sábado, 30 de enero de 2021

Ni BIM ni leches: a martillazos

https://www.youtube.com/watch?v=TPhCsiXVF80 

 

 

Recientemente se ha construido una pasarela que he proyectado. La pasarela iba a 17 m de altura y medía unos 70 metros. Dos metros y medio de ancho, algo más de alto, techada, lo normal.

Diseñada con Tekla, también el entorno. Los métodos más modernos de cálculo y todo eso. Para la ejecución se contrató a una empresa de una corta lista dada por mí de estructuristas selectos: gente que por su calidad y envergadura podían acometer esta obra con garantías, nada de chapuceros.

Convendría explicar que la dificultad de la obra residía sobre todo en la dificultad del montaje, que por las exigencias del entorno sabía que iba a ser muy complicado; pero tampoco hace falta, basta decir que todo lo preví en el proyecto y que éste incluía todos los trucos pensados por mí durante meses para que el montaje fuera sencillo. Y es que para mí un montaje sencillo es garantía de que la cosa queda bien hecha, que los montadores de los edificios no son relojeros.

La fase de preparación del montaje contó con todo mi apoyo:ya en el día en el que expliqué la obra a las constructoras que licitaron les hablé de montaje, de los problemas que habría, de las soluciones que había previsto, el sentido de las indicaciones en mis planos,... Otro tanto hice con la adjudicataria, cuando formalmente volví a explicar el montaje en la primera reunión de arranque de obra; también cuando visité el taller para examinar la marcha de los trabajos, y en general siempre que tuve ocasión.

El primer sábado de montaje ya me di cuenta de que algo iba mal: habían colocado unos topes, fundamentales en la estructura final pero que les había explicado clarísimo que se tenían que poner al final. Ellos me dijeron que no, que no los estaban poniendo. Lo que estaban haciendo era aprovechar que la grúa estaba subiendo los soportes para a la vez subir los topes y no tener que subirlos luego a mano. Los topes pesarían 5 ó 10 kg a lo sumo, pero iban atornillados, así que tras mucho protestar acabé cediendo. Eso sí, les explique una vez más el sentido de esos topes y lo importante de que se pongan al final. Sí señor, lo que usted mande, señor, etc.

El siguiente sábado elevaban el primer tramo de pasarela. Examino antes los soportes, y no han quitado los topes. De nuevo, recordatorio: se han de quitar, no se puede montar el tramo con los topes puestos y todo eso. Y de nuevo no se preocupe señor, blablablá.

No quitaron los topes. Como ustedes imaginarán, dos grúas de 400 toneladas manejando a la vez un tramo de 3 metros de largo que ni siquieran ven, dirigidas por radio por un operario que sólo ve desde lejos los soportes,... Claro que los topes impidieron que el tramo se pusiera en su sitio. Como les había advertido.

¿Desatornillaron los topes? ¡Qué va! Si la estructura no entra, se saca el mazo y a golpes que por mis muertos que entra. 

Tanto proyecto, tanto Tekla, tanto BIM, tanto diseño por ordenador en 3 dimensiones, tanta planificación, y al final encajan la estructura a martillazos.

Pero no se vayan, aún hay más. El siguiente sábado, cuando se montó el tramo siguiente.

Porque sí, los topes seguían allí.

Por descontado, entre sábados mi cólera fue terrible. Y les advertí que para el montaje del siguiente tramo debían quitar los topes antes de montar. Que ya había quedado claro que su sistema patatero no funcionaba y que yo, como siempre, tenía razón. Y se me prometió que por supuesto jefe, así se hará jefe, ya saben.

La primera jugarreta fue que ese sábado empezaron antes de ahora. Si los montajes se hacían a las 10, ese sábado empezaron mucho antes. Cuando llegué habían empezado, yo ya no tenía tiempo de inspeccionar nada, pero sí que ví desde abajo que los topes seguían puestos. Pedí explicaciones sobre porqué empezaron antes de que yo llegara, pero eso no tenía arreglo. Lo de los topes, me dijeron, que no me preocupara, que estaban atornillados y los tornillos flojos, y que los apartarían llegado el momento.

