sábado, 31 de agosto de 2024

No nos engañemos

 «Si no se puede aplicar en toda España, no es un derecho sino un privilegio».

 

Otra frase que he leído en un artículo en internet, motivada por la situación actual (en concreto, el compromiso del PSOE de que Cataluña tendrá un trato fiscal específico) y que empleo de pie para una reflexión.


Nadie solicita un trato diferencial para sí para salir perjudicado. Quien quiere un trato especial, lo que quiere es un trato mejor. No nos engañemos, digámoslo claro. Y es posible que lo que suponga el trato especial no afecte a los demás (por ejemplo, que en vez de saludar con un "buenos días" como a todos, don Braulio me pida que le salude con un "buenos días tenga usted"), pero si estamos hablando de algo que son habas contadas, un trato especial para uno supone un trato peor para los demás.

Salvo que, claro, Cataluña, Navarra o el País Vasco acepten que tengan menos o peores servicios: que no se les arreglen las carreteras o no se les apaguen los incendios forestales, por ejemplo. O que las pensiones se las paguen con lo que aportan sus propios ciudadanos, o que la electricidad que usen sea sólo la que se genere en sus regiones. Pero eso no ocurre: en eso, quieren un trato como mínimo igual al de los demás.

Cuando nos planteemos si un trato especial es bueno, la pregunta ha de ser: si ese trato fuera para todos, ¿sería bueno? Y si no lo es, entonces no lo es. Salvo que, insisto, ese trato lleve también contrapartidas: por ejemplo, peatonalizar una calle no puede extenderse a todas las calles de la ciudad, pero peatonalizar una calle conlleva para ésta inconvenientes además de ventajas. Vivir en la ciudad tiene ventajas frente al campo, pero también inconvenientes. Y así con todo. Solo que en el caso que nos ocupa, conciertos fiscales o leyes específicas para ciertas regiones, los interesados cogen sólo las ventajas. A la hora de los inconvenientes (por ejemplo, el pago de las pensiones), sí que hemos de apechugar todos.

Que no le engañen. Por lo menos, que digan la verdad a la cara.

jueves, 29 de agosto de 2024

Hombres, mujeres y no lo tengo claro

 

 

«Una sociedad en la que no es posible distinguir sin más entre un hombre y una mujer es una sociedad profundamente enferma».

 

La frase no es mía, la he leído en un artículo periodístico en internet, pero al leerla decidí que la idea bien merece una reflexión. Viene al cuento de todo el guirigay que hay ahora con hombres claramente hombres que están afirmando que son mujeres y están ocupando los espacios reservados a las mujeres (espacios físicos, como vestuarios, pero también virtuales, como el deporte).

Es evidente que cualquier cultura que no sea la nuestra, la occidental del siglo XX, no tiene ningún problema para distinguir entre un hombre y una mujer. Salvo que el interfecto/a juegue al engaño y se disfrace, pero descubierto el pastel no hay duda posible. Incluso la misma cultura occidental, la nuestra, pero nuestra antecesora, la de hace cinco siglos o la de hace cincuenta años, no tuvo ningún problema.

Hemos creado un problema donde no lo había. De hecho, somos los únicos que lo tienen.

Y no estamos hablando de distinguir entre una cucaracha macho y una cucaracha hembra, sino entre individuos de nuestra misma especie, y de un rasgo que a todo el mundo siempre le ha importado y nadie jamás ha tenido problema en distinguir. Fuera de la etapa de la infancia: valga como ejemplo que bebés y niños y niñas en las primeras edades se visten igual, o que en alemán niño, kind (kinder en plural) es una palabra de género neutro, ni masculina ni femenina (en alemán hay 3 géneros). 

Cabe preguntarse, entonces, si algo que siempre ha importado saber (si se era varón o mujer) y que siempre se ha sabido responder es un avance que ya no se sepa. Porque, repito, es algo que en toda sociedad en todo momento se ha considera una información básica y fundamental. Y que no ha planteado dudas ni al bosquimano más analfabeto.

