jueves, 2 de mayo de 2019

El cine es cosa del pasado




Acabo de ver en la tele la excelente, superior, Río Rojo. Con John Wayne y Montgomery Cliff. Y con Walter Brennan, por cierto, uno de los tres (con Nicholson y Daniel Day-Lewis) actores que ha ganado tres Óscar. Y a continuación emitieron Río Bravo, de nuevo de Howard Hawks con John Wayne y Walter Brennan. Dean Martin en vez de Cliff, me gusta más Cliff. Con el mismo autor de la banda sonora, los mismos guionistas,... Algún día escribiré sobre las películas de Hawks y John Wayne, hoy no era ése el tema que quería tratar.

No, se trata de que Río Rojo es una película soberbia que pasa sin pena ni gloria por la parrilla. Y no es una anécdota, es un botón de muestra de una actitud general. Río Rojo es de 1948, muy anterior a mi tiempo, y en mi mocedad eso nos daba igual. Era una película que había que ver. Como Casablanca, El Halcón Maltés o El día más largo, daba igual. Veíamos las películas de Charlot, de Hitchcock y del gordo y el flaco o los hermanos Marx. Las películas de Bogart, de Cary Grant o de James Steward. No se miraba la fecha de la película, sólo si era buena o mala. Y las buenas se veía, claro que sí.

Eso, ahora, es inimaginable. El cine sigue funcionando, pero diría que sólo las películas palomiteras. Las películas para adolescentes, trilogías, tetralogías y, sobre todo, series sin fin. De superhéroes, si se puede. Hay excepciones, no cabe duda, pero la inmensa mayoría de los taquillazos son películas que no soportarán el paso del tiempo. Se verán una vez, y punto, salvo las de superhéroes en serie, que se seguirán viendo como se releen las colecciones de tebeos. Y eso que se siguen haciendo grandes películas, e imagino que se pasarán por televisión, que se descargarán y se verán. Pero no se trata de eso, se trata de que nadie (quiero decir, jóvenes y no tan jóvenes pero que comparados conmigo sí que diría que son jóvenes) ve ahora películas que no fueran "de su época". No les cabe en la cabeza.

Y con la pérdida del Cine ellos pierden el disfrute de un arte que ha creado obras que deberían ser inmortales, pero también estamos perdiendo referencias culturales - entendiendo la cultura como nuestra visión del mundo- y, por qué no decirlo, referencias educativas - pues contribuyó a la creación de valores en los que nos criamos viendo cine de todas las épocas-. ¿Triste? Quizá, pero sólo desde mi punto de vista. Ellos, como no saben lo que se pierden... 

En fin, he sonado un poco a Arturo Pérez Reverte, ¿no es verdad? No era mi intención, pero es que al ver cómo se desprecian obras maestras por la mera razón de tener ya unos años...


Para terminar: el enlace que he incluido al principio del artículo es la escena final de la película El último mohicano (aunque en verdad la última escena es la siguiente, el discurso del último mohicano por la muerte de su hijo; es posible que su ausencia tenga algo que ver con que, por lo que parece, en Estados Unidos no se incluyó esa oración final). Es de 1992; me temo que cada vez van a ser más los jóvenes que no la habrán visto. Y es una película soberbia, toda ella. Lo que pasa es que se ha de ver en una sala de cine, con una pantalla gigante. Verla en una tableta o en un móvil... Pues sí que se entiende que no tengan interés en verla. Como ver el Gran Cañón del Colorado en fotos.

El final de la película: así culmina una obra maestra. Con siete minutos definitivos y sin palabras.