viernes, 23 de noviembre de 2018

La hora de Religión



Reúne el Gobierno que tenemos en estos momentos las dos características definitorias de los gobiernos que solemos tener: son unos jetas impresentables que crean problemas donde no los hay, y no teniendo ni repajolera idea de lo que deben hacer se dedican a marear la perdiz sin intentar en ningún instante resolver los problemas que de verdad deberían afrontar. A todo lo cual añade otra que ellos poseen en grado máximo, superlativo, y que me temo que a partir de ahora vamos a sufrir en todos los gobiernos venideros, abierta ya la veda: son populistas y demagógicos ad nauseam.

Tenemos un gobierno en el que el presidente no es diputado. Siendo un principio obligatorio según la CE (han usado un resquicio legal, enunciativo, para soslayarlo), esto bastaría por sí mismo para obligarles moralmente a convocar elecciones; algo, por cierto, que dieron a entender que harían, cuando la moción de censura. De la moción de censura podría escribir también mucho, y del proceso por el que se llegó a ese punto, pero para qué. Sin embargo, como botón de muestra de lo que quiero decir, analicemos brevemente la situación con la Justicia.

En primer lugar, y por encima de todo, debería el PSOE tener como criterio de actuación el defender el buen nombre del poder judicial, pasara lo que pasara. No por las personas, pues tampoco ellos hablan por las personas que son sino por los cargos que desempeñan, sino por concepto. La independencia de la Justicia jamás ha de ponerse en duda, al igual que el que un ministro sea corrupto no significa que en España la Administración Pública sea la corrupción hecha carne.

Así que si el Tribunal Supremo lía la cosa con eso de los impuestos sobre los actos jurídicos documentados, el Gobierno, en vez de criticar al TS y anunciar que va a hacer leyes contra lo que han dictaminado (¡y que su principal socio político, Pablo Iglesias, salga diciendo que él "ni acata ni respeta" la decisión de los jueces!), en vez de generar un estado de opinión pública que acusa a los jueces de estar vendidos a la gran banca, debería explicar unas cuantas cositas.

La primera de ellas, que es de ingenuos creer que si la banca paga un gasto (el impuesto) al conceder una hipoteca, ese dinero que adelanta la banca no se lo va a cobrar al hipotecado ¡y con intereses! Pero no, ellos intentan que la gente crea que sí, que si lo paga la banca es realmente la banca quien asumirá el gasto.

La segunda de ella, que fue el PSOE quien instauró este impuesto. Que fueron ellos, vaya. Y que establecieron que lo pagaran los ciudadanos, no la banca. Ya que hasta ahora lo único que se está haciendo es lo que ellos dijeron que se hiciera.

Y la tercera, por no extenderme: que son ellos quienes lo han subido recientemente. El 50% en Anadlucía, por ejemplo. Otro 50% en Aragón, con el apoyo de Podemos. En Extremadura, en Castilla la Mancha.  Vamos, que se están haciendo las vírgenes ultrajadas cuando han sido ellos los felones.

Pero no cabe esperar otra cosa de los del PSOE: la vicepresidente Calvo ha dicho en rueda de prensa que, como lo que dijo Pedro Sánchez antes de ser presidente del gobierno ("Lo de Cataluña fue rebelión") fue antes de ser presidente del gobierno, pues no importa y por lo tanto el presidente del gobierno nunca ha dicho que lo de Cataluña fuera rebelión. Ya que ahora defiende lo contrario de lo que defendió 5 meses antes de llegar al cargo, cuando estaba haciendo méritos y lo que fuera para conseguirlo. Esto es aterrador, y que no se les caiga la cara de vergüenza, ni se arrepientan ni dimita, es inaceptable:¿ustedes se imaginan que, de ahora en adelante, un cargo público haga lo contrario de lo que dijo que haría porque cuando lo dijo aún no había obtenido el cargo? De todo lo que han hecho y de todo lo que harán, esto es lo más. Lo que más los definirá, y lo que jamás deberemos olvidar al recordar cómo eran.

Por cierto: la vicepresidente, cuando era ministra, saltó a la fama por defenderse con el argumento de que "el dinero público no es de nadie". Siendo su línea de defensa el que, no siendo de nadie, nadie debía criticarla por el uso que hiciera de él.

Tampoco considero de recibo lo de los abogados del Estado. Les han forzado a cambiar su acusación a los indepes, ahora sólo les acusan de sedición.  Son los abogados del Estado técnicos (en Leyes, pero técnicos), y debe respetarse su criterio: han de dejarles trabajar y que hagan lo que ellos consideren más conveniente.  Pero se ve que no es éste el concepto que tienen los socialistas de la democracia y la independencia de la Administración Pública.

Otro apartado curioso es el de la tumba de Franco. Como Figatélix no tenía calles para cambiar los nombres, el recurso que empleó para distraer al personal fue sacar la Ley de Memoria Histórica. Y como el doctor Plagio sigue sin tener calles a las que cambiar los nombres, pues no ha encontrado otra salida que dedicarse al tema de la tumba de Franco. Dejando de lado la habilidad con la que la están gestionando (por primera vez ha tenido que salir el Vaticano a decir en público que lo que dijo la vicepresidente que habían hablado era falso.

