lunes, 31 de octubre de 2022

Ricos, pobres e impuestos

https://www.youtube.com/watch?v=A_FlTbbPZ1w 

 

 

«Se lo contaré de otra manera: quiero ser pobre y pagar impuestos. Y por eso he votado y votaré a esa socialdemocracia, y por eso soy de izquierdas con todas las contradicciones. Las contradicciones son muchas. Pero no tengo alternativa». 

Escrito en un blog de un profesor de instituto, muy probablemente de Humanidades, que sigo. El autor, de extracción humilde y arrabalera de Barcelona, da clases a alumnos del mismo ambiente en el que se crió e incluso peor, y tiene una visión de la vida, me parece a mí, basada en una dicotomía de pobres, explotados y víctimas del sistema y que sólo piden una ayudita para poder ser un poquito mejores, y ricos y poderosos, que son "el sistema". El autor a menudo se confiesa de izquierdas, valga el fragmento traído, y ese izquierdismo incluye otro de sus pilares vitales: odia, odia profundamente, al Partido Popular y a quienes lo apoyen. No importa lo que hagan o lo que pase. Y por Partido Popular me refiero también a cualquier sospechoso de no ser de izquierdas, ustedes ya me entienden. Y no es un odio racional, basado en pruebas que lo justifican, simplemente es. Intenso y profundo, extensible. Africano. Así que da igual lo que haga el partido socialista, su voto lo tienen seguro "a pesar de las contradicciones". Contradicciones es que prometan una cosa y hagan otra. QUe creas, que supongas que harán una cosa, y que hagan otra. Contradicciones es que te engañen. Le da igual que le engañen, porque lo único que le importa es lo otro: que no gane la derecha.

Su entrada, en concreto, iba de impuestos. Y él quería pagar impuestos. Obviamente, es farol, porque no querría pagar en impuestos más allá de cierto límite, pero lo que ocurría es que él se oponía a cualquier posible bajada de impuestos, que era lo que anunciaba que quería hacer la derecha, y lo explicaba: las bajadas serían a costa de la sanidad y la educación, lo tenía clarísimo, y eso no podía ser. Menos imnpuestos suponían menos gastos, y eso significaba menos sanidad y menos educación. Profesor de instituto,oigan. Ni se le ocurrió pensar, como le advirtió un comentarista, que los gastos que se reducirían podrían ser los despilfarros, los superfluos y las ineficacias.

Pero lo mejor es el párrafo final:

«La izquierda debe hacer mucha reflexión y debe enfrentarse a sus paradojas, contradicciones y tonterías. Pero no hay alternativa. Lo que propone el señor gallego es un suicidio colectivo. Las clases medias debemos estar dispuestas a sacrificarnos. Y las altas deben sacrificarse un poco más, como es lógico. ¿No se sacrificarán por su amada patria esos ricos tan patriotas? Si no les gusta eso, los ricos pueden trasladarse a Madagascar y pueden envolverse en la bandera de Madagascar para hacerse un selfie patriótico».

Con esto de los impuestos pasa lo de siempre: en el momento que entran los números, la capacidad de entender de las personas salta por la ventana. Sobre todo la de los profesores de Humanidades. Voy a poner un ejemplo. Los números van a ser muy sencillos, para que se entienda la idea, aunque no se correspondan con la realidad nuestra (eso lo captarán en seguida). Da igual que no se correspondan, lo importante es la tendencia, no el número exacto.

Supongamos que una persona que gana 1.000 € ha de pagar un 1% de IRPF. Es sólo un ejemplo para facilitar los cálculos, lo importante es la idea general. Supongamos que quien gane 2.000 € ha de pagar el 5%. Es justo, dirán, si gana más ha de pagar más. Y supongamos que, en la misma línea, quien gana 1.000.000 € ha de pagar un 50%. Supongamos que tenemos 1.000 personas que gana 1.000 €, y una persona que gana un millón. Los mil que ganan mil han de pagar el 1%: 10 € cada uno. Como son 1.000, eso suma 10.000 €. Y el rico del millón paga el 50%, 500.000 euros. Así que la recaudación total es de 510.000 €. Bien, supongamos que se cumple el sueño de la izquierda y se reparte la riqueza entre todos: los mil de mil euros suman un millón de euros de ganancia, que sumado al millón del rico son dos millones. Estos dos millones se reparten por igual entre todos, y a cada uno le tocan (redondeando) 2.000 euros. Por 2.000 € se paga el 5%, que son 100 € por cabeza. En total, 100.100 € de recaudación. De 510.000 € se baja a 100.100 €, vaya por Dios. Menos servicios, peor sanidad, peor educación, peores carreteras,...

