nosotros, ama a los pastores y odia a los roturadores del suelo del norte, que son unos asesinos" que contarían los últimos pueblos pastores, los semitas de la península arábiga, a medida que sus vecinos del norte les iban expulsando de sus tierras, y poco a poco pasaría a formar parte del paquete mítico de los agricultores.
Es una historia extraña, ¿no? A mí me ha chocado desde siempre: muere el bueno y queda el malo, y como se supone que pasa en los albores de la humanidad, ¿significa que descendemos todos del malo? Yo, ya digo, no la entendía de niño. De mayor, que leo a Quinn, capto incluso la paradoja: ¿cómo es que en una de nuestras leyendas fundacionales somos los malos? Se suponía que la Biblia cantaba nuestras glorias como Pueblo Elegido, lo grandes y chachis que somos, lo que nos da la superioridad moral que necesitamos para justificar todo lo que hacemos. Y es que Ishmael a menudo recalca que el gran éxito de nuestra cultura es que nos hace incapaces de darnos cuenta del error fundacional que supone; así, para todos nosotros esta historia habría ocurrido en un país imaginario, como una fábula, y se nos pasaba desapercibida como historia de un genocidio bélico.
Los pueblos salvajes son, eran, pueblos de pastores y cazadores. Los demás somos agricultores. La agricultura nació en el Creciente Fértil entonces, y se fue expandiendo como modo de vida, como forma de obtener los recursos de la tierra. Tarde o temprano chocarían con pueblos que llevaban otro estilo de vida, que no eran agricultores sino pastores. Los agricultores les vencieron y los sometieron. Y de ahí vendrá la leyenda de Caín y Abel: era el último consuelo, el "a pesar de todo, Dios está con nosotros, ama a los pastores y odia a los roturadores del suelo del norte, que son unos asesinos" que contarían los últimos pueblos pastores, los semitas de la península arábiga, a medida que sus vecinos del norte les iban expulsando de sus tierras, y poco a poco pasaría a formar parte del paquete mítico de los agricultores.
Y dijo Dios: "La voz de la sangre de tu hermano está clamando a mí desde la tierra. Ahora, pues, maldito serás de la tierra, que abrió su boca para recibir de mano tuya la sangre de ti hermano". Y dice la Biblia que Dios puso a Caín "una señal, para que nadie que le encontrara le hiriera". Caín, alejándose de la presencia de Yahvé, habitó la región de Nod, al oriente de Edén".
¿Saben porqué puso Dios una marca a Caín? Porque Caín le dijo que debería (él, Caín) andar con el rostro oculto, porque si no cualquiera que le encuentre le mataría. Y Dios le dijo: "Si alguien matare a Caín, será siete veces vengado". Y para que se supiera, le puso esa marca.
¡Ah, pero ahora vemos esto con otro prisma! La historia la cuentan los otros pueblos, y están diciendo: no os metáis con esta gente; si matáis a uno, ellos matarán a siete. La marca de Caín es "el rostro pálido" de los que somos caucasianos. Y esto bien lo saben los pueblos "salvajes" que en cualquier tiempo y en cualquier lugar se han resistido al hombre blanco: todos han sido exterminados (por cierto que era la estrategia que siguieron los blancos norteamericanos en su avance hacia el oeste: entraban en contacto con los indios, mataban a uno o dos, los indios se vengaban matando a esos asesinos y el resto de blancos mataba a los todos los indios. Registrado por los historiadores). Y es que siete muertos le debió parecer poco a Lamec, tatatataranieto de Caín: éste dijo que "Si Caín sería vengado siete veces, Lamec lo será setenta veces siete".
¿Saben porqué puso Dios una marca a Caín? Porque Caín le dijo que debería (él, Caín) andar con el rostro oculto, porque si no cualquiera que le encuentre le mataría. Y Dios le dijo: "Si alguien matare a Caín, será siete veces vengado". Y para que se supiera, le puso esa marca.
¡Ah, pero ahora vemos esto con otro prisma! La historia la cuentan los otros pueblos, y están diciendo: no os metáis con esta gente; si matáis a uno, ellos matarán a siete. La marca de Caín es "el rostro pálido" de los que somos caucasianos. Y esto bien lo saben los pueblos "salvajes" que en cualquier tiempo y en cualquier lugar se han resistido al hombre blanco: todos han sido exterminados (por cierto que era la estrategia que siguieron los blancos norteamericanos en su avance hacia el oeste: entraban en contacto con los indios, mataban a uno o dos, los indios se vengaban matando a esos asesinos y el resto de blancos mataba a los todos los indios. Registrado por los historiadores). Y es que siete muertos le debió parecer poco a Lamec, tatatataranieto de Caín: éste dijo que "Si Caín sería vengado siete veces, Lamec lo será setenta veces siete".