https://www.youtube.com/watch?v=w0DNFQJrzt0
El otro día, escuchando unos fados, me asombró darme cuenta de que aún no había hablado de ellos.
El fado es la música tradicional portuguesa. No tradicional en el sentido de folklórica, sino en el de tradicionalmente típica de Portugal. Como puede ser en España la copla, la rumba o el pasodoble, en Brasil la samba, en los Estados Unidos el jazz, el gospel, el blues,...
El esquema clásico del fado es una cantante acompañada de una viola (de fado) y de una guitarra portuguesa. Y la tradición exigía que la cantante vistiera de negro, una tradición que creo que se remonta a principios del s. XIX. En cualquier caso, Amália Rodrigues vestía de negro, y basta. Basta, porque durante toda la segunda mitad del s. XX el fado era Amália Rodrigues, Amália Rodrigues era el fado.
A principios de octubre de 1999 me encontraba yo en Oporto. En aquella época no teníamos teléfonos con conexión a internet, ni portátiles con conexión a internet. Diantres, internet estaba tan en pañales entonces que ni existía Google. Quiero con esto decir que, en aquel momento, me encontraba "aislado". A la antigua.
En la habitación del hotel encendí el televisor. Daban noticias, pero no entendía. Cambiaba de canales, y en todos hablaban de lo mismo. Así que descolgué el teléfono de la habitación (otra cosa que aún se había entonces) y llamé a recepción. ¿Qué pasa, les vine a preguntar, que ocurre que en todas las cadenas están hablando de lo mismo? Que se ha muerto Amália Rodrigues, me respondió el recepcionista. ¡Ah!
¿Recuerdan ustedes, en España, cuando se murió Lola Flores? Pues lo mismo, pero el doble. O más. El fado era cosa seria.
Para entonces yo ya estaba enganchado al fado. Del nuevo fado, más bien.
Amália Rodrigues era el fado. El fado se cantaba, se sentía y se vivía como lo hacía Amália Rodrigues. Es comprensible que ocurriera lo que tenía que ocurrir: las jóvenes cantantes de fado se rebelaban contra la tradición, no querían ser clones de Amália. Era el nuevo fado, en el que las cantantes no vestían de negro. Y en el que entraban nuevos instrumentos. Más en la línea de lo que estaba haciendo en Madredeus Teresa Salgueira, Rodrigo Leao y Pedro Ayres Magalhaes. Madredeus era entonces una de mis elecciones favoritas (rayaba en el fanatismo), pero no voy a catalogarlos como fado, si se me permite, porque era demasiado cambio para ser fado todavía. En aquel momento, la estrella descollante del nuevo fado era Dulce Pontes.
Yo me había comprado, en una gasolinera, una cinta de cassette de Dulce Pontes (insisto, cosas de la época). Esa cassette acabó con miles de kilómetros, completamente desgastada. Al cassette le sucedieron los CD, Mísia, Mariza,...
El fado lo tengo prohibido en mi coche cuando viajo con la familia. Tal vez acabaron hartándose. Pero uno tiene sus vicios, y a escondidas...
A menudo acompaño mis artículos de un vínculo a un vídeo de youtube. La idea es que la canción acompañe la lectura, pero en este caso es imprescindible que usted escuche la pieza que le sugiero. Es, cómo no, un fado: he elegido Chuva (Lluvia), de Mariza, aunque podría haber elegido muchos otros para intentar explicarle qué es un fado. El vídeo no tiene imágenes, sólo la letra en español; no es una traducción excelente, pero sirve para hacerse una idea. Ahora, deje de leer y escuche. Y luego, siga oyendo otros fados (si quiere, en la entrada del pasado lunes también enlacé un fado; ¡qué casualidad, también de Mariza!, y no me resisto a ofrecerles un enlace a un vídeo de la pieza en directo: https://www.youtube.com/watch?v=S2Ip-uUhaoI). Es una música que enamora, si tiene usted sentimientos.
Mariza - Chuva