Pero eso si el rico se deja. Si sabe que le van a quitar el millón (o, mejor dicho, que le van a quitar el medio que le estaban dejando tras los impuestos), sin duda se va a ir: es lo que haría yo, y es lo que haría usted, no lo niegue. Y una vez largado el rico, los otros mil se quedan... con los mismos 1.000 € de antes, pero además con sólo una recaudación de 10.000 €: ni servicios, ni sanidad, ni educación ni carreteras.

Moraleja: cuidado con lo que se desea, no vaya a ser que se cumpla.

Y es que no sería cierto que el que gane 2.000 euros pague 5 veces lo que el de 1.000 ni el rico 50 veces; el de 2.000 paga 100 euros, que son 10 veces lo que paga el de 1.000, y el rico paga 50.000 veces lo que paga el de 1.000. 50.000, no 50 veces. 

Recuerde, los números no son reales; la idea, sí. Si alguien que gana 30 veces lo que nosotros (en mi caso, algo muy fácil) tiene una tasa de IRPF triple que la nuestra, no paga el triple: paga 90 veces más. Y puede que lo acepte, pero si encima le llamo insolidario y pido que pague más aún...


Por cierto: es real, y se están yendo muchos. En Portugal llaman "cocoon" a las urbanizaciones de lujo a las que se están mudando muchos adinerados españoles que, una vez liquidada su vida laboral en España, no quieren soportar la carga fiscal que les imponemos. Y no me extraña.


 

Burning - Como un huracán

lunes, 24 de octubre de 2022

Hidrógeno verde: nociones básicas

https://www.youtube.com/watch?v=b9WpDlqN-iI 

 

 

Es la idea de moda, hidrógeno verde. La fuente de energía del futuro. Y más en España, porque, dicen, aquí hace mucho sol.

Lo primero que tenemos que saber, del hidrógeno, es que no es una fuente de energía. No en realidad. Todo se basa en que Hidrógeno + Oxígeno = Agua (H2O) + energía. Es decir, se mezcla el hidrógeno con el oxígeno (lo hay en el aire) y se obtiene agua; en el proceso, se libera energía. Como el carbón (carbono) cuando arde: se combina con el oxígeno del aire para formar CO2, y al combinarse libera energía. El que se refiere al hidrógeno como forma de energía se está refiriendo a esta faceta del hidrógeno.

¿De dónde se obtiene el hidrógeno? Pues fácil: del agua: Agua (+ energía) = Hidrógeno + Oxígeno. Es decir, se obtiene de la descomposición del agua. Esta descomposición se consigue... con energía. Así que, en realidad, el hidrógeno no aporta energía: la que libera es la necesaria para obtenerlo.

¿Entonces? Entonces, lo que es el hidrógeno es... un contenedor de energía. Yo mo puedo darte unos julios para que te los lleves a tu casa, pero con esos julios puedo obtener unos gramos de hidrógeno que sí puedo darte y luego tú extraes esos julios de esos gramos de hidrógeno. 

Es posible que, así expresado, no parezca un negocio muy bueno, esto del hidrógeno, pero falta la segunda parte: "verde".

¿Qué quiere decir que es verde? Quiere decir que la energía necesaria para descomponer el agua y extraer el hidrógeno se obtiene de placas solares. Y, si me apuran, de molinos de viento.

¿Y porqué es un buen negocio? Pues porque la energía que se obtiene de las placas solares es malísima: tener unas pocas placas está muy bien, pero tener miles de placas (pensemos en clave regional, o nacional) es un problemón. Las placas solares conllevan muchos problemas. Ya expliqué en la entrada del 9 de julio que la conexión de muchas placas solares a la red eléctrica, por la tremenda (tremendísima) irregularidad y poca fiabilidad de la aportación solar, obliga a las centrales de gas a estar a todas y a un sobreesfuerzo que implica un coste importante. Pero ¿y si pudiéramos dedicar las placas solares a otra cosa? Por ejemplo... a extraer hidrógeno. ¿Que las placas están aportando electricidad en ese momento? Descomponemos agua. ¿Que se ha nublado y no aportan? No descomponemos. Y a la electricidad normal, que se dediquen las nucleares, las centrales de gas y las demás. Ésta es la idea.

