jueves, 31 de diciembre de 2020

Mis mejores deseos para 2021

 https://www.youtube.com/watch?v=1IXLfPcgX1U



Tres deseos:

1) Me gustaría que el año que viene la prensa, ese cuarto poder, tuviera por fin vergüenza torera y ejerciera de verdad su labor. Que fuera crítica con lo que publica, que no publique nada que no pueda afirmar que es cierto y que no comulgue con ruedas de molino. Sobre todo, que no sea la voz de sus amos (políticos); que no les pase ni una.

También me gustaría, siguiendo con la prensa, que los periódicos digitales tuvieran el mismo criterio que la prensa escrita. Hoy en la prensa digital recibe el mismo tratamiento una noticia de primer orden mundial y una estupidez hecha por una chica que salió en un programa; ponen las noticias una detrás de otra, como si fueran equiparables. Si de ninguna de las maneras se iba a permitir eso en un periódico en papel, ¿porqué en digital sí?

2) En cuanto a la clase política, lo que me gustaría es que no mintieran. Que tuvieran honor, que tener honor fuera su divisa, y que cifraran su honor en no mentir. No les pido que hagan lo que prometen (aunque sí que lo intenten). Pero sí que no fueran falsos. Y esto incluye aplicarse a ellos mismos el criterio que braman que se aplique a los demás.

(lo de pretender que sean competentes en lo suyo, eso.. es que ni se me ocurre que pudiera ser).

3) En cuanto a la sociedad, me gustaría que tuviera la casta suficiente para no aceptar lo que les están imponiendo. Que exija a la prensa que ejerza su papel, y que exija a los políticos que cumplan su palabra, que sean honestos. Y que les exija responsabilidades. Que no les permitan irse de rositas, decir una cosa y hacerla otra, gastar derrochando o malversando (que es peor).

Y ya está. Se acaba el año de Galdós, el año de Beethoven. El coronavirus se ha comido mediáticamente cualquier otra cuestión y ha servido de excusa para olvidar a estos genios. Y es excusa: por fuerza, cualquier actividad sobre Galdós debía estar ya programada antes de marzo. Pero no hay que llamarse a engaño: más gordo fue el quinto centenario de Cervantes y del Quijote, y lo que se hizo fue de vergüenza ajena. Conociendo el paño, no esperaba nada sobre Galdós.

Por lo demás, supongo que nos merecemos lo que nos ha pasado. Nos hemos colocado para dirigirnos a las personas menos indicadas que hemos encontrado, y además nos hemos vuelto, como sociedad, dependientes en demasía de los viajes y del ocio de los demás. Sector terciario, sí, pero no un sector terciario que genera valor añadido global - como la ingeniería- sino que se dedica al servicio: ¿quieres una cerveza? no te preocupes, yo te la traigo, Pepe te la sirve y Manolo te limpia la mesa. Uno puede generar valor dando un servicio desde una isla desierta (puede ejercer la ingeniería, por ejemplo, o puede dedicarse a tejer jerseys si luego puede exportarlos), pero hay actividades que necesitan que los demás vengan a la isla y ya no esté desierta. En España demasiadas personas han basado su futuro en que las personas se van a mover, van a viajar, van a acudir a locales (cines, bares, teatros, hoteles, lo que sea). El coronavirus, no sé si acertadamente o no, ha impedido este movimiento, y para nosotros ha sido una catástrofe. No albergo esperanzas de que en 2021 se arregle la cosa (¡al contrario!), pero ojalá me equivoque.

Lo que no tiene excusa, el año que viene, es que leamos o escuchemos lo que deberíamos haber leído o escuchado este año. Galdós o Beethoven, sin ir más lejos.



L. v. Beethoven - Marcha turca de Las ruinas de Atenas