Pero es que esto de Franco es como el alcalde que cambia los nombres de la calle: no sabe afrontar los problemas de verdad. ¿Qué están haciendo con la inmigración (indefendible su demagogia con el Aquarius)? ¿Qué están haciendo con la despoblación? ¿Qué están haciendo con la natalidad, con la pirámide demográfica, con la calidad de la enseñanza, con el pitorreo que la Administración Pública catalana tiene con respecto a las decisiones judiciales (y estoy pensado específicamente, en las normas sobre el español en las escuelas)? ¿Qué pasa con las fuentes de energía? Será que no hay problemas más importantes.

Cortinas de humo. La política española, en especial para los partidos de izquierda cuando gobiernan, se ha convertido en cuestión de cortinas de humo.

Una de las últimas que están montando es, creo, la de la hora de Religión en las clases. Se ve que una hora a la semana (nominal, real es menos) es demasiado.

Es una idea desastrosa y que tendrá consecuencia, todas ellas negativas. Es una idea que aumenta muchísimo la entropía.

El principal argumento para reducir las horas de Religión es que se cree que se hace proselitismo. Que los niños quedan marcados a sangre y fuego como opusdeistas irredentos. El argumento no se sostiene cuando los mismos denostadores tuvieron incluso más horas de Religión en su infancia: si a ellos no les ha convertido en píos fanáticos católicos, ¿por qué creen que sí les ocurrirá a los niños de ahora? Nadie puede en verdad sostener que el dar un par de horas de Religión a la semana en el colegio lo convierte a uno en aquello que más odian. 

En cualquier caso, hay que tener en cuenta que la asignatura es voluntaria. No se le imparte Catolicismo a nadie que no quieran sus padres que se le imparta. En cuanto al argumento de que "es con dinero público y no quiero que los hijos de otros aprendan algo que no quiero que aprendan con dinero público", pues... Sí, yo tampoco quiero que otros niños aprendan Flauta con dinero público. O Ética, o lo que quieran. Pero a mí no me dan opción. Sólo tiene opción a usar ese argumento el que esté en contra de la religión católica, parece. Pero así son, los anticatólicos: quieren que no existan los católicos. El rasero que emplean con el catolicismo no lo usan con nadie más, y no sé porqué. No creo que sea por odio, mal pueden odiar lo que no conocen y tampoco hay muchas razones para odiar a la religión; más bien, creo que es porque ser anticatólico hace parecer antifranquista. Y ya se sabe que eso es lo que mola. Sí, es un poco triste que el motor de tu vida sea ir en contra de cualquier cosa que le gustara a Franco por ese único motivo, pero así somos nosotros, señora mía.

En cambio, ni se dan cuenta de que existe un poderoso argumento en contra en un momento en el que se intenta defender la presencia de las Humanidades en la enseñanza: la Religión es la más humana de las asignaturas de Humanidades. 

Veo también con asombro que quieren corregir lo de la Religión añadiendo más horas de Filosofía. ¿Van a explicarles a niños de diez años las teorías de Kierkegaard, por ejemplo? ¿No es más lógico enseñarles, a la edad en la que lo pueden aprender, las bases de la civilización judeocristiana que es, aunque les pesa y mucho, la nuestra? ¡Ah, pero suena bien la idea! De nuevo, populismo.

Y sin embargo es aterrador. Que lleguemos al punto en el que sólo los muy cultos conocerán la historia de Noé, de Adán y Eva, el sacrificio de Isaac, las leyendas de la Torre de Babel o Lot, de José, de Moisés, de Jonas, de Job o de David y Goliath, de Sansón y de Gedeón o del juicio de Salomón. Que no entenderán los grandes cuadros de nuestra pintura, las esculturas o el porqué de las catedrales, el sentido del Camino de Santiago o la importancia de Jerusalén. O, sin más: que no entienden la fuerza que mueve a millones, cientos de millones de sus conciudadanos, que no serán españoles, claro, pero sí franceses, portugueses, italianos, etc., y hemos de pensar en un futuro global, no en una España aislada del mundo.

A mí, supongo que como a todos, la política me aburre. No espero nada bueno de mis gobernantes, por lo que poco me interesa lo que hacen y menos lo que dicen. Los considero un mal que hay que sufrir, como la humedad cuando llueve o los catarros con los cambios de tiempo. Tengo asumido que no tienen ninguna estrategia demográfica, así que los grandes problemas del país no los van a resolver; como mucho, lograrán poner algún parche local y temporal. También comprendo que no ha de ser la sociedad la que resuelva el asunto demográfico. Pero el tema de la Educación es otra cosa. Porque ahí sí pienso que los políticos se mueven según interpretan que quiere la sociedad (ya que ellos, los políticos, quieren sus votos). Estoy seguro de que todos los políticos, en privado, estarían de acuerdo conmigo en muchas cosas de este asunto. Pero en público, que es lo que cuenta, lo negarán: se apuntarán al carro que creen que es lo que pide el pueblo. Como Pilatos cuando soltó a Barrabás, que también creyó que lo que gritaba el gentío congregado ante su palacio era lo que realmente querría Israel entero. Una referencia, por cierto, que los chicos que están educando no entenderán jámás. Ellos se lo pierden, sí, ¿pero no lo perdemos todos nosotros con ellos también?




Joni Mitchel - Both sides now