¿Y con el hidrógeno, qué hacemos? Fácil, darle el mismo tratamiento que a la gasolina. Trasladarlo a plantas de suministro junto a las carreteras, y que los vehículos funcionen con hidrógeno y reposten allí. Lo que hacía la gasolina, pero ahora con un producto "verde". A nivel marcoeconómico, suponfría que en vez de importar energía en forma de petróleo, como hacemos hasta ahora, la "extraeríamos" nosotros mismos produciendo hidrógeno con la energía solar. Y, de rebote, nos ahorraríamos tener que generar eléctricamente la energía que compramos como petróleo, que nuestra capacidad de generar electricidad es limitada.

La clave de todo, se habrán dado cuenta, es que tener el parque móvil eléctrico no funciona. No es viable a gran escala. Nunca se reconocerá, pero es verdad.

Tampoco se reconocerá el problema que suponen las fuentes renovables (salvo las hidráulicas) en la red eléctrica. Así que la idea de moda mata dos pájaros de un tiro.

Salvo...

Salvo que, de momento, todo esto es un sueño. Cuando llegue el momento de implementarlo, entonces aparecerán los problemas de escala. Que no aparecen en un laboratorio, pero en un país es la realidad.

Otra cuestión es si es lógico construir un gaseoducto para hidrógeno "verde" entre Barcelona y Marsella, cuando el Midcat, que también puede transportar hidrógeno, está muy avanzado. Pero, sobre todo, si es lógico que el hidrógeno verde salga de Barcelona, estando Cataluña a la cola en la producción de energía renovable (y para largo, que los catalanes quieren que haya, pero no en sus tierras). Por no hablar de la demanda: ¿qué demanda hay, actualmente o a pocos años vista, de hidrógeno?

Vamos, que ya se lo adelanto: esto del hidrógeno verde... está muy, muy verde, y el político que le hable de eso quiere, en realidad, engañarle. No se crea ni una palabra de lo que él le diga.




REM - Losing my religion (versión de Ian Storm)

 

domingo, 23 de octubre de 2022

Sufre, mamón

https://www.youtube.com/watch?v=fEOdkXjwhn8

 

 

Ha causado revuelo esta semana, y si bien se ha escrito mucho y acertado sobre el tema, yo quiero echar mi cuarto a espadas. Lo de la canción "Sufre, mamón" de Hombres G.

Parece ser que en un popular programa de televisión sonó la susodicha canción y una mujer, aún joven, la bailó animadamente; también, de hecho, el presentador y otras personas que allí se encontraban. No voy a citar los nombres porque en no mucho tiempo no los recordará nadie. El caso es que tras el bailoteo la mujer se puso seria y criticó la canción: el protagonista (de la canción) insultaba a alguien llamándolo marica y se refería a su novia (la del protagonista) como "mi chica". La opinión de la mujer es que no se puede llamar a nadie marica, ser homosexual no es malo y por lo tanto hemos de dejar de emplear la palabra como insulto (y viceversa, emplearla como insulto equivale a propagar la idea de que ser homosexual es malo), y también que las mujeres no son "las chicas" de nadie. El presentador no sé si se dio cuenta de lo que había dicho la interfecta o no, el caso es que contemporizó diciendo que la canción había envejecido mal. 2022.

La canción es de la primera mitad de los años 80. Creo que ni la mujer ni el presentador estaban entonces, y de ser así serían demasiado pequeños para enterarse, pero yo sí. Y, como yo sí, puedo aportar un par de detalles significativos.

La canción versa sobre un chico que descubre que alguien le ha levantado la novia y, presa de celos, promete vengarse de "ese marica": o le devuelve la novia ("devuélveme a mi chica") o... se revolcará entre polvos picapica. Atroz venganza que ni los rusos se atreven a aplicar como tortura a los ucranianos.

La canción, fácil es darse cuenta, es pop juvenil. Malísima, pero en su momento gustó a la chavalería (a mí no). Veamos entonces qué es lo que se discute ahora.

Dejemos lo de "mi chica". Criticar esa expresión en una canción pop no hay quien lo defienda, y la moza quedó retratada como tonta del culo nada más decirlo.

En cuanto a lo de marica... En los 80 era un insulto, pero no de los peores. Y no había que entenderlo de manera literal: era, y sigue siendo, jerga de hombres. Los hombres la entendemos. Además, también le llama mamón, y no hay que pensar que cree que el levantador sigue alimentándose de la teta de su madre ni que sea malo que los bebés mamen. Como he dicho, así hablamos los hombres.

Pero la raíz del problema, en mi opinión, no es ésa. 

