Creo que es ya mayoritaria la opinión de que en Cataluña se hace adoctrinamiento en las escuelas. Partidista e independentista, por supuesto. Y hay muchos ejemplos que llaman la atención y hacen que todas las personas de buena fe nos llevemos a la cabeza y exclamemos que estos tíos están locos, que esto es el acabose y cosas por el estilo. Yo no termino de estar de acuerdo.
Como conté hace tiempo (aquí), la mejor jaula es aquella que el prisionero no percibe. Cuando no sabe que está preso, ni se le ocurre escaparse y buscar la libertad. Pues con lo de la educación en Cataluña pasa algo parecido. Hay unos ejemplos muy groseros, que todos percibimos, y son los que nos escandalizan; pero son sólo unos cuantos (aunque muchos, y todos inaceptables). El verdadero adoctrinamiento es muuuucho más sutil. Tanto, que hay asociaciones que se han puesto a buscarlo, y no lo han encontrado. Ishmael se reiría a carcajadas.
En primer lugar: la enseñanza, en Cataluña, es supremacista: somos los mejores, y los demás no son tan buenos como nosotros. Tenemos héroes, gestas, grandes científicos y descubridores, músicos y artistas. Ya en el Paleolítico pintábamos en nuestras cuevas y, aunque varios pueblos nos han invadido, conquistado y derrotado en innumerables batallas, siempre nos hemos levantado. Y de hecho, somos nosotros los que seguimos aquí, no ellos. Porque somos, en realidad, invencibles. Esto es lo que se enseña en las escuelas, desde el primer día hasta el último, en todas las escuelas catalanas. Salvo las extranjeras, las escuelas de Alemania, de Francia, de Italia, etc. En éstas, los catalanes son gente correcta; los chachipirulis, los de sus propios países.
¿Todavía no se aprecia la trampa? Lo repito: todas las escuelas nacionales enseñan a sus alumnos que ellos son los mejores. Incluso la escuela española. Yo estudié la geografía de España; con menos detalle, la de nuestros vecinos más importantes: Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, Polonia. También la de Europa, y la del resto de continentes. Pero, sobre todo, la española. ¿Lugares significativos? Con preferencia, los de España. La Giralda y la Alhambra. Las cuevas de Altamira y la Ciudad Encantada. La bahía de la Concha. El Teide. El palmeral de Elche, las marismas del Guadalquivir, el delta del Ebro. Nuestros picos más altos, nuestras cordilleras más imponentes y nuestros ríos más caudalosos. Da igual que en África haya muchos ríos más caudalosos que el Júcar, yo estudié el Júcar. Los ríos de África, para mí, eran cuatro, el Nilo, el Congo, el Limpopo y el Zambezee. En América otros tres o cuatro ríos, y de montañas, los Andes, las dos sierras Madre, las Rocosas y los Apalaches. En Asia, otro tanto, y de Oceanía quizá nada.
En Historia, otro tanto. Los reyes godos, aunque muchos sean intrascendentes. El proceso de la Reconquista, la formación de España, y el resto de la Historia vista desde España. Lo que nos afectaba, no lo que no. Algunas cosas que no nos afectaban, una breve mención como curiosidad: las cruzadas, las particiones de Polonia, la independencia de Grecia, la conferencia de Berlín, la Primera Guerra Mundial.
En Historia de la Ciencia, por desgracia, poco conocimiento patrio nos dieron; pero en Arte, sí. Aunque el arte y la música se estudió más bien en un ámbito europeo, los grandes maestros se estudiaron fueran del país que fueran.
Y, por descontado, la lengua era la española. Como lengua extranjera, el inglés. Pero poco y mal, visto lo que aprendí. No dí cocina, pero estoy seguro de que mi hermana aprendería platos típicos de aquí, repostería a la española. Lo mismo los que aprendieron bailes regionales; sólo el judo, diría, sería la excepción. Con su toque exótico, además.
Los españoles, estudiamos, éramos unos fenómenos. Nuestras fueron las grandes hazañas, los mayores descubrimientos y exploraciones. Durante cien años, fuimos los reyes del mambo en Europa. En nuestro imperio no se ponía el Sol. Y los demás eran extranjeros. Eran otros. No sabíamos mucho de ellos, y de lo poco que sabíamos es que solían ser nuestros enemigos. Vale que en los últimos doscientos años estudiamos que nos dieron sopas con honda, que tuvieron grandes hombres y lograron grandes avances mientras nosotros nos quedamos atrasados, cejijuntos, y terminámos matándonos unos a otros en una guerra civil y convirtiendo nuestro país en un erial, y por eso se nos educaba en un complejo de inferioridad hacia los otros. Pero lo importante es que ellos eran los otros. No los estudiábamos.
