martes, 1 de enero de 2019

Tiempo de almanaques



Espero que hayan empezado bien este 2019. Como se debe, es decir: escuchando el Concierto de Año Nuevo.

 

El otro día estuve comprando unos libros para regalar. El primero de ellos fue "Annapurna, primer ocho mil", de Maurice Herzog. En que lo vi dije "¡éste!". Y es que en mi mocedad había leido el relato de Lionel Terray de la ascensión (y creo que todavía lo tengo), y creo que el libro de Herzog lo había sacado de la biblioteca; en cualquier caso, la ascensión de la expedición francesa, Terray, Herzog y Lachenal al Annapurna me parece una verdadera hazaña de la Humanidad, muy por delante de subir al Everest - de hecho, dudo de que lo hubieran logrado sin el éxito del Annapurna-, y más aún, nes posible que un día de éstos escriba un artículo sobre esa expedición, por lo que no es de extrañar que eligiera ese libro. Casi que iba buscándolo.

El segundo libro es un relato sobre Narváez, pero no sobre Pánfilo (tan grande era España que hasta los indeseables de esa época tenían madera de héroes), sino sobre un navegante español de finales del siglo XVIII del que nunca había oído hablar y que parece que exploró el Pacífico norte. Veremos, pero promete.

El caso es que tras comprar los libros me di un paseo por la sección de cómics, por verla, y me sorprendió unas reediciones de El Jabato. Y entonces me acordé de cuánto me gustaban los Almanaques de Navidad.

Es un mundo que ya ha desaparecido, y me vuelve nostálgico. Es el mundo en que los niños leíamos tebeos.

El "Almanaque" era un tebeo especial, de mayor precio y contenido, que se publicaba coincidiendo con las vacaciones navideñas. MI favorito, el más esperado, era por supuesto el almanaque del Guerrero del Antifaz, que solía traer una aventura autoconclusiva o más (no recuerdo bien), más chistes, etc.

No sé cuándo dejaron los niños de leer tebeos, pero siempre pienso que fue un paso atrás para la sociedad muy grande. Por ejemplo, supuso los siguientes cambios:

1) Antes los niños encontraban su divertimiento en leer. Leer tebeos era el principio, luego novelas infantiles (ahora se dirían "juveniles") con ilustraciones, luego sin ellas, etc. Los tebeos eran un gancho. Ahora los niños no tienen ese gancho; su divertimiento no pasa por leer. Es más difícil que se aficionen a la lectura, y sin duda lo hacen más tarde.

2) Antes la cultura de los niños estaba en manos de personas próximas. Uno leía el Jabato o el Guerrero del Antifaz, o también Astérix, Tintín, Alix o Lucky Luke.  O Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape o Carpanta, da igual. Ahora son videojuegos japoneses, Pokémon o qué sé yo. Astérix era un tebeo, pero era un tebeo que iba sobre nuestras raíces, sobre nuestra Historia. Cuesta ver eso en una serie infantil de Disney.

3) Los tebeos eran muy variados. Eran un collage de historietas, chistes, pasatiempos. Y había muchos. Además salían todas las semanas, y costaban una cantidad de dinero. Pero una cantidad pequeña. Ahora el divertimiento o bien no cuesta dinero (televisión, internet) o bien cuesta demasiado para unos niños (los videojuegos). Antaño, el tebeo costaba una cantidad de dinero pequeña que el niño podía ganarse, por ejemplo haciendo tareas específicas en la casa que justificasen una pequeña paga semanal. Ese dinerito servía para comprar el tebeo (y unos caramelos), y esa gestión era muy formativa. Ahora es impensable que un videojuego dure una semana (imagino), y desde luego un niño pequeño no puede afrontar su compra.

4) Los tebeos se cuidaban y se prestaban. Los programas de televisión ni se cuidan ni se prestan, y los videojuegos no requieren los cuidados de los tebeos y no creo que se presten a otros niños.

No menciono la bondad del entretenimiento en sí mediante el tebeo frente a la de la contemplación de las pantallas de televisión o a los videojuegos; estoy seguro de que muchos pedagogos sabrían explicarla muy bien, y en cualquier caso si usted leía tebeos sabe de lo que hablo; si no lo hacía, dudo que lo entienda.

En fin. En realidad lo que pasa es que ya soy un año más viejo, y añoro mi infancia. Si a usted no le pasa, no se preocupe: ya le pasará. 



Que este 2019 sea tan bueno que el 2018 se muera de envidia.



Johan Strauss, hijo - Marcha egipcia
 

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