La clave está en que "Sufre, mamón" es una canción de pop juvenil. Y el pop juvenil ha de ser transgresor, porque si no lo es, entonces es una canción melódica. Y viceversa, no por sonar una batería y guitarras eléctricas una canción melódica es una canción pop. El pop juvenil, hecho por juveniles para juveniles, es así. Letras chorronas, irreverentes, algo transgresoras. Cuando la mujer que nos ocupa se queja de la letra de una canción pop juvenil de hace 40 años, lo que nos está demostrando es que ella ya no tiene nada de joven. Que es tan vieja que ha olvidado cómo son los jóvenes, los de entonces y los de ahora. Esa mujer será joven de aspecto, pero de mentalidad es una anciana. ¡Sólo le faltaba haber dicho "en mis tiempos sabíamos escribir canciones respetuosas"!

Y que el presentador afirme que "la canción ha envejecido mal" sólo revela lo mucho que ha envejecido el presentador.

 

 

 

Hombres G - Sufre, mamón 

martes, 18 de octubre de 2022

Mis versículos favoritos XV: la batalla contra los amalacitas

https://www.youtube.com/watch?v=GPnyelUJFNA 

 

 

Amalec vino y atacó a Israel en Refidin. Moisés dijo a Josué:  «Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón de Dios en la mano». Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; entre tanto, Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte. Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec. Y, como le pesaban los brazos, sus compañeros tomaron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras, Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así resistieron en alto sus brazos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su pueblo, a filo de espada.

Ex 17, 8-13

 

De entre las historias mosaica ésta es, sin duda, una de las favoritas de todos los tiempos. Moisés, en lo alto de un otero, con los brazos levantados para que su pueblo gane el combate porque cuando se le cansan pierden, los dos compañeros que deciden que ellos le sujetan los brazos,...

Pero esta historia contiene más chicha de la que parece.

En primer lugar, es la primera batalla que libra Israel. Han conseguido huir de Egipto (no hubo batalla en el cruce del Mar Rojo), y empiezan su vagabundeo por el Sinaí. Todavía es reciente la huida, no se han organizado, están débiles. Y el libro del Éxodo no cuenta, o yo no lo sé, los detalles ni el porqué ni nada, pero parece ser que los amalacitas atacan a la columna de refugiados. La marcha hacia la tierra prometida no va a ser un camino de rosas.

¿Y quién era Amalec? Pues parece ser que descendientes de Esaú, el hermano y rival de Jacob Israel. Viejos enemigos, por lo tanto. Y un pueblo que moraba al sur: es decir, en Arabia. Es decir... árabes. Parece ser que eran nómadas, dedicados al pastoreo (el Sinaí era mala tierra para cultivar, pero muy buena para pastar). Y chocaron unas cuantas veces con los israelitas, pues la Biblia recoge varios enfrentamientos. Algo debió pasar en Refidin, porque el odio entre amalacitas e israelitas fue perpetuo, hasta la desaparición de los primeros, y quizás la explicación está en lo que dirá el libro del Deuteronomio :

Recuerda lo que te hizo Amalec en el camino, a tu salida de Egipto; cómo te salió al paso en el camino cuando ibas agotado y extenuado y atacó por la espalda a todos los rezagados, sin temor de Dios.

Dt 25, 17-18

Es decir, los amalacitas no fueron hospitalarios, no acogieron con la tradicional hospitalidad beduina al que llega agotado a través del desierto. Y precisamente a los rezagados: los más débiles, los más extenuados. Aquel acto debió ser tan atroz a los ojos de los judíos que decidieron registrarlo para no olvidarlo, para asegurarse de que el odio a los amalacitas se transmitiría de generación en generación. Claro que la Biblia omite un pequeño detalle, casi insignificante: para nosotros, fueron los israelitas los que estaban invadiendo a los amalecitas, así que podríamos preguntarnos  el comportamiento de la hambrienta turba judía cuando encontrara los rebaños de los de Amalec, ¿no creen?