Es lo normal, ¿no? Es lo mismo que se hace en Francia, en Italia, en el Reino Unido y en los EE.UU. En todas partes.
Insisto: ¿ven la trampa?
Es lo que se hace en Cataluña. Se estudia Cataluña. No se estudia España. España son "los otros". Como Francia, Portugal o Marruecos. Se estudia el catalán, no el español (es "lengua extranjera"). Se estudia en catalán, no en español. El catalán, la lengua de aquí. El español, la lengua de... ¿un país extranjero? Y por eso, al igual que un buen maestro español de mi época no sería consciente de estar educándome en el supremacismo español, uno catalán no piensa que eduque en el supremacismo catalán.
Esta idea lo mancha todo. Por ejemplo, se estudian los ríos catalanes. El Ebro es un río catalán. Como de pasada, los ríos españoles. Pero como yo los franceses (Loira, Ródano, Garona y Sena) o los italianos (Po, Arno, Tíber): si se les quedan, bien; si no, pasan de curso igual. Y con un punto de fanatismo, que hay que presumir aunque sea de poco: el Garona no se estudia como río francés, sino como catalán, que no en balde recorre 10 ó 15 km en el valle de Arán. Que, oigan, esto es como si en África contaran a España como país africano. Y si necesitan prohombres en su Historia, pues basta con que alguno pasara por aquí para que se le pueda contar como catalán. Aun así, se estudian literatos con menos trascendencia y calidad que Carlos Arniches; pero es lo que se tiene.
Es lo normal, ¿no? Además, no estoy seguro de que algo parecido
no pase también en las demás autonomías. Claro, parece lógico enseñar a
los alumnos a apreciar lo que tienen cerca, que conozcan su tierra y
todas esas cosas... y con ese argumento y otros de similar jaez tenemos
estos lodos.
Y ése el el resultado. Puesto que en Cataluña se estudia sólo Cataluña, es normal que el alumno salga apreciando Cataluña, su tierra, y no apreciando la del vecino. No la odia, le deja frío. No siente cariño por ella, no se siente parte de ella. Hay, claro, los energúmenos supremacistas conscientes que intentan inculcar el supremacismo ramplón que vemos en los ejemplos. Pero son pocos. Ni aunque fueran el 10%: eso indicaría que el 90% educa "adecuadamente". Y no son ni el 10%, ¡qué va! Lo que pasa es que es muy llamativo. Por ejemplo, cuando el gobierno catalán convocó una huelga general el 3 de octubre, en todos los medios no supremacistas se vieron las imágenes de unos niños de guardería formando una barricada humana en una amplia avenida, quizás la Diagonal. Es cierto, fue escandaloso, pero... ¿cuántos niños de guardería hay en Cataluña? En verdad, sólo un porcentaje ínfimo de infantes fue "educado" en la protesta y el corte de calles. Y, sin embargo, el 99% de los alumnos de Cataluña van a ser oficialmente educados en la idea de que ellos no son España. Subliminalmente, eso sí.
¿Quién fue el culpable? El Ministerio de Educación no sé si es responsable de aprobar cada año los contenidos educativos. Si es así, podría acusarse al ministro de incompetente, y lo mismo a sus subalternos. Pero también al presidente que lo nombró y que no lo supervisa, y al pueblo español, por en definitiva elegir a ese presidente. Y si el ministerio no los puede supervisar, el culpable sería el presidente que cedió las competencias a las autonomías, ¡pero también el pueblo español por no votar a un partido (no sé si hay alguno) que clame por el retorno de esas competencias!
Tal y como yo lo veo, hemos sido nosotros los que nos hemos metido en este lío; los supremacistas catalanes lo único que han hecho ha sido aprovechar las oportunidades que les hemos brindado: está en su naturaleza, como el escorpión que pica a la rana.
En cualquier caso, lo más importante para corregir un error es darse cuenta del error cometido. En Cataluña se educan niños catalanes y no españoles, y así es como lo hacen.
Rosana - En navidad