domingo, 30 de mayo de 2021

Mis versículos favoritos IX: Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob

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El Señor, que estaba en pie junto a ella, le dijo: "Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac".

Gen 28, 13

 

Supongo que por repetitivas, dos de mis expresiones favoritas del Antiguo Testamento son "oráculo del Señor" y "el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob". Para entender el porqué de esta última, nos falta contexto. El de la antigüedad.

En el pasaje que traigo a colación, Dios se presenta a Jacob; su carta de presentación es que Él es el Dios de su padre y de su abuelo. ¿A qué viene esto?

La clave es que en aquella época había muchos dioses. Uno podía tener unos dioses, y sus vecinos otros. Era normal que el adorador tuviera alguna pequeña escultura o representación de su ídolo, y era a esa figurilla la que identificaba el dios o los dioses de uno. Estas figurillas se pasaban de padres a hijos si el hijo mantenía como su dios al dios al que adoraba su padre. Pero de Yahvé no había figuritas (ni las hubo hasta hace menos de 2000 años). ¿Cómo se presenta alguien que, además, no tenía nombre? Pues más o menos así, un "chaval, yo soy el Dios de tu padre, y el de tu abuelo".

Por cierto, cuando Jacob tuvo que huir de Labán con Lía y Raquel (como conté en la historia de cómo casar a una hija fea), ésta se habían llevado consigo los ídolos que adoraba su padre. Labán le persiguió, y cuando le alcanzó, la clave de la acusación fue que si se había ido con buena intención, "¿por qué me has robado a mis dioses?" (Gen 31, 30). Jacob lo negó, y le propuso que registrara su tienda a ver si los encontraba. Raquel, la ladrona, se sentó encima de ellos, y le dijo a su padre: "no se tome a mal mi señor el que no pueda levantarme en su presencia, pero me sucede lo que a las mujeres suele suceder" (Gen 31, 35). Y, claro: no los encontró.

Insisto, en una época en la que había múltiples dioses y representaciones (por no mencionar el politeísmo y la costumbre de tener un dios en casi cada fenómeno natural), la frase "yo soy Dios" no tenía sentido. "Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob" sí.

Y ya sé lo que me van a preguntar: ¿cómo se presentaba Dios a Abraham? Al principio, simplemente, le hablaba. Más tarde usó las expresiones "Yo soy el Señor que te sacó de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra" (Gen 15, 7), o "Yo soy Dios todopoderoso" (Gen 17, 1). Pero, por lo general no había presentación: se conocían.


 

 

Gabriel Fauré - Cantique de Jean Racine op. 11