Historias aparte, el relato de la batalla incluye varios detalles de los que deberíamos sacar enseñanzas provechosas. Y es que los libros de la Biblia, en especial los libros más antiguos, no se redactaron como los demás libros que en el mundo se han escrito. En especial, insisto, los más antiguos, como el Éxodo. Pongámonos en situación: Aarón, el primero de los sacerdotes, de la casta sacerdotal. Es fácil que el relato de la batalla de Refidin se transmitiría de unos sacerdotes a otros, de forma oral, ya que no se escribían libros en esa época y menos un pueblo inculto y errante como el judío. E imaginar a los sacerdotes, a su vez, contándolo al pueblo en las reuniones que tuvieran al atardecer, al regresar todos de sus obligaciones y juntarse para compartir ese rato del día. Los sacerdotes, claro, se aprenderían los textos de memoria (aun hoy, en las sinagogas, cuando alguien lee un pasaje de las Escrituras hay una persona a su lado vigilando que lo que pronuncie sea lo que realmente hay escrito), pero es que seguro que en sus escuelas, templos y casas discutirían entre ellos sobre el pasaje e irían puliendo el texto, hasta que finalmente, siglos después, algún escriba haría una primera plasmación en tablilla, papiro o lo que utilizaran, y tal vez un par de siglos después algún otro escriba haría una enmienda, un añadido o una corrección (quien sabe, puede que algún fragmento se perdiese, o...). El caso es que podemos estar seguros de que el texto dice exactamente lo que se quiere decir y cada palabra tiene su motivo y su intencion. Pero las enseñanzas no son explícitas, no darían a basto los papiros disponibles, y estos textos se escribieron con la idea evidente para ellos de que los lectores los meditarían y se les explicarían.

Vamos a por esos detalles.

El primero, por supuesto, es la moraleja oficial del relato: en tiempo de tribulación, acude a Dios. Y confía, porque con su ayuda saldrás del apuro. Pero hay más.

Sí, Moisés sube al monte a pedir la ayuda de Dios... pero antes envía a Josué a luchar. Ayuda para la batalla, sí, pero al mismo tiempo los israelitas se parten el careto. Como dice el refrán, "a Dios rogando y con el mazo dando".  Tendríamos que contar esta historia a tantas personas que confían, exigen incluso, en que sus padres, o papá-Estado, les resuelva la vida. Les paguen  los gastos, les den subsidios, les pensionen. Por su cara bonita, sin haber hecho nada para ganárselo, pero sobre todo sin luchar ellos con todas fuerzas para salir de la situación en la que se encuentran. En fin, no sigo que creo que ya se me entiende.

Otro detalle, más difícil de captar: Moisés solo no puede. Han de ayudarle. Aaron y Jur, desde lo alto, se dan cuenta de que cuando Moisés baja los brazos por cansancio se vuelven las tornas de la batalla, y actúan. Para meditarlo. Una ayuda, por cierto, que Moisés no desprecia, reconoce que la necesita. También para meditarlo: conozco a muchas personas que se niegan, a veces, a que las ayuden.



G.F. Haendel - El mesías, HWV 56 - Parte 1, nº 3: Coro "Y la gloria del Señor"

miércoles, 12 de octubre de 2022

¿Un terrón o dos?

https://www.youtube.com/watch?v=HB_FiuuUKsg 

 

 

— El portal se cierra a las 10.

El otro día echaron por la tele una película de José Luis López Vázquez y Gracita Morales. Me gustan esas películas. Y también me gusta ver cómo era España entonces. En las correspondientes escenas de exteriores, los coches, los guardias, el parque móvil en su conjunto. La circulación por las calles. Y el vestuario, los peinados, las frases, las costumbres,...

En la película en cuestión, Vázquez y Morales hacen de un matrimonio que tiene dificultades para encontrar muchacha, hasta que al fin un pariente les coloca una, extranjera. En una determinada escena, la muchacha anuncia que va a salir de paseo, y ellos le recuerdan que ha de volver antes de las 10; la razón es la frase que cito.

Pero, claro. La frase refleja una realidad que en aquel momento era así, nadie pensaba que algún día no se entendiera, que mereciera una aclaración. Por supuesto, para mí no la merece, sé perfectamente a qué se refería, pero cada vez somos menos los que estamos en estas y más los que no lo captan. Y asisten a una representación en la que entienden las palabras, pero no lo que se dice.

Antes, las fincas urbanas tenían portero. Éste tenía muchas obligaciones: mantener limpia la escalera, en condiciones la iluminación y el ascensor, vigilar la entrada, sacar la basura por la noche, ayudar a los vecinos cuando lo requieren (y estar atento al coche que se deja mal aparcado), por supuesto gestionar la calefacción central,... Una de las obligaciones era cerrar el portal por la noche, y abrirlo por la mañana. Porque por el día, estando el portero, la puerta del portal estaba abierta, como es lógico. Pero, en ausencia del portero, debía estar cerrada. Y lo habitual es que se cerrara a las 10 de la noche. 