No quitaron los topes, claro. Sacaron el mazo, e intentaron encajar el tramo a martillazos.

A esas alturas yo estaba intentando no perderme.

Cuando se dieron cuenta de que no iba a entrar ni a martillazos, a alguien se le ocurrió desatornillar los topes. Y entonces...

Resulta que no pudieron. Por lo que me contaron, alguien los había atornillado con una llave dinamométrica y una fuerza brutal, y no había forma de desatornillarlos, los operarios no tenían las herrramientas adecuadas y todo eso. Yo les había prevenido muchas veces durante la obra sobre no apretar en exceso los tornillos, que los quería apretados con la fuerza normal de la mano de un hombre, pero el aparejador me dijo que creía que el que los había apretado era aquel operario al que le dije las veces anteriores que se desatornillaran los topes y que ese operario, cabreado conmigo, decidió apretarlos para que fueran indesatornillables.

Al final consiguieron desatornillar los topes. Pero no los que yo había diseñado para colocar después, sino los otros, los que tenían que estar fijos. 

Por no hablar de otros fallos. Por ejemplo, al haber colocado el segundo tramo antes de que yo lo inspeccionara, me di cuenta de que unas piezas que debían venir soldadas del taller no estaban soldadas, y ya no se podían soldar. Tiene su guasa, porque cuando estaban montando ese módulo me di cuenta de que estaban poniendo las piezas al revés, y se les ordenó montarlas bien... y aquel sábado comprobé que no las habían desmontado y montado correctamente. Y que estas piezas en concreto, al planificar los trabajos, el estructurista solicitó que se las cambiara por otras, porque esas piezas si se soldaban en taller se manejaban muy mal y yo le expliqué porqué tenían que ir soldadas...Por no hablar de fallos más gordos que tuvieron, aunque esos sí se corrigieron a tiempo (con martillos y sopletes, por supuesto).

En fin. Mi lista de talleres selectos es ahora mucho más corta. Pero lo que yo quiero decir no es eso. 

Se trata de que este proyecto fue BIM. Todo el mundo alardeó de lo BIM que se era, de lo diseñado completamente por ordenador en 3 dimensiones que estaba todo y lo directo que iba desde mi ordenador hasta las máquinas que cortaban las piezas, sin que tuviera que haber manos humana que rediseñaran nada. Y en el momento de la verdad, hay montadores que montan piezas al revés, montadores que se "olvidan" de soldar, que aprietan los tornillos puede que con mala intención, y sobre todo montadores y estructuristas que se niegan a seguir las instrucciones del ingeniero incluso aunque quede patente que el sistema de ellos no funciona. Pero ey, BIM.

Marqué en planos que dejaba una holgura de 18 cm para que el montaje fuera sencillo, y acaban metiendo las piezas a martillazos.

Y es que la estulticia humana es como la vida: siempre sale adelante. Sí, el BIM es una gran cosa, dentro de unos años no comprenderemos cómo se pudo construir antes sin BIM, pero todo tiene dos caras. La cara bonita del BIM nos la venden constantemente; de la cara fea nadie habla. Y la cara fea es que gracias a tanto BIM, tanto diseño por ordenador y tanto cerebro electrónico que piensa por nosotros personas que no piensan por sí mismas pueden acceder a estas tareas. Al igual que ya no necesita usted sumar si tiene una calculadora al lado, ya no necesita usted entender la estructura si tiene un ordenador que la entiende por usted. Usted sólo tiene que operar el programa, dicen. Pero como al final han de intervenir personas en el proceso, podemos dar por seguro que cada persona que intervenga logrará mostrar su estulticia e incompetencia.

Y luego acaban montando la estructura a martillazos.




Danny Frank - Quién será