Así que sí. No diría la palabra "enferma", como el periodista, pero sí podrida. Degenerada. Somos una sociedad profundamente podrida. 

miércoles, 28 de agosto de 2024

Los ingenieros también somos como borregos

https://www.youtube.com/watch?v=YQ8Ieu6W09E 

 

 

En 1968 las normas españolas establecían que, en las estructuras de hormigón armado, la resistencia al esfuerzo cortante de un elemento se calculaba añadiendo a la resistencia de las armaduras transversales una contribución de lo que aguantaba el hormigón por sí mismo. Normas posteriores (la de 1973, la de 1982, la de 1988, la de 1991, la de 1999 y la de 2008) mantuvieron dicha afirmación; cambiaron mucho o poco cómo se calculaban ambas contribuciones, pero el principio de que se suman se mantuvo.

El año 2021 la norma española pasó a ser el Código Estructural, y lo que el Codest dice es que si el hormigón, por sí solo, tiene resistencia suficiente no hace falta acero, pero que si hace falta acero entonces la resistencia del elemento es la del acero. No la suma del acero y el hormigón, como hasta entonces.

Los ingenieros de estructuras somos disciplinados como el que más y nos limitamos a asegurarnos que las versiones de nuestros programas estaban actualizadas. El acero necesario para resistir un esfuerzo cortante es mayor que antes, pero eso a nosotros nos da igual, al arquitecto le importa aún menos, y al constructor, como le van a pagar el acero que ponga, pues le va incluso bien porque lo cobra más caro de lo que lo compra. Como mucho le importará al que compra la estructura o el edificio, pero como el precio total no vendrá de esta partida pues no se va a quejar por esto en concreto. 

¿Por qué este cambio? No lo sé, y no sé de nadie que lo sepa. He oído por ahí que parece ser que el hormigón actual no es como los de antes, pero uno esperaría que el hormigón moderno sea mejor, no peor.

Ahora bien, ocurre que si alguien aplicara el principio que ha regido en España durante más de 50 años ("el hormigón contribuye"), un revisor de proyecto puede decirle que no, que está equivocado. En realidad, de momento el revisor conocerá todavía la norma antigua y no le dirá que está equivocado sino que no está aplicando la norma ahora en vigor, pero es igual: su dictamen será que el proyecto está mal (creo que la expresión formal que se utiliza es "no cumple la normativa", pero el mensaje que transmite es ése). Y, claro.

Todo lo que se ha construido en este país desde hace muchas décadas responde al principio de la suma. En una inmensa mayoría de edificios el acero no basta por sí solo para resistir, se necesita la aportación del hormigón. Como según la norma actual esa aportación es nula, entonces incontables edificios deberían haberse venido abajo. Una cantidad innumerable de edificios, y no venirse abajo en 2021, sino a los pocos meses de su construcción, en que hubieran entrado en carga. Esto último no ha ocurrido ni de lejos, la experiencia demuestra a todos que es increíblemente raro que un edificio joven se venga abajo. ¿Entonces? Pues, dado que nadie ofrece una explicación satisfactoria, hay que convenir que la norma actual se equivoca al negar la contribución del hormigón.

Como somos muy disciplinados y los que escriben los programas que usamos también lo son, hacemos caso al CodEst y (con los criterios anteriores) sobredimensionamos para cumplir con la ley (para compensarlo, la ley se llena la boca con la palabra "sostenibilidad"). Pero los que sabemos (los jóvenes no) nos quedamos con el regusto de que la norma es una mala norma, está equivocada.

Esto no contribuye a que admiremos el Código Estructural. Esto no contribuye a que la profesión de calculista sea atractiva, pues nos obliga a hacer cosas que sabemos que son contrarias a la razón.

 

 

Jaromir Vejvoda - El barril de cerveza 

martes, 27 de agosto de 2024

La monótona degeneración

https://www.youtube.com/watch?v=BwUhZv4m3T0 

 

 

Tras 6 años de gobierno de Sánchez hemos llegado a un punto en el que nosotros, los ciudadanos, no les generamos ningún respeto, no digo ya temor. Han ido dando pasitos y comprobado que esos pasitos sólo causaban un enarcar las cejas en algunos pero nada más. Y como el pasito ahí quedaba, el siguiente pasito les llevaba aún más lejos. Si se hubiera declarado desde el principio los pasos que iban a dar estoy seguro de que se les habría impedido; pero a pasitos, pues no hay problema.

—Don Juan, Don Juan, la puntita nada más

—¿La puntita, puta plebeya? ¡Te la meteré toda ella, los cojones y algo más!

Sí, los versos populares son soeces, pero reflejan fiel la intención del don Juan que nos gobierna. Y, como ya no nos respetan, gobiernan a calzón quitado. Ya no les importa que se sepa lo de la esposísima, lo del hermanísimo, el torticerismo de las instituciones que controlan o lo que se tercie (no hay semana sin inofensivo escándalo). Pueden declarar abiertamente que les dan igual las leyes y los tribunales, porque tienen un Tribunal Constitucional que dictará que la ley es lo que ellos hagan o quieran. Y los millones van a desaparecer a chorro sin que importe y algunos se van a enriquecer sin que importe y nadie se va a preguntar por la relación entre ambos fenómenos. A fin de cuentas, cada cual roba según si cercanía al poder, que para eso es tal (o al menos así lo conciben). El objetivo de nuestros gobernantes, y mucho me temo que en el caso de estos gobernantes siempre lo ha sido, es la impunidad. Total y pública impunidad.

Y, mientras tanto, la enseñanza se va al garete, los jóvenes casi no pueden independizarse, nuestro nivel adquisitivo disminuye cada años mientras nos crujen con cada vez más impuestos, las pensiones en las que confiamos todos están cada vez más cerca de reconocerse que no se podrán pagar, nos están invadiendo desde Jovenlandia (para eso nos crujen con impuestos: para subvencionarlo) y la demografía nos indica que nos estamos yendo, como país, al garete. ¿Qué más les da? ¿Acaso Maduro se priva de algo aunque sus gobernados no tengan qué comer? ¿Acaso faltan ciudadanos que le apoyen?

Ahora ya nos gobiernan a calzón quitado. Es lo que hay, y es lo que va a haber. ¿Qué pronóstico tengo? De entrada, el líder seguirá hasta las elecciones de 2027 (las convocará, espero, un poco antes para que no sea pleno verano). No aprobará presupuestos, pero le da igual: no quiere presupuestos aprobados para hacer nada en particular, pues lo importante es seguir en el cargo. A finales de década el catacroc del sistema de pensiones será tal que habrá que hacer algo. Como el sátrapa seguirá gastando sin freno, la deuda pública alcanzará niveles escandalosos. Hacia 2030 la Unión Europea intervendrá, diciéndole a Sánchez que largo de ahí y mandándonos a los hombres de gris. A partir de ese punto empezará nuestra recuperación, pero con unas pensiones del 33% de lo que estaríamos cobrando. Y, en cuanto a la sociedad española, casi todos los jóvenes capaces se irán. Les íbamos a dejar España en herencia, pero nos la habremos cargado y lo que les vayamos a ofrecer no la querrán, como pasa con cualquier herencia con más deudas que patrimonio. 

¡Claro que no me gusta! Pero ¿qué puedo hacer? No voy a presentarme a las elecciones, no voy a afiliarme a ningún partido político, no voy a darme de alta en X o donde sea que se den de alta los influencers para expandir mi opinión. No voy a hacer nada, salvo contemplar, como todos mis millones de compatriotas, cómo un tirano de pacotilla lleva a España al abismo.

 

 

Julio Jaramillo - Ódiame 

domingo, 4 de agosto de 2024

Someone has to lecture somebody

(El almirante Geary se presenta ante el Senado para informar de lo ocurrido). 

«El impacto práctico de evitar los canales y procedimientos normales fue ocultar esas acciones de la supervisión y de las restricciones legales sobre lo que el gobierno tiene permitido hacer.

[...]

Senador, yo asumo que todas las acciones que tomo serán examinadas y cuestionadas. Sé que algunas de mis acciones anteriores han sido cuestionadas por miembros del gobierno. Si mis acciones se consideran inapropiadas, mi razonamiento incorrecto, espero plenamente ser responsabilizado por aquellos encargados de la supervisión. He tenido una gran cantidad de autoridad. Me enseñaron que cuanto mayor es la autoridad, mayor es la necesidad de supervisión.

[...]

Repito, asumo que todas las acciones que tomo serán examinadas y cuestionadas. Si no estoy dispuesto a defender esas acciones en un debate abierto, entonces no las tomaré. No estoy por encima de la ley. Nadie en la Alianza está por encima de la ley. Eso significa que todos deben estar dispuestos a responder por sus acciones, abiertamente y públicamente, y si es necesario, ser juzgados por sus acciones.»

 Jack Campbell

Boundless (The lost fleet: Outlands) 

 

 

Para el lego en inglés, "to lecture" es enseñar (también sermonear, depende del contexto) a los demás sobre lo que deben hacer o cómo deben comportarse.