¿Porqué era eso un inconveniente? En primer lugar: en esa época no había porteros automáticos. Había, en la calle, un timbre que sonaba en el piso, pero no había comunicación ni manera de abrir la puerta desde arriba: si sonaba, el pater familias debía vestirse, bajar al portal, ver quién llamaba y, si le interesaba, abrir la puerta. Ítem más: como además la puerta estaba siempre abierta, lo normal es que los vecinos no tuvieran llave del portal (hay portales con cerraduras que se comprende). Sólo se tenía la llave del piso. Si era necesario, en aquella época se llamaba al sereno (unas palmadas), éste acudía y abría la puerta. Pero eran situaciones que procuraban evitarse.

De ahí una consecuencia lógica, o tal vez a la inversa: las muchachas (y los muchachos) decentes no estaban, por ahí, pasadas las diez. A esa hora todo el mundo estaba ya en casa. 

Y es lo que le dicen Vázquez y Morales: que a las 10 se ha de estar ya en casa, "porque se cierra la puerta del portal".

—¿Un terrón o dos?

Si usted entendió la frase de la película, sin duda entiende la pregunta de los terrones. Pero ¡ay!, me temo que se corresponde con un mundo ya pasado y pronto olvidado. 

Chascarrillo: hago una prueba, y pregunto a un veinteañero si entiende la pregunta. Pues resulta que sí, sabe a qué se refiere. Y me explica el porqué: se dice en una canción de La bella y la bestia, la célebre película de Disney. Mientras la película permanezca en el recuerdo, pues, la expresión seguirá teniendo significado.

Hogaño eran frecuentes las visitas en las casas; si han leído (o empezado) Guerra y Paz de Tolstoi sabrán perfectamente a qué me refiero. Y en esas visitas, la cortesía y el protocolo lo eran todo. De ahí que todas las casas decentes tuvieran un mueble bar con los licores necesarios para agasajar (al menos whisky y brandy para los caballeros, anís para las damás, una botella de pacharán o de Pisco,...), cubitos de hielo en el refrigerador, la pertinente cristalería con copas surtidas (otra cosa que también está desapareciendo),... La visita podía ser imprevista, pero los anfitriones nunca podían ser cogidos de improviso. 

Claro que a menudo esas visitas eran después del café: en mi casa, siendo yo chaval, una vez los padres volvían a sus trabajos, los niños a sus escuelas y las cocinas se recogían, a menudo las madres se reunían. Y se tomaba café. Pero café, con todo el protocolo, y eso exigía pastas de café. De ahí que más de una vez tuviera yo que escabullirme escopeteado a la pastelería a comprarlas.

Sigo. Fuera la visita después de comer o para la propia comida, siempre se servía café. Siempre. Y se tomaba, aunque en la intimidad no se hiciera. Se sacaba el juego de café, se calentaba leche para quien lo quisiera cortado, y se traía la cafetera hirviendo. Claro, no se dejaba la cafetera en el centro y que quien quisiera se sirviera, faltaría más, sino que el anfitrión iba preguntando a cada uno cuánto café quería y cómo, lo servía y luego, impepinablemente:

—¿Un terrón o dos?

El azúcar acostumbraba a estucharse en terrones, de unos 6 gramos diría yo, quizá más. Así que la medida estándar era el terrón. Uno era correcto, dos significaba mucho y desde luego pedir más no me suena haberlo vivido nunca. Y los medios terrones, en mi caso, se conseguían sacando el terrón de la taza antes de que se disolviera todo. Cuando tuve la edad, en casa yo era el encargado del protocolo del café: preparar el café (para que mi madre no tuviera que dejar solas a las visitas), sacar las tazas, inquirir educadamente a cada asistente, servirlo y, por descontado, encargarme del azúcar. Y, también, recogerlo al terminar y retirarme discretamente, para que las señoras hablaran de sus cosas a solas.

Con el tiempo dejó de servirse en terrones, pero la costumbre perduró:

—¿Una cucharada o dos?

—Una, gracias.

Esta entrada no es por el terrón en sí, aunque es triste ser testigo de cómo parte de nuestro vocabulario se vaya perdiendo, sino por todo lo que rodeaba al terrón y que también se pierde. La parafernalia. Las pastas de té. Las visitas a las casas y el protocolo de las visitas. La habitación en la que se recibía, y en la que los niños no podían entrar. La misma costumbre de que los niños desaparecieran cuando llegaban las visitas. 

Las costumbres de aquel mundo, en suma.

 

 

 

Los Panchos - esta